Ya nos habíamos introducido en el gran mercado, enseguida vinieron los encargados del mismo a saludarme, aunque me quedé con las hermanas revisando todo lo que estaban escogiendo los niños. Pensando en la sugerencia de la hermana Inés, que no me parecía del todo errada, por lo que la conversaría con el capitán para ver qué opinaba al respecto.Estando en la tienda se me acercaron un matrimonio, que no sé porqué me parecían conocidos. Tenía la pequeña sensación de que los había visto antes.—Buenas noches, señorita Baronesa del Castillo.—Buenas noches, señores.—Al parecer no recuerda quiénes somos nosotros.—Para ser honesta, no lo recuerdo, me parece que los he visto anteriormente, pero no viene nada ahora mi memoria— contesté honestamente—Somos los Condes de Altagracia y futuros suegros suyos. Tenemos una promesa de su abuela, de que usted se casaría con nuestro hijo cuando la encontrara.—¿Qué? Pregunté realmente sorprendida, a la par que Inés y Caridad, que se giraban para
Regresamos a la casa, yo iba en un carruaje junto al capitán Luis Manuel que llevaba su caballo detrás de nosotros. Ambos hacíamos silencio sin saber qué decir. Hasta que llenándome de valor le pregunté.—¿Capitán, sería capaz de hacerse pasar por mi esposo?—Ya lo hice mi querida Ángel, creo que todo esto que te está pasando, es por mi culpa.—¿Por qué dices eso?—No creas que no me di cuenta, cómo se iluminaron tus prendas, esas personas eran unos demonios, son los mismos que me poseyeron a mí, lo pude sentir claramente. Están detrás de ti por mi culpa, a lo mejor fue mi gran deseo de poseerte a toda costa, que desató mis más oscuros pensamientos y provocó que ese demonio ahora te esté persiguiendo, al punto que te ha hecho decir que soy tu esposo. Así que no tienes que hacerme esa pregunta.—No creo que sea eso que acabas de decir. Son seres oscuros que quieren apoderarse de almas limpias como la tuya y la mía. Por eso te pedí que te quedaras conmigo, solo que ahora tendrem
Estuve de acuerdo, en lo que nos dirigimos al comedor donde ya estaban todas las hermanas tratando de calmar a los niños, que todavía seguían asustados. Por suerte la comida era muy sabrosa y rápidamente se les olvidó el susto que habían pasado al llegar a la casa, también el hecho de que Inés les dijo que irían a colocar los juguetes debajo del árbol, los llenó de emoción. Nos sentamos en silencio en la mesa, sin saber qué decir. De pronto las hermosas vacaciones de los niños en mi casa se habían convertido en una película de terror, me preguntaba que otra nueva sorpresa nos tendría reservado ese tipo de demonios que nos estaba atacando ahora. Desde que desaparecieron mis sirvientes, habían aparecido otro tipo de demonios que antes no había visto. Al parecer se podían adueñarse fácilmente de los cuerpos de los maleantes y los animales y eso los volvías demasiado peligroso. Tenía que encontrar la manera cuanto antes de hacer regresar a Julián y a todos los sirvientes que
Nunca imaginé que podría encontrar en mi casa una cosa tan horrenda como lo que acababa de observar, y que había quedado grabado en mi memoria como algo grotesco sacado de la mente enferma de alguna persona que lo había colocado allí para hacerme daño. Cuando nos introducimos en el último barracón, ese que está abandonado y que no pensé que íbamos a encontrar nada, lo primero que cogió mi mirada fue un enorme caldero de hierro en el centro de la estancia, del cual sobresalían muchos huesos que visiblemente eran humanos. Encima del mismo, estaba colgada una enorme ave de rapiña negra, con las alas abiertas encima de un cráneo todo pintarrajeado. Existían además, en aquel enorme caldero que jamás había yo observado en toda mi existencia, una serie de cadenas que salían del mismo como si estuvieran amarrando a no sé que a su alrededor, y de la misma salía un terrible olor nauseabundo que hizo que mi estómago se revolviera al punto de querer vomitar. Justo antes de perder el con
Me quedé observando a Caridad en silencio, y me di cuenta que lo que decía era cierto. ¡Yo no tenía la culpa de nada! La dejé que terminara sin interrumpirla.—Tú no has cometido ningún pecado de esa índole, por lo pronto hace muy bien en utilizar el capitán para tu beneficio. De todas maneras creo que después de lo de los caballos, ha cambiado muchísimo su actitud para contigo y está más propicio ayudarte y a defenderte de todo lo que está sucediendo. No te voy a negar que hoy en el mercado me asombró mucho ver cómo te defendía y aceptó ser tu esposo, aunque ya nosotras habíamos corroborado. Lo que dijo él, no pudo regarlo nadie y mucho menos esas personas que te estaban tendiendo una trampa como le tendieron a la primera Ángel.—No me digas nada, que pasé tremendo susto, porque enseguida me di cuenta de que se trataba de eso. Estaban tratando de atraparme mintiendo con un compromiso que había hecho mi difunta abuela, del cual nadie tenía idea, pero que tampoco podía desmentir.
