Ante mi grito, Julián se pone de pie de un salto llevándome con él y corre a coger su bastón. Golpea fuerte con él en el piso y comienza a conjurar. Yo prácticamente me meto dentro de su ropa aterrada con mis ojos cerrados. Y aun así puedo ver esa sombra negra aproximándose a mí, y justo cuando me va a alcanzar. Todas mis prendas que esta vez las tengo puestas nos iluminan a ambos, y escucho a Julián decir.—¡¿Tú?! ¿Qué haces aquí? ¡Márchate, ella no te pertenece, es mi mujer, mía! Y golpeó muy fuerte el piso con su bastón sin dejar de decir cosas ininteligibles para mí. Se detuvo, la sombra extraña se mantenía fuera del círculo de luz que nos rodeaba. Julián tomó mi rostro y me hizo mirarlo a los ojos.—¿Confías en mí?—Sí.—No dejes de mirarme a los ojos, y vamos a avanzar hasta salir de la habitación, así como estamos. No dejes de mirarme mi Ángel.—Está bien —dije aterrada—. ¿Pero cómo voy a caminar de espaldas? No había terminado de decirlo, con su brazo izquierdo rodeó mi cint
Ella me mira sin decir nada, pero no insiste y con cariño se sienta a mi lado ya comienza a hablar.—Sí, todos estamos bien. Es increíble el avance que han hecho en tan solo dos días las jóvenes en la costura y el bordado —me cuenta emocionada— estoy admirada de lo rápido que aprenden y cómo les gusta, me pregunto si pudieras regalarles a todas los bastidores con sus hilos y telas cuando regresen a su casa. —Claro que sí —respondí por inercia, pero al momento noté a Julián que bajaba las escaleras. Por lo que me giré para esperarlo. —Buenos días —saludó muy serio.—Buenos días, mi Julián. Te estaba esperando para que te hagas cargo de todo a partir de hoy. Aquí la hermana Caridad, me preguntaba si podemos regalar los bastidores de bordar a las jóvenes del pueblo, le dije que sí. ¿Tú qué opinas? Todos, incluyendo a Julián, se quedaron observándome como si me hubiese vuelto loca, le abrí los ojos con disimulo y reaccionó.—Creo que es una muy buena idea, mi Ángel. Es más, daré orden
Dejé a las hermanas, mirándome extrañadas ante mi respuesta. No quería preocuparse, pero había comprendido lo que me advertía mi esposo. Primero debíamos solucionar lo de la maldición y todo esto que nos rodeaba, y luego les diría, aprovechando que Julián me llamaba, me despedí de ellas evitando con ello que siguieran interrogándome y fui rápido a ver que quería.—Debemos ir a ver si todo afuera marcha bien. ¿Estás segura de que quieres hacer esto? —me preguntó muy bajo. —Ya te dije que debemos ser prudentes y esperar el tiempo, buscaré otra manera de hacer que mi gente sienta la misma confianza en mí de antes.—Sí, quiero hacerlo, deseo que todo el mundo sepa que eres el que manda aquí, y que te deben respeto —respondí segura.—Si lo haces por mi gente, ya saben que eres mía —volvió a decirme en lo que avanzábamos rumbo a la puerta de salida.—Julián deja de oponerte, no me vas a convencer de hacer lo contrario —le dije muy firme y me giré para mirarlo a sus ojos— te amo Julián, no
—Hoy cuando vayamos para el cuarto te lo diré. Ahora están esperando por nosotros, vamos. Nos introdujimos en el recibidor, donde cambié mis zapatos por unos secos que Dolores me había traído, junto a un abrigo. Tomaza me hizo tomar una bebida caliente, y luego nos dirigimos al comedor donde nos sentamos en silencio. Las hermanas me preguntaron por lo bajo que me pasaba.—Nada, me emocioné en la tumba de mis padres —respondí, y ellas me creyeron. Julián esta vez se sentó en la esquina de la mesa conmigo a la derecha y colocó su bastón detrás de mi silla. Casi no podía comer ni participar de la charla. El padre Bartolomé estaba muy entusiasmado, todavía no habían terminado de ingerir todos los alimentos, y ya se había levantado y dirigido al salón que era donde comían todos los del pueblo, y colocándose en el centro de la habitación.—Queridos amigos, necesito que me atiendan —comenzó a hablar. —Quiero explicar la idea de la hermana Caridad, a todos los habitantes del pueblo y que le
