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4| Como empieza la venganza.

Un año después.

Después de la “boda” Val había regresado a la casa con Gael. Lo cierto es que no era más que un trato comercial todo aquello, el hombre no la había tocado y le había dejado una linda habitación al final del pasillo en su casa y después de contarle los primeros pasos de su venganza, se había deslindado de ella.

Trabajaba todo el día y pasaban meses enteros sin siquiera verse el rostro mientras Val se preparaba, estudiaba y se educaba.

— Es un hombre ocupado — le había dicho Rosita, una de las empleadas.

— Pero no sé nada de él.

— Ah, no lo sabrás si él no quiere — las pocas veces que Val y él entablaron conversaciones el hombre le decía:

— No debes olvidar todo lo que te han hecho, Val — le dijo unas semanas después de casados cuando Val dudaba de la venganza —. Mis informantes me dijeron que la señora del palacio de los Vadell mandó a un sicario a matarte esa misma noche, una mujer que manda a matar a su propia hija para que no la avergüence en sociedad, recuerda eso cuando tengas dudas.

Ana Leticia tenía un novio, Caleb, el hombre que Val había visto en la tarima esa noche, el hombre era socio de la farmacéutica y Gael tenía contacto con él. Val no sabía ciertamente qué relación tenían ambos hombres, pero si eran amigos…

Se preguntaba cómo Gael se hacía llamar amigo del hombre si conspiraba en contra de su futura familia, pero a Val no le importó, solo le importaba que ese hombre, Caleb, sería el punto clave de su venganza, por eso había pasado meses aprendiendo, estudiando y preparándose. Sería un plan difícil pero gratificante, todos lo que le hicieron daño pagarían con creces, pero tenía que tener paciencia.

El plan era claro, Val tendría que ser la chef personal de Caleb, el prometido de Ana Leticia. El hombre tenía diabetes y necesitaba una persona especializada para que preparara cada una de sus comidas, por eso estaba ahí, sentada en la silla del café, con el corazón acelerado.

Un auto lujoso se detuvo frente a la cafetería y el hombre en cuestión bajó, Val pensó que era muy atractivo, con un cuerpo ancho pero ágil y el cabello de un rubio claro como la arena, similar al suyo… a como era antes de teñirlo de oscuro con pintura temporal para encubrir su identidad. También usó maquillaje y unos lentes grandes.

— ¿Eres Val? — le preguntó él sentándose a su lado. Habían decidido usar su nombre real, resulta que los Vadell se preocupaban tan poco de ella que nunca les importó saber cómo se llamaba.

— Soy yo, es un gusto — le tendió la mano y el hombre le dio un fuerte apretón, tenía una palma delgada y fría.

— Mi amigo Gael me ha hablado muy bien de ti, dice que eres una excelente cocinera — Val asintió, por alguna razón estaba nerviosa, llevaban muchos meses planeando y ahora al fin había llegado el momento — ¿Dónde se conocieron?

— En Brasil, allá nos conocimos y él me ayudó a conseguir trabajo aquí, pero cuénteme de usted, es socio de una de las farmacéuticas más grandes del mundo.

— BioGen es la mejor en su área, y aun así no puedo curar mi propia enfermedad — el hombre hablaba en tono serio —. Espero que entiendas lo importante que es este trabajo, mis comidas deben ser creadas con estudiada precisión, mi azúcar en la sangres es riesgoso y la insulina a veces no es suficiente — en palabras de Gael, ese hombre era un ser arrogante en exceso —. Mi salud siempre es lo más importante, si haces algo que me haga daño lo pagarás caro — Val asintió insegura, no tenía que fingir que la intimidaba como era el plan, la intimidaba en la vida real.

— No haré nada que le haga daño.

— ¿Entonces estás dispuesta a ser mi chef personal? — ella asintió —. Bien entonces comienzas esta noche.

Se dieron un fuerte apretón de despedida y cuando estuvo sola Val dejó escapar el aliento.

— Está hecho — le dijo a Gael por el teléfono.

— Muy bien, Valentina, prepara todo para irte a vivir a la mansión de tus padres.

Val le preguntó un par de veces a Gael por qué debían casarse para que él la ayudara, y el hombre sólo le comentó que era parte del plan.

Cuando llegó a la mansión, la noche ya había caído, tocó un par de veces la puerta y le abrió un empleado.

Val tuvo miedo de que la reconociera de la primera vez que estuvo ahí, pero no podía, se había teñido el cabello más oscuro con tinte temporal. Además, ese día estaba tan herida de su garganta que su voz era completamente diferente.

— Soy la nueva chef personal del yerno del dueño de este lugar — le dijo al hombre que la dejó entrar.

La mansión era una lugar espléndido, vibrante y lujoso y Val se preguntó qué hubiese sido de su vida si hubiera crecido ahí.

