Val sintió un fuerte mareo cuando el auto se detuvo chocando de costado contra el edificio, los vidrios se rompieron y le cortaron la piel. Se quedó un segundo ahí, magullada y dolorida, mareada, hasta que sintió que unas manos fuertes la agarraron por el brazo y la sacaron con fuerza del auto. Los pies de Val se arrastraron por el suelo, pero una fuerza abrumadora la levantó. Cuando levantó la mirada se encontró con la de Alexander, le sangraba la cara y tenía los ojos abiertos en una expresión de profundo miedo, entonces Val lo entendió. Alexander no era nada, no era nadie, solo era un hombre con traumas y dinero que quería más y más dinero, sin moral y ruin, pero un hombre, al fin y al cabo. Ahora sin los hombres que compraba su dinero estaba asustado y perdido, desesperado. Val entendió que, aunque no podía subestimarlo, había pasado todos esos años sobreestimándolo y aquello era igual de peligroso. Ya estaba caído, ya no había marcha atrás y él lo sabía. Un hombre que no ten
Muchas gracias por llegar hasta aquí, de verdad, no saben todo lo que significa para nosotros cada comentario y reacción por parte de las maravillosas lectoras de esta app. Me han seguido en un camino muy largo. Como saben, todas mis historias están conectadas, y esta no tendrá exepción, a continuación seguirá la novela de Itsac, nuestro sexy y solitario mexicano. La protagonista de esta historia será otro personaje secundario de mis anteriores historias, comenzó en los rostros del CEO como la hermana del protagonista, luego apareció en EL CEO vagabundo y la hija mimada del millonario donde acabó en el altar... muchas la conocen como la gemela buena, y es la guapa Helene Back. No es necesario que hayan leído las anteriores historias para entenderla, pero mientras se estrena podrían ir a leerlas. jejeje La nueva historia se llamará Vuelo de amor con el CEO, y como imaginan, allá aparecerá nuevamente Toro y Keira, Ana leticia y también un par de personajes de el CEO Vagabundo. es
19 años antes. La tormenta azotó la ciudad con una violencia brutal, dentro del hospital, las paredes temblaron amenazando con ceder ante la ventisca y el ruido del techo se mezclaba con los gritos de ambas mujeres en la sala de parto. Cuando Eva sintió que el cuerpo de su pequeña hija salió de su cuerpo lanzó un último grito de dolor y luego dejó caer la cabeza. Las luces del hospital titilaron con un fuerte relámpago y ella miró a su bebé. — ¿Cómo está? — preguntó con la respiración agitada y el doctor la miró, lucía pálido. — La bebé tiene un problema, la llevaremos a la sala de neonatos. — ¡Espere! — gritó Eva —. Déjeme verla — la enfermera la mostró, era muy pequeña, del cabello oscuro. Luego se la llevaron. Las luces titilaron de nuevo, la tormenta en vez de mermar aumentaba cada minuto. Eva se puso de pie, casi no tenía fuerzas, pero se vistió lo mejor que pudo y se puso de pie. A su lado, y sólo separada por una cortina otra mujer dio un último grito antes de que su be
El policía tocó la puerta con dos golpes fuertes, la llamada anónima que había recibido sobre el maltrato a una joven en esa casa lo había tomado por sorpresa, había pasado muchas veces por ahí, pero nunca había visto una muchacha como describieron en la llamada. — ¿Qué necesita? — le preguntó la mujer que abrió la puerta. — Recibí un llamado de que en esta casa estaban golpeando a una joven — dijo el policía. Valentina escuchó todo esto a lo lejos, la discusión con su padre se había salido de las manos, el hombre la había empujado por las escaleras y estaba mareada, sentía como la sangre le bajaba por la espalda. — Señor, aquí no hay nadie, estoy sola — le repuso su madre al policía, pero el hombre no parecía conforme. — Recibí un llamado… — Es mentira, aquí no hay nadie — repuso su madre, Valentina quiso llamarlo para que la ayudara, pero no podía hablar. — Voy a entrar — dijo el policía y empujó a la mujer que lo empujó de vuelta. — Si no tiene una orden, no puede ent
