Rato después, apareció Alec, venía con una venda en el brazo. Mi papá le habló en inglés.
―¿Pueden hablar en español? ―No me gustaba no entender lo que decían.
―Perdón, hija, no me di cuenta.
―El francotirador fue reducido ―informó Alec con su español característico―, esperamos que hable para saber quién es su jefe.
―¿Y usted fue herido por salvar mi vida? ¿Le dispararon?
―Solo fue un rasguño, no es nada.
―¿Cómo que no es nada? Pudo morir por mi culpa ―le dije desesperada.
―No fue su culpa, señorita, es mi trabajo. Además, a mí solo me rozaron, a usted la hubiesen asesinado.
―Nunca he entendido eso de que unas vidas sean más importantes que otras.
―Es un trabajo como cualquier otro, estamos preparados para repeler los asaltos, para evadir las balas
Terminamos el desayuno sin decir ninguna palabra más, ninguno se levantó o hizo amago de nada, como si no supieran qué hacer. Yo no sabía qué hacer.―David, José, quiero hablar con ustedes en el despacho ―habló por fin mi papá rompiendo el incómodo silencio que nos rodeaba.―Claro ―contestó José y se levantó de la mesa, parecía que quería escapar de allí, aunque fuera con mi papá.David lo imitó sin decir nada. Gabriel miró a papá interrogante.―¿Y yo?―Tú y Ángela deben conversar ―respondió―, deben arreglar sus asuntos. ―Caminó con paso decidido a su oficina seguido por David y José.Yo miré a Gabriel, nuestros ojos se encontraron. Se levantó y caminó hacia mí.―¿Quieres ir a la sala? ―me preguntó.―
El sonido de un disparo los alertó a todos. Las carreras no se hicieron esperar. Ángelo temió por su hija, seguramente iban por ella. Gabriel salió de la habitación pese a las advertencias de sus guardaespaldas. Les gritó que quería ir a ver a Ángela, ver por sus propios ojos que ella se encontraba bien.―¡Ángela! ―gritó en el oscuro pasillo.Un disparo y un quejido. Otro disparo. Y otro. Y otro. Luego, silencio.De ahí en más, pasado el minuto de silencio, todo fue caos. Todos gritaban, carreras iban y venían, hasta que todo quedó en calma.David, Ángelo y José salieron de sus habitaciones por instrucciones de los escoltas.―¿Y Ángela? ―le preguntó el padre de familia a Alec.―Desapareció.―¿Qué? ¿Y Gabriel?―Salió de su habitación en
Dos días después, Gabriel fue dado de alta. David fue a buscarlo. Al llegar a la casa, le entregaron el cuaderno de Ángela.―¿Qué es esto?―Es lo que Ángela escribió desde que la “secuestraste”.―Yo no la secuestré.―Pues eso no es lo que aparece en el cuaderno.―¿Cómo no?―Ella escribió todo lo que ocurrió, tu amenaza, también que desconfiaba de nosotros. Pensó que nosotros podíamos estar detrás de sus “accidentes”.―¿Qué? ¿Por qué?―Será mejor que lo leas.Gabriel se dedicó toda la tarde a leer lo que Ángela había escrito. Tuvo que detenerse cuando leyó que ella desconfió de ellos, también cuando mencionó que sus sentimientos estaban confundidos con respecto a su hermano. Necesito tomar ai
Alec entró a la habitación, Ángela dormía.―¿Cómo está?―Bien, un poco nerviosa, pero está con tranquilizantes ―respondió Blanca.―¿Ha comido y dormido bien?―No ha comido mucho, está preocupada por su familia.―¿Qué le has dicho?―Le dije que ellos estaban bien, que no debía preocuparse.―Sí, tiene que estar lo más tranquila posible.―Sí, en cuanto a dormir, las pastillas la ayudan, si fuera por ella, no dormiría nada, la preocupación no la deja.―Bueno, no es para menos en la situación en la que se encuentra.―¿Qué haremos ahora, Alec?―Solo debemos mantenerla aquí hasta que sea el momento indicado, estaremos comunicados.―¿Qué le digo?―Dile que ella está aquí para ser protegida en tanto bus
Gabriel se dedicó a revisar las cuentas de David junto a su padre, el último no estaba muy de acuerdo, pero su hijo insistió, no quería ser catalogado como sospechoso, se los dijo muy claramente.―¿Encuentran algo? ―preguntó David al rato.―Nada, todo está en orden ―respondió Gabriel de mal modo.―¿Lo ven? Yo no tengo nada que ver con esas transacciones.―Alguien lo hizo y debemos descubrir quién lo hizo ―dijo el padre.―¿Y hay alguna forma de saberlo?―Contrataré a un auditor, él sabrá deducir esto.―Yo lo puedo hacer ―replicó Gabriel.―No, hijo, estamos demasiado involucrados, es mejor que lo haga un profesional.―¿Ya no confías en mí?―No es eso, hijo, si esto tiene que ver con la desaparición de mi hija, quiero que se aclare lo antes posible.―¿Crees q
―Buenos días, Ángela ―la saludó Alec con cordialidad―, ¿cómo se siente?―Bien, aburrida, confundida.―¿Confundida?―Sí, no sé por qué estoy aquí, porque no viene papá o José…―¿No le importa Gabriel?La joven miró al escolta con los ojos aguados.―¿Sabe? He tenido mucho tiempo para pensar y, no sé si eso me ha distorsionado un poco la realidad o, al contrario, la he visto más clara que nunca.―¿Qué quiere decir?―Quiero decir que yo veía a Gabriel como un hombre atractivo, que sí lo es por supuesto; un tipo romántico, delicado; lo veía como un protector, mi protector; lo sentía como… Él siempre quería protegerme de todo y de todos.―¿Y eso es malo?―Ese es el punto. Que eso no es malo, pero eso es lo
Gabriel se sentó a la mesa en completo mutismo.―¿Qué te pasa, hermano? ―le preguntó David.―Nada.―Mírate la cara, ¿qué pasó?―¿Te parece poco lo que está pasando? Ángela está desaparecida, quisieron matar a José, tal vez nos quieran asesinar a nosotros también y Alec no cumple con su trabajo de encontrar a los responsables de esta situación.―Dice que está a punto de descubrirlos, solo necesita una prueba concluyente, las que tiene son circunstanciales.―No tiene ni una sola pista, no está ni cerca de descubrir a los que están detrás de esto.―No puedes saberlo.―Lo sé, por eso no quiere decirnos nada, quiere hacernos creer que sabe, cuando en realidad no sabe nada, solo quiere hacernos perder el tiempo; estoy seguro de que él tiene algo que ver.―¿Crees
A las nueve en punto, Gabriel esperaba en el puente indicado, pero nada ocurría. De pronto, su móvil sonó, lo miró y vio que era su padre.―Papá.―Hijo, vuelve a casa.―¿Qué? Aún no entregan a Ángela.―Ella ya está aquí.―¿Qué?―Sí, hijo, la dejaron en la puerta, está sana y salva con nosotros.―Mierda.―¿No te alegra?―Claro que sí, papá, pero ¿por qué me harían venir hasta aquí? ¿Y cómo es que pudieron entrar al castillo?―Ya lo aclararemos, tú vuelve a casa.Gabriel caminó hasta su automóvil, pero antes de entrar, un sonido extraño le llamó la atención. Se giró y vio a un desconocido detrás de él.―¿Quién eres?―Vine a corroborar que de