Nunca imaginé que podría encontrar en mi casa una cosa tan horrenda como lo que acababa de observar, y que había quedado grabado en mi memoria como algo grotesco sacado de la mente enferma de alguna persona que lo había colocado allí para hacerme daño. Cuando nos introducimos en el último barracón, ese que está abandonado y que no pensé que íbamos a encontrar nada, lo primero que cogió mi mirada fue un enorme caldero de hierro en el centro de la estancia, del cual sobresalían muchos huesos que visiblemente eran humanos. Encima del mismo, estaba colgada una enorme ave de rapiña negra, con las alas abiertas encima de un cráneo todo pintarrajeado. Existían además, en aquel enorme caldero que jamás había yo observado en toda mi existencia, una serie de cadenas que salían del mismo como si estuvieran amarrando a no sé que a su alrededor, y de la misma salía un terrible olor nauseabundo que hizo que mi estómago se revolviera al punto de querer vomitar. Justo antes de perder el con
Me quedé observando a Caridad en silencio, y me di cuenta que lo que decía era cierto. ¡Yo no tenía la culpa de nada! La dejé que terminara sin interrumpirla.—Tú no has cometido ningún pecado de esa índole, por lo pronto hace muy bien en utilizar el capitán para tu beneficio. De todas maneras creo que después de lo de los caballos, ha cambiado muchísimo su actitud para contigo y está más propicio ayudarte y a defenderte de todo lo que está sucediendo. No te voy a negar que hoy en el mercado me asombró mucho ver cómo te defendía y aceptó ser tu esposo, aunque ya nosotras habíamos corroborado. Lo que dijo él, no pudo regarlo nadie y mucho menos esas personas que te estaban tendiendo una trampa como le tendieron a la primera Ángel.—No me digas nada, que pasé tremendo susto, porque enseguida me di cuenta de que se trataba de eso. Estaban tratando de atraparme mintiendo con un compromiso que había hecho mi difunta abuela, del cual nadie tenía idea, pero que tampoco podía desmentir.
La esposa Hoy el día ha amanecido radiante. El sol brilla en el cielo llenando todo de calor y alegría. Las hermanas enseguida prepararon a los niños, para una excursión en la hacienda. También el capitán se ha ofrecido a darles clase de equitación, lo cual los tiene muy entusiasmados, tanto que han preferido iniciar por ahí. Así que todos estamos rodeando el corral, donde se están realizando las clases. Los caballos parece que también disfrutan de esta actividad. De pronto todos giramos la cabeza, al escuchar el ruido de un carruaje que acababa de entrar en el camino principal. Era muy elegante, se diría que de alguien de la alta sociedad. Estábamos intrigados pues todavía no debían llegar los invitados. El capitán al verlo, inmediatamente dejó lo que estaba haciendo. Sin más me tomó por una mano y me hizo regresar con él a la casa, dejando dicho a dos soldados que no dejaran pasar a nadie y se dirigió conmigo al despacho.—Querida, hay algo que debes saber de ése carruaje qué ac
Todo eso lo había escuchado desde la puerta donde me había quedado, y también vi como le daba la mano para que subiera, no sin antes dirigirme una mirada de odio y al mismo tiempo, me pareció verla sonreír. Los vi alejarse mientras regresaba a donde estaban todos los demás. En leves palabras expliqué quién era sin mencionar la relación con el capitán. No había terminado de desaparecer el carruaje rumbo al pueblo, cuando vimos entrar otro de carga, pero que enseguida conocimos, era el del Duque. Esperamos pacientemente que llegara y vimos cómo el conductor vino a saludar y entregar una carta a la Madre Superiora. Y comenzaron a bajar todos los paquetes.En un inicio creímos que eran regalos para los niños, cuál no sería nuestra sorpresa al ver que la mayoría estaban destinados a mí. Miré a la Madre Superiora sin entender, que comenzó a mover la cabeza negativamente mientras leía la carta que tenía en sus manos.—Querida, creo que he cometido un gran error al invitar a Diego a venir a