La esposa Hoy el día ha amanecido radiante. El sol brilla en el cielo llenando todo de calor y alegría. Las hermanas enseguida prepararon a los niños, para una excursión en la hacienda. También el capitán se ha ofrecido a darles clase de equitación, lo cual los tiene muy entusiasmados, tanto que han preferido iniciar por ahí. Así que todos estamos rodeando el corral, donde se están realizando las clases. Los caballos parece que también disfrutan de esta actividad. De pronto todos giramos la cabeza, al escuchar el ruido de un carruaje que acababa de entrar en el camino principal. Era muy elegante, se diría que de alguien de la alta sociedad. Estábamos intrigados pues todavía no debían llegar los invitados. El capitán al verlo, inmediatamente dejó lo que estaba haciendo. Sin más me tomó por una mano y me hizo regresar con él a la casa, dejando dicho a dos soldados que no dejaran pasar a nadie y se dirigió conmigo al despacho.—Querida, hay algo que debes saber de ése carruaje qué ac
Todo eso lo había escuchado desde la puerta donde me había quedado, y también vi como le daba la mano para que subiera, no sin antes dirigirme una mirada de odio y al mismo tiempo, me pareció verla sonreír. Los vi alejarse mientras regresaba a donde estaban todos los demás. En leves palabras expliqué quién era sin mencionar la relación con el capitán. No había terminado de desaparecer el carruaje rumbo al pueblo, cuando vimos entrar otro de carga, pero que enseguida conocimos, era el del Duque. Esperamos pacientemente que llegara y vimos cómo el conductor vino a saludar y entregar una carta a la Madre Superiora. Y comenzaron a bajar todos los paquetes.En un inicio creímos que eran regalos para los niños, cuál no sería nuestra sorpresa al ver que la mayoría estaban destinados a mí. Miré a la Madre Superiora sin entender, que comenzó a mover la cabeza negativamente mientras leía la carta que tenía en sus manos.—Querida, creo que he cometido un gran error al invitar a Diego a venir a
Nos giramos para ver quién preguntaba por mí y nos encontramos con una hermosa señora con el pelo muy rubio, con algo de canas y unos ojos increíblemente verdes, que me extendió una carta de recomendación. Era de parte de quién dijo ser una amiga de mi abuela, que me pedía por favor le diera trabajo porque ella no tenía adónde ir, y me mostró una prenda que tenía las iniciales de mi abuela.— Está bien, nos ayudará a cuidar a los niños y hacer algunas tareas de la casa.—Muchas gracias, señorita. Tome, ella me dió esta prenda para que se la diera a usted encargándose encarecidamente de decirle, que debía usarla en su mano siempre. La tomé de lo más intrigada dándome cuenta que hacía combinación con las gotas de agua que tenía colgadas de mi cuello, era un precioso anillo que me quedaba a la perfección, el cual me coloqué enseguida. Mirando como ella asentía y sonreía complacida por yo hacerlo. Después de regresar del pueblo con la Madre Superiora, me encerré en mi cuarto pid