205. AMIGOS

Nos quedamos otra vez en silencio mirando el fuego sin saber que decir, tomé despacio mi té y pude ver cómo él miraba las botellas de licor a su lado, por lo que le dije.

—Puede beber usted si desea algún trago fuerte capitán, de cualquiera de las bebidas que ve a su alrededor o de allí del bar aquel que se muestra en la esquina. Sé que hace mucho frío y los hombres prefieren tomar un trago de ron que de té.

—Estoy llegando a pensar que usted lee mi pensamiento señorita Ángel. Aceptaré un trago de ron de este mismo que tengo aquí a mi lado, aunque no fumaré como me apetece para no molestar.

— Muchas gracias capitán, muchas gracias.

—No hay nada que agradecer, señorita Ángel. Su hospitalidad y consideración son verdaderamente apreciadas. Y en cuanto a fumar, si no le molesta que lo haga al aire libre, estaré más que contento de respetar sus preferencias en su hogar.

Mientras hablamos, no puedo evitar notar la calidez y la comodidad que se siente en esta habitación. A pesar de l
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