Val sintió que perdió las fuerzas cuando la persona la tiró de la mano y la escondió en el callejón oscuro. trató de huir, pero la voz de la mujer que le habló se le hizo familiar. — Hija, ¡soy yo! — ¿Salma? Era su vecina, la única persona amable con ella. — ¿Qué haces aquí? — Me enteré de todo, lo siento, todo el barrio cree que estás muerta, tus papás están en casa como si nada, pero tenemos que salir de aquí, tu mamá te vendió a un hombre millonario, tenemos que salir de aquí. Con mucha dificultad la vecina la ayudó a salir del callejón del hospital sin ser vistas por los hombres que buscaban desesperados a Val y cuando estaban en la calle la lluvia comenzó a caer. — No tengo a donde ir — dijo Val y Salma negó. — Lo mejor es que vuelvas a casa con tus padres, a pesar de todo, cuando el policía vuelva debes estar ahí, él te ayudará — Val se limpió las lágrimas. — Ellos no son mis padres, quieren venderme — la expresión de su vecina se ensombreció. — ¿Qué? No esperaba
Cuando Val despertó, lo primero que sintió fue una cálida manta sobre su cuerpo. El dolor seguía en ella, le dolía respirar e incluso moverse, pero estaba realmente cómoda. Abrió los ojos con lentitud y descubrió un techo impolutamente blanco, con un candelabro de luces cálidas. Estaba sobre una cama y había una sonda con suero pegada a su mano, estaba limpia y seca y al recordar todo lo que le había sucedido desde que su padre la empujó por las escaleras le pareció que había sido un mal sueño, una pesadilla. Pero el hecho de estar en una cama que no era la suya la hizo regresar a la realidad. Cayó sentada de golpe, como si su cuerpo estuviera alerta a un ataque y miró alrededor. Desde donde estaba, se podía ver el mar a través de la ventana, eso significaba que no estaba lejos del centro de la ciudad. — Al fin despiertas — le dijo una voz y Val se volvió para verlo, era un hombre alto, con el cabello y los ojos tan oscuros que era realmente intimidante. Le costó un poco reconocer
Un año después. Después de la “boda” Val había regresado a la casa con Gael. Lo cierto es que no era más que un trato comercial todo aquello, el hombre no la había tocado y le había dejado una linda habitación al final del pasillo en su casa y después de contarle los primeros pasos de su venganza, se había deslindado de ella. Trabajaba todo el día y pasaban meses enteros sin siquiera verse el rostro mientras Val se preparaba, estudiaba y se educaba. — Es un hombre ocupado — le había dicho Rosita, una de las empleadas. — Pero no sé nada de él. — Ah, no lo sabrás si él no quiere — las pocas veces que Val y él entablaron conversaciones el hombre le decía: — No debes olvidar todo lo que te han hecho, Val — le dijo unas semanas después de casados cuando Val dudaba de la venganza —. Mis informantes me dijeron que la señora del palacio de los Vadell mandó a un sicario a matarte esa misma noche, una mujer que manda a matar a su propia hija para que no la avergüence en sociedad, recuerda
Val despertó en la casa de sus padres biológicos de un sobresalto, cada noche las pesadillas la atormentaban, soñaba con su caída por las escaleras, con la voz de su madre diciéndole que no era su hija y el dolor de todo lo que vino después. Pero aquellas pesadillas siempre tenían algo en común, y era que la sensación de angustia desaparecía cuando llegaban los oscuros ojos de Gael Belmonte. El hombre la había rescatado, le había dado un techo y un propósito y ella se lo agradecería de por vida, pero más allá de eso, podía contar con los dedos de las manos las veces que lo había visto. Vivía en su casa, pero no lo veía. A veces tomaba viajes de negocios que duraban semanas o incluso meses, y cuando estaba en la ciudad, llegaba en la noche y se iba en la madrugada. Val imaginó que la sensación que le provocaba no era más que agradecimiento, era imposible que comenzara a sentir cosas por un hombre que apenas había visto, pero la última semana… había estado tan pendiente de ella que