El antiguo Beta de mi padre, y su hijo, al que parece que está entrenando para entrar en la guardia de la manda, me escoltan hasta mi cuarto del colegio para que pueda preparar mi maleta. Pero yo me hago la difícil, y la antipática. No tengo nada contra ellos, es solo que no deseo que me obliguen a volver a la manada contra mi voluntad. Con la muerte de mi padre, ya no me queda nada allí, y si la intención de mi tío es obligarme a contraer matrimonio con mi primo, mi deseo de volver se reduce a la mitad.
A pesar de mi reticencia, y de mi absoluta falta de modales, ambos hombres comienzan a guardar mi ropa,mis libros, y el resto de mis cosas en una de las maletas que encuentran en el armario, y a mi no me queda más remedio que colaborar con ellos, si no quiero que acaben recogiendo mi ropa interior.
Cuando ya hemos recogido todo, y parece que no queda nada por hacer en este colegio que ha sido mi casa durante tantos años, les pido unos minutos a solas en la que aún es mi habitación, y me siento en la cama, que ya sin sábanas, pues las acabo de recoger y enviar a la lavandería, parece menos acogedora que nunca. Pienso en todos los buenos momentos que he vivido aquí, y en mis amigas, de las que ni siquiera consigo despedirme porque siguen en clase, y cuando siento que la melancolía me invade, decido salir, cerrar la puerta, y dar inicio a mi nueva vida, muy diferente de la que me había imaginado, pero la que me toca vivir.
Bajo por la preciosa escalera de madera labrada, y acaricio su barandilla con deleite, porque sé que es la última vez que voy a hacerlo, y al llegar al final de las escaleras, me encuentro con Beta y su hijo, y con mi profesor de literatura, el mismo con el que estaba en clase hace solo unas horas.
- ¡Profesor!- exclamo yo.
- Emerald, espero que estés de acuerdo, pero el director Fieldman me ha hablado de tu situación, y de la generosa oferta de tu tío, y he aceptado.
- ¿De qué oferta está hablando?
En este punto, ante el desconcierto que se refleja en mi cara, y la expresión extrañada del rostro de mi profesor, el Beta decide intervenir, y aclarar la situación:
- Emerald, tu tío ha pedido que se te asigne un tutor, para que puedas acabar los estudios desde la casa de la familia. Y nos ha parecido adecuado hacerle la propuesta a tu profesor de literatura, el señor Aberforth.
- Creía que iba contra las normas de…- titubeo, pues he estado a punto de nombrar la palabra manada delante de mi profesor, lo cual va contra las reglas de conviviencia con humanos- mi tío.
- El señor Aberforth está al tanto de nuestra situación, Emerald.- Interviene el Beta señalándonos a los tres con un movimiento circular de su mano.
- ¡Oh, de acuerdo!- exclamo yo sorprendida, pues ni un millón de años hubiera superado que mi tío se arriesgara a revelar el secreto de nuestra existencia a un humano.
- Por favor, llamadme todos Albert, nos quedan varias horas de viaje, y prefiero que nos tuteemos, al menos por el momento.
El viaje hasta el aeropuerto lo hacemos en el espacioso coche negro que el Beta y su hijo han alquilado en el aeropuerto, y que está perfectamente preparado para llevarnos a los cuatro, y a todas mis pertenencias.
Mientras el coche arranca, yo miro hacia atrás, y contemplo la silueta del colegio, que con cada kilómetro recorrido se desvanece, hasta que al cabo de un rato, apenas se ve; y en ese momento, noto como dos enormes lágrimas, que ni siquiera sabía que estaba conteniendo, brotan de mis ojos, y se deslizan por mis mejillas.
Antes de que las lágrimas resbalen por mi cuello, e impacten en la camiseta que me he puesto para sustituir a la camisa del uniforme, noto como Albert, antes conocido como señor Aberforth, desliza una de sus manos y me limpia la mejilla con una inesperada delicadeza.
