El sonido metálico de las puertas del automóvil resonaba en la noche, marcando el inicio de lo que Natalia temía era una trampa. Los dos hombres que se habían aproximado a ellos eran figuras familiares, miembros de la seguridad de Montalvo Corp. Pero no eran simples empleados; eran los más leales a Esteban, aquellos que habían estado en su círculo más cercano durante años. El sudor comenzó a resbalar por la nuca de Raúl mientras observaba la situación volverse más peligrosa con cada segundo que pasaba.Natalia no se dejó atrapar por el pánico. Había aprendido, en todos estos años de engaños y traiciones, a mantener la calma en las situaciones más extremas. Sin embargo, el hecho de que la seguridad de Montalvo Corp. estuviera involucrada solo podía significar una cosa: alguien dentro de la empresa había descubierto su plan, y ahora su vida estaba en peligro.-Raúl, ¿qué está pasando? -preguntó Natalia en voz baja, sus ojos observando a los hombres que la rodeaban. Intentaba no mostrar
El sonido de las ruedas del automóvil deslizándose rápidamente sobre el asfalto resonaba en los oídos de Natalia. El viento golpeaba con fuerza su rostro a través de la ventana abierta, pero su mente estaba mucho más centrada en los pensamientos oscuros que recorrían su mente. Iván Torres, su antiguo aliado y quien la había rescatado en el último segundo, mantenía una mirada fija al frente, su concentración total en el volante. Sin embargo, Natalia sabía que este momento de aparente calma era solo temporal. Tenía preguntas, muchas preguntas que necesitaban respuestas. ¿Por qué Iván la había salvado? ¿Por qué ese desconocido grupo de seguridad, tan leal a Esteban, había intentado capturarla? Las piezas del rompecabezas se estaban acomodando lentamente, pero aún faltaban muchas piezas por encontrar.-¿Dónde vamos? -preguntó Natalia, rompiendo el pesado silencio que había caído sobre ellos desde que huyeron del almacén. Su voz, a pesar de su intento de mantener la calma, traicionaba una
El sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de una tonalidad anaranjada que parecía reflejar la intensidad de la situación que vivían Natalia e Iván. El vehículo seguía avanzando por las carreteras, cada kilómetro alejándolos más de la ciudad y de la vida que ambos conocían. La decisión estaba tomada: enfrentarse a Esteban Montalvo no solo era una cuestión de supervivencia, sino también de venganza. Sin embargo, esa venganza ya no era un simple acto de justicia, sino un compromiso que se extendía mucho más allá de lo que podían haber anticipado.Iván conducía con concentración, aunque la tensión era palpable en el aire. Natalia lo observaba en silencio, intentando procesar todo lo que acababa de descubrir. No podía evitar pensar en lo que había dejado atrás: su vida, su familia, su estabilidad. Todo parecía haberse desmoronado en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Y, sobre todo, ¿por qué la traición de Iván, aunque dolorosa, no lograba borrar la conexión que
El silencio en la casa que Iván había elegido como refugio era tan pesado que parecía aplastarlo todo a su paso. Fuera, la noche ya se había adueñado del paisaje, cubriendo la pequeña aldea con su manto oscuro. Los árboles, altos y frondosos, se agitaban con el viento, pero el lugar estaba tan apartado que ni siquiera el sonido de los animales parecía romper la quietud. Era como si estuvieran suspendidos en un tiempo detenido, esperando el momento de la tormenta.Dentro, Natalia se encontraba de pie junto al mapa que Iván había extendido sobre la mesa. Observaba las rutas, los posibles puntos de encuentro con los aliados de Esteban, y se sentía atrapada en una red de estrategias que aún no comprendía completamente. Cada trazo, cada marcador, parecía hablar de secretos más profundos de los que Iván había mencionado. La tensión era palpable, como si los propios muros de la casa pudieran desmoronarse en cualquier momento. La sensación de estar rodeada de sombras no la abandonaba.Iván, p