Nos giramos para ver quién preguntaba por mí y nos encontramos con una hermosa señora con el pelo muy rubio, con algo de canas y unos ojos increíblemente verdes, que me extendió una carta de recomendación. Era de parte de quién dijo ser una amiga de mi abuela, que me pedía por favor le diera trabajo porque ella no tenía adónde ir, y me mostró una prenda que tenía las iniciales de mi abuela.— Está bien, nos ayudará a cuidar a los niños y hacer algunas tareas de la casa.—Muchas gracias, señorita. Tome, ella me dió esta prenda para que se la diera a usted encargándose encarecidamente de decirle, que debía usarla en su mano siempre. La tomé de lo más intrigada dándome cuenta que hacía combinación con las gotas de agua que tenía colgadas de mi cuello, era un precioso anillo que me quedaba a la perfección, el cual me coloqué enseguida. Mirando como ella asentía y sonreía complacida por yo hacerlo. Después de regresar del pueblo con la Madre Superiora, me encerré en mi cuarto pid
Delante de mí no se encontraba el capitán, como esperaba yo ver, debido al sueño que acaba de tener, sino la señora que acababa de contratar y que me miraba de una manera como si me acariciara con sus sonrisa, en sus manos tenía una taza de té,—Creo que debe tomar esto señorita, o enfermará. La miré todavía sin comprender a lo que se refería, pero me senté por inercia en la cama y sin decir nada comencé a tomar el té que me ofrecía. Al terminar volví a recostarme en la cama y sentir como me cubría al tiempo que tarareaba una nana, que me recordó la que cantaba mi madre, cuando yo era una niña y me volví a dormir profundamente sin soñar nada. En la tarde, la misma señora volvió a despertarme para que tomara un baño y bajara a comer con las demás hermanas. Todavía no había ninguna noticia del capitán, ni de sus soldados, solamente quedaban algunos cuidando la hacienda y eso me empezó a preocupar grandemente. Ya era completamente de noche y él no aparecía por ninguna parte, tampo
Después de hablar con mi Julián un momento, rápidamente pude notar como sus ojos cambiaban para un azul claro, dándome apenas cuenta de que era el capitán que regresaba a tomar posesión de su cuerpo. Comprendiendo que lo que me decía Julián era verdad, le estaba haciendo imposible dominar por completo a la voluntad de Luis Manuel. Giró su cabeza mirando a su alrededor como si no comprendiera, qué hacía allí en mi habitación. Para disimular volví a abrazarlo con fuerza diciéndole que estaba muy feliz por haber regresado en ese momento. Él me devolvió el abrazo, pero podía sentir que no comprendía lo que le estaba sucediendo, me separó delicadamente de su cuerpo y mirándome a los ojos me preguntó.—Querida, ¿cuánto hace que estoy aquí?—Acabas de llegar querido — respondí alejándome para ir al baño y no viera que le estaba mintiendo. —¿Qué pasó con tu prometida? Pregunté desde el interior del baño, pues necesitaba saber con qué se estaba enfrentando mi Julián y que le era tan imp
Me quedé asombrada de los consejos que me daba la señora que apenas me conocía, sin embargo eran muy certeros y me sonaban muy honestos. Salimos de la habitación, el capitán me estaba esperando en la parte de afuera, aunque no tomé su brazo. Seguí acompañada de la dama que no se despegaba de mí y eso me agradaba sobremanera, porque me hacía sentir de alguna manera segura. Al llegar en la primera planta me encontré con la Madre Superiora que me miró de una manera, como pidiéndome disculpas. La saludé con mi cabeza y fui donde la hermana Caridad, estaba junto a la hermana Inés, que al verme sin necesidad de llamar vinieron a mí encuentro y se colocaron cada una a mi lado, lo cual me hizo sentir muy segura. De esa manera avancé hacia la sala de blanco, que era donde se encontraba el Duque según me informaron. Al entrar estaba conversando con otro señor que no conocía, pero que al verme ambos se pusieron de pie y vinieron a mí encuentro solicitando mi mano, la cual no entregué ha