- No llores por un lugar, Emerald. Los lugares no tienen la capacidad de hacernos felices, solo nosotros tenemos esa posibilidad, y eso, Emi, depende solo de tu actitud ante la vida.
Yo me asombro por la profundidad de sus palabras, y la calidez de su tono; pero sobre todo, me asombro por el sentimiento que ha recorrido mi cuerpo cuando su mano ha entrado en contacto con mi cara. Ha sido un sentimiento fuerte, profundo,y que ha nacido en mis entrañas, para expandirse por mi interior, algo que nunca antes había notado.
Giro mi cara para encontrarme con su mirada que ahora me recorre con algo que no consigo descifrar grabado en sus retinas, y cuando nuestros ojos se encuentran, noto, con cierta decepción que nada sucede.
Por un momento, cuando su tacto me ha provocado esa reacción, he llegado a pensar que Albert era mi pareja predestinada, pero el hecho de que nuestras miradas no se hayan reconocido, lo descarta como pareja ¿verdad?
El viaje hasta la antigua casa de mi manada se me pasa muy rápido, apenas me ha dado tiempo a prepararme mentalmente para lo que va a ocurrir, y ya me dejo desembarcando del avión que me ha traído de vuelta a mi tierra natal.Ya en la terminal, me veo envuelta por la escolta que mi tío ha envíado a recibirnos, pero que para mi es una precaución totalmente innecesaria. Llevo tantos años fuera de estas tierras, que dudo que nadie me reconozca aquí. Aún así, decido no dar problemas desde el principio, y los sigo con paso reticente y la mirada perdida en todas las personas que arrastran sus maletas por el aeropuerto, y miran sus teléfonos con ansiedad.Al llegar al vehículo designado por mi tío para llevarme hasta la casa de la manada, me doy cuenta de que estoy sola con los guardaespaldas, todos ellos lobos altos, fornidos y ceñudos. El más fuerte de todos ellos me ind
- Querida Emerald, que ganas teníamos de volver a verte.-me dice la Luna de mi tío, y yo la miro con escpeticismo, aunque evito comentar que de ser así, podría haberme visitado en el colegio, o al menos, podrían haberme enviado alguna felicitación navideña.- Si, yo también deseaba retomar el contacto con vosotros.- digo yo, en vez de lo que estaba pensando hace solo unos instantes.- Y ahora que sé que vamos a estar unidos por un doble lazo, me siento aún más feliz de tenerte entre nosotros.- ¿Qué quiere decir, tía?- Emerald, tu primo Aldo es tu pareja destinada, lo ha predicho uno de nuestros sabios.Yo los miro a todos con los ojos desencajados, y trato de adivinar si me están tendiendo una trampa o algo así, porque nunca se ha podido predecir cuando una pareja de lobos está des
Después de que Aldo se fuera de mi cuarto, aproveché para cerrar con llave, comprobar que todas mis cosas estaban ya colocadas en los cajones y armarios de la habitación, y después decidí tumbarme en la cama, y dejar la mente en blanco. No sé en que momento ocurrió, pero debí de quedarme dormida, supongo que por el agotamiento del viaje, pues lo siguiente que recuerdo es despertarme sobresaltada con una voz femenina que me resultaba desconocida.Abrí los ojos de inmediato al escuchar esa voz, y vi frente a mi a una mujer mayor, con el cabello grisáceo por las canas, y la piel del rostro arrugada en torno a los ojos, y a la comisura de la boca.- Buenos días, señorita Emerald, soy su asistente, estoy aquí para ayudarla en lo que necesite. ¿Desea que abra las cortinas de la habitación, señorita?Nada más escuchar sus palabras, me giro hacia la ven