Pero esa pregunta no tenía respuesta porque sus padres biológicos habían decidido abandonarla cuando supieron la verdad… y pagarían por ello.

— Valentina — le dijo Caleb cuando apareció por las escaleras —. Bienvenida — le indicó a uno de los empleados que recibiera la maleta que ella cargaba.

— Gracias, don Caleb, le prometo que haré un excelente trabajo — él asintió.

— Vivirás aquí, pero deberás estar pendiente de mí, preparar cada una de mis comidas y empacar las que llevaré a la oficina, no puedo comer nada afuera y… mira, te presento a mi suegra, Keira — Val sintió que se le fue la vida en el aliento que dejó escapar, dio la vuelta y se encontró con su mamá biológica, era alta y tenía el cabello de un castaño oscuro.

— ¿Quién es? — preguntó la mujer y Val sintió alivio, no la había reconocido de aquella noche.

— Es Valentina…

— Luna — dijo Val, ese era el apellido inventado por Gael —. Valentina Luna, pero todos me dicen Val.

La mujer se acercó y la miró a la cara, con una extraña sensación Val le tendió la mano y cuando su madre la estrechó sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Sintió ganas de llorar y desmayarse en ese mismo momento.

— Bienvenida a mi hogar, Val. Espero que te agrade mi familia.

— Sé que me agradará, gracias — Val aprendió a controlar sus emociones para que no la delataran, pero por dentro estaba muriendo. Esa era su madre, la que la había traído a este mundo… la que la había mandado matar.

— ¿Necesitas una chef privada? — le preguntó Keira a su yerno y él asintió.

— Hace una semana casi muero por la cena de tú empleada, una noche en el hospital me enseñó que alguien cualificado debe encargarse de mí.

— Entiendo, parece que estarás en buenas manos — le dio un guiño de ojo a Val y luego la miró extrañada, como si en el fondo supiera quien era —. ¿Te he visto antes? — Valentina negó, luego ladeó la cabeza.

— Soy amiga de un amigo de Caleb, tal vez nos hemos topado por ahí — dijo nerviosa y la mujer le dio una extraña caricia en el hombro.

— Sí, puede ser. Bienvenida nuevamente, Val — y se fue.

Valentina dejó escapar el aliento mientras Caleb le enseñaba la cocina.

— ¡Amor! — una voz irritante vino de la parte superior de las escaleras. Val se volteó y se encontró con Ana Leticia, la hija equivocada.

Val imaginó al principio que era tan inocente como ella, pero gracias a que Gael era tan allegado a la familia Val supo que era una de las principales culpables de todo, conocía sus sucios secretos y estaba ahí para que cayera también.

— ¿Quién es esta? — preguntó dándole un beso posesivo a su novio y mirándola con recelo.

— Es mi chef personal — le dijo el hombre.

— Soy Val — le estiró la mano y la muchacha la agarró con fastidio, era tan delgada y fría como la de una víbora. Luego se limpió la mano y Val se aguantó las ganas de limpiarse también.

— ¿Y tenía que ser mujer? — preguntó celosa y Caleb la miró mal.

— No comiences con eso ahora — la regañó el hombre, luego le indicó a Val donde sería su habitación y la muchacha se fue para allá.

Era un cuarto feo y lleno de humedad, con un catre como cama y un armario roído.

Tomó el celular y llamó a Gael.

— ¿Ahora qué? — odiaba que lo estuviera llamando.

— Ya estoy dentro.

— Que bueno, Valentina, ya verás que todo saldrá bien… — Val apretó contra el pecho el celular cuando la puerta se abrió de golpe y Ana Leticia apareció.

— Eres hermosa — le dijo y Val la miró extraño, sin entender.

— Gracias.

— No es un halago, mustia, sé por qué estás aquí. Mi Caleb es el hombre más codiciado del país y lleva siendo mi novio un par de años, me ha costado mucho trabajo incluso que vivamos bajo la misma casa mientras nos casamos, y no permitiré que una arrastrada como tú me lo quite.

— Señorita, yo no pretendo…

— No me importa que pretendas. Ni te acomodes, porque haré que él mismo te despida — dio la vuelta y se fue. Val se puso de nuevo el celular en el oído. Si tenía que soportar esas humillaciones constantes quería saber algo primero.

— Quiero que me digas ahora qué es lo que esta familia te hizo y de qué te vas a vengar — le preguntó a Gael pero él no contestó, al igual que durante todos esos meses.

— No te preocupes por eso, el plan continúa, ¿estás lista? — Val recordó el dolor que había sentido en su vida y asintió.

— Lista.

— Bien. El siguiente paso: Enamora a Caleb y encuentra la información que necesitamos.

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