… Hace muchos días que no escribo, es que no podía levantarme, después de unos brebajes de Tata Julián me siento un poco mejor y lo he hecho. Luz María tuvo una hermosa niña de ojos azules muy grandes y brillantes, es una mezcla de sus padres, todavía no deciden qué nombre ponerle, aunque yo pienso que no lo quieren decir, a pesar de que ha transcurrido casi una semana de su nacimiento. Le decimos Lucecita, como a su madre, de cariño por lo linda que es, da la impresión que ilumina todo a su alrededor. Magdalena tiene fecha de matrimonio para dentro de tres meses, no sé por qué lo han alejado tanto, me hubiese gustado verla casada antes… … Anoche mientras estaba en mi despacho, después de estar en el salón de negro donde me he encontrado con mi almohada en un lugar del mismo. Me visitaron los personajes siniestros, me han dicho que todo está terminado para mi raza que al fin desaparecerá, pues muy pronto el último vástago dejará de existir y que nadie puede salvarle. Que se adueñaran
Por muchos años no vuelve a escribir en su diario, pareciera que lo olvidó por completo, revisé varios libros de ella. Pero solo a veces hacía referencia, alguna actividad que debía recordar, o algún negocio o visita importante. Sigue sin tener noticias de mis padres y de mí, vuelve a escribir el día que recibe una carta anunciándole de la muerte de mis padres por parte del detective. Pobre abuela, que terrible, nunca más vio a mi papá. Pienso, mientras leo, que ella se debe haber sentido muy sola en ésta enorme casa. Porque en verdad lo estaba.… Hoy ha llegado la noticia de la muerte de mi querido Lorencito y su esposa Luz María, me dicen que, en un accidente, pero nadie sabe explicarme cuál. He encargado trasladar sus cuerpos para el cementerio familiar, no es justo que mi hijo descanse en tierras lejanas, que triste me encuentro, ya no tengo por qué seguir viviendo… Me doy cuenta de que a ella también le dijeron lo mismo que a mí, que murieron en un accidente en extrañas circunst
Bajo las escaleras y como siempre, me lo encuentro atareado en el jardín. Lo llamo y le explico lo que quiero. Le pregunto por Julián y me dice que lo había visto en compañía de unos obreros rumbo a la salida. Sé que le dije que lo haríamos todo juntos, pero la curiosidad me mata. Entramos en el despacho, estaba ocupado con el abogado que al verme se ha puesto de pie diligentemente, le he pedido que por favor nos deje a solas; sin mucho esfuerzo Aurelio ha movido el gran reloj que sigue dando las horas impasiblemente y justo detrás, endosada a la pared vemos la puerta de la caja fuerte. Nos quedamos expectantes, luego recordé lo que decía de la combinación, que tendría el nombre del elegido y como parece que soy yo, entonces será mi nombre la clave, pero hay un problema, la cerradura solamente tiene números, como voy a hacer, le pregunto a Aurelio. —Muy fácil, mi Ángel.He dado un salto del susto ante la voz que al girarme no es otra que la de mi Julián. —¡Por Dios, mi Julián, qu
Está detenido frente al despacho donde dejara a Ángel con Aurelio. Tiene tantas cosas que hacer, pero la alegría que experimenta al darse cuenta que todo lo que le revelaron sus santos se está cumpliendo es inmensa. Tiene que salir de la casa o todos se darán cuenta. ¡Al fin terminará todo, al fin podrán descansar! Ahora le preocupa esa nueva amenaza contra su Ángel. ¿Cómo es que ha podido aparecer acá? Esa mujer la conoció en África mucho antes de que los trajeran, la despreció, no quiso casarse con ella. Que furiosa lo maldijo, diciendo que jamás encontraría el verdadero amor, y el día que lo encontrara, estaría allí para arrebatárselo. ¿Será ella o la primera Ángel? Quizás esta última tomó su forma para confundirlo, o a lo mejor es lo contrario. ¿Cómo saber quién es quién? Se pregunta en lo que comienza a bajar las escaleras, donde lo están esperando las hermanas para que les dé lo que le dijera. Las lleva con él a dónde se encuentra todo sin dejar de pensar en lo que teme. Al