109. LECTURA

—¿Querida, has experimentado algo de eso? —pregunta sor Inés.

—No, gracias a Dios —respondo enseguida— después de que me puse la gota de agua que le dijo el hada a Jacinta, no he vuelto a experimentar nada raro.

—Gracias a Dios, sería terrible pasar el día mirando cosas y sombras a tu alrededor. ¡Jesús! ¡Dios nos proteja de tal desgracia —hablo sor Caridad.

—Así es, menos mal que me privaron de eso, porque como mismo cuenta él, el crucifijo este que me regaló el padre, no hizo mucho efecto contra esas cosas. Solo me hizo sentir protegida —explico— aunque seguían apareciendo las cosas, no se me acercaban como al inicio antes de tenerlo.

—Eso es muy bueno, sigamos leyendo.

… Anoche fue un infierno para mí, no sé como logro mantenerme con razón hoy, escribo para no enloquecer. Me encontraba en el despacho revisando unas cuentas cerca de las doce de la noche, cuando de pronto la puerta se abrió de un tirón, un aire helado entró azotándome el rostro, las campanadas del reloj comenzaron a s
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