Durante las dos semanas siguientes a nuestra primera clase, Albert y yo establecemos una dinámica bastante sencilla. Las clases comienzan todos los días a las nueve, y a cuando terminan a las dos, yo me voy a comer al salón, con mis tíos y primos; y él se va a la zona del servicio, en la que pasa el resto del día.Yo no me atrevo a sacar el tema del beso del primer día, y él apenas se atreve a mirarme a los ojos, así que los dos permanecemos en un silencio tenso durante los descansos, y yo ni siquiera me atrevo a preguntarle las dudas que me surgen cuando estudio por las tardes los temas que él me ha explicado por la mañana.El sábado posterior a mi segunda semana lectiva, mientras yo planeaba como colarme en las dependencias de los sirvientes de la manada para buscar a Albert y explicarle que tenemos que confiar el uno en el otro, Vicenta entra en mi habitación junto con otras d
Las dos semanas previas a la ceremonia de apareamiento se me pasaron en un suspiro. El lunes cuando ya me había preparado para asistir a mis habituales clases de la semana, Vicenta me anunció que habían sido suspendidas por la inminencia de la celebración.Y en vez de verme rodeada de libros, música, e interesantes explicaciones sobre geografía, historia o matemáticas; me vi inmersa en una apabullante cantidad de pruebas de las que desconocía su existencia hasta que mi asistencia era requerida.Durante la primera semana, nos dedicamos a escoger el menú, que tras muchas deliberaciones se compuso de un cóctel frío y caliente, que permitiría a los asistentes relacionarse entre si, y moverse con libertad. Supongo que tras esta decisión estaba mi tío, y su ambición por construir una relación comercial con las manadas vecinas, que tras la desaparición de mi padre ha
Vicenta me llevo hasta un enorme cuarto con las paredes blancas, y presidido por una cama de más de dos metros de ancho, con un cabecero de cuero negro, y vestida con sábanas de satén negro. Yo me estrmecí al contemplarla, porque supe de inmediato que la habían preparado especialmente para nosotros, para nuestro apareamiento.Vicenta sacó del armario varias prendas minúsculas, la mayoría de ellas transparentes, y las rechacé todas con la cara ardiendo por la vergüenza.- Escúchame bien, Emerald.- comenzó a decir ella.- has aceptado compartir tu vida con el hijo del Alfa de esta manada, y eso no va a cambiar porque te muestres reticente en la cama. Tienes que aprender a ser una compañera complaciente, y aunque Aldo no sea tan bien parecido como otros muchachos, no es malvado, y puedes hacer que te desee y que se enamore de ti.
Me quedo paralizada ante la petición de estos hombres, y rehuso seguir sus instrucciones. Estoy absolutamente paralizada por el miedo, estos dos intrusos se han colado en la casa de mi manada, y han matado al hijo del Alfa, ¿acaso creen que voy a ir con ellos sin oponer resistencia?- Lobita, no hay escapatoria, levanta tu lindo trasero, y ven con nosotros.- dice ahora el mismo hombre que me había hablado con anterioridad.Como no me muevo, se acercan más a la cama, y uno de ellos, el que ha permanecido silencioso, me agarra del pelo que aún llevo recogido, portando el delicado moño que me hicieron las mujeres de la manada, y me arrastra al exterior de la habitación.Yo pataleo, e intento zafarme de su agarre, pero es demasiado fuerte, y el brazo que tira de mi pelo no cesa en su agarre, de hecho temo que cuando me suelte me haya arrancado mechones enteros de cabell
Después de que el nuevo Alfa me pidiera que me cambiara de ropa, uno de sus enormes lobos, me agarró del brazo, y me condujo con movimientos firmes, aunque no tan bruscos como los de los anteriores esbirros del alfa. Me llevó a mi antigua habitación, donde ya me esperaba Vicenta, mi fiel asistente y amiga.Yo, al verla allí plantada en medio de la habitación, me solté del agarre del guardia, y me abracé a ella, sintiendo como la asustada mujer me devolvía el abrazo. El lobo designado por el nuevo Alfa para custodiarme, nos dejó a solas, aunque tenía claro que si intentaba escapar me encontraría en menos de diez segundos.- Me alegro de que estés bien, Vicenta.- Yo, en cambio, temía por usted, señorita Emerald. Ningún lobo de la manada ha sufrido a manos de los invasores, solo la familia del Alfa.- ¿Quieres decir que no han atacado a nad