La mañana llegó de manera silenciosa, como si la oscuridad de la noche hubiera quedado atrapada en cada rincón del mundo. Iván y Natalia habían pasado horas analizando sus opciones, trazando líneas sobre el mapa y debatiendo las mejores formas de infiltrarse en las operaciones de Esteban. La tensión entre ellos era palpable; el aire estaba cargado de una energía pesada, como si el destino de todos estuviera por decidirse en esos momentos.A medida que las primeras luces del alba se filtraban por las ventanas de la casa, Iván tomó la iniciativa. Sabía que el tiempo no estaba de su lado. Esteban, como siempre, estaba un paso adelante, y cada momento que pasaba sin actuar solo favorecía al enemigo. Sin embargo, el plan que tenían no era sencillo, ni estaba exento de riesgos. La infiltración en el círculo más cercano de Esteban requeriría astucia, paciencia y un conocimiento profundo de sus movimientos.-La clave está en la reunión del próximo mes -dijo Iván, rompiendo el silencio de la h
La noche cubría la ciudad con su manto de oscuridad, pero dentro de los confines de la finca de Esteban Montalvo, las luces brillaban intensamente, como faros que iluminaban el abismo. La gran casa, rodeada de jardines bien cuidados y cercada por altos muros, era un reflejo del poder de su dueño, un emblema de riqueza y control. Las paredes de mármol y los ventanales de cristal parecían presagiar lo que estaba por suceder en su interior.Iván había llegado horas antes, disfrazado, infiltrándose en el círculo de seguridad de la finca sin ser notado. Era consciente de que esta no sería una misión sencilla. Esteban Montalvo no solo era un magnate con vastos recursos, sino que su red de vigilancia y su ejército de guardaespaldas no dejaban espacio para los errores. Cada paso que Iván daba estaba cuidadosamente calculado, cada movimiento hecho con precisión. La infiltración tenía que ser perfecta, porque cualquier señal de anomalía podría significar el fin de su misión, y posiblemente de s
La tensión había alcanzado su punto máximo, y aunque los pasillos de la mansión Montalvo parecían tranquilos, el ambiente estaba cargado de una inquietante calma. Iván había logrado conseguir los documentos clave que podrían derrocar a Esteban Montalvo, pero algo en su interior le decía que no todo estaba tan resuelto como parecía. Había demasiados hilos cruzados, demasiadas personas involucradas en la intrincada red de poder que rodeaba al magnate. La infiltración había sido exitosa, sí, pero el siguiente paso sería mucho más arriesgado.Natalia, por su parte, estaba al tanto de los riesgos. Después de todo, ella también había jugado el juego de las sombras durante años. Había aprendido a leer a las personas, a descubrir sus secretos más oscuros, a manipular las situaciones a su favor. Pero esta vez no se trataba solo de Esteban. El hombre que una vez había controlado su vida estaba ahora al borde de perderlo todo, y eso la mantenía alerta. A lo largo de la noche, había sido testigo
La brisa nocturna era fría, cortante, y aunque el portón de la mansión Montalvo se encontraba solo a unos metros de distancia, la sensación de estar atrapados en una telaraña invisible comenzaba a ser insoportable. Iván y Natalia, con el rostro marcado por la tensión, se habían acercado lo suficiente como para pensar en la libertad, pero el sonido de la voz de Esteban había congelado el tiempo. No podían seguir adelante. No podían huir. Estaban atrapados en su propio juego, y Esteban Montalvo lo sabía.El silencio que se cernió sobre el jardín, acompañado del sonido de la brisa moviendo las hojas secas, aumentó la presión en sus cuerpos. La luz tenue de los faroles de la entrada parecía crear sombras danzantes sobre sus rostros. No había escapatoria visible, y lo peor de todo era que Esteban no había llegado solo. Un par de figuras emergieron de la oscuridad, otras dos sombras que, aunque no tan imponentes como la de Esteban, no eran menos peligrosas.Iván apretó la mano de Natalia si