Un año después.
Después de la “boda” Val había regresado a la casa con Gael. Lo cierto es que no era más que un trato comercial todo aquello, el hombre no la había tocado y le había dejado una linda habitación al final del pasillo en su casa y después de contarle los primeros pasos de su venganza, se había deslindado de ella.
Trabajaba todo el día y pasaban meses enteros sin siquiera verse el rostro mientras Val se preparaba, estudiaba y se educaba.
— Es un hombre ocupado — le había dicho Rosita, una de las empleadas.
— Pero no sé nada de él.
— Ah, no lo sabrás si él no quiere — las pocas veces que Val y él entablaron conversaciones el hombre le decía:
— No debes olvidar todo lo que te han hecho, Val — le dijo unas semanas después de casados cuando Val dudaba de la venganza —. Mis informantes me dijeron que la señora del palacio de los Vadell mandó a un sicario a matarte esa misma noche, una mujer que manda a matar a su propia hija para que no la avergüence en sociedad, recuerda eso cuando tengas dudas.
Ana Leticia tenía un novio, Caleb, el hombre que Val había visto en la tarima esa noche, el hombre era socio de la farmacéutica y Gael tenía contacto con él. Val no sabía ciertamente qué relación tenían ambos hombres, pero si eran amigos…
Se preguntaba cómo Gael se hacía llamar amigo del hombre si conspiraba en contra de su futura familia, pero a Val no le importó, solo le importaba que ese hombre, Caleb, sería el punto clave de su venganza, por eso había pasado meses aprendiendo, estudiando y preparándose. Sería un plan difícil pero gratificante, todos lo que le hicieron daño pagarían con creces, pero tenía que tener paciencia.
El plan era claro, Val tendría que ser la chef personal de Caleb, el prometido de Ana Leticia. El hombre tenía diabetes y necesitaba una persona especializada para que preparara cada una de sus comidas, por eso estaba ahí, sentada en la silla del café, con el corazón acelerado.
Un auto lujoso se detuvo frente a la cafetería y el hombre en cuestión bajó, Val pensó que era muy atractivo, con un cuerpo ancho pero ágil y el cabello de un rubio claro como la arena, similar al suyo… a como era antes de teñirlo de oscuro con pintura temporal para encubrir su identidad. También usó maquillaje y unos lentes grandes.
— ¿Eres Val? — le preguntó él sentándose a su lado. Habían decidido usar su nombre real, resulta que los Vadell se preocupaban tan poco de ella que nunca les importó saber cómo se llamaba.
— Soy yo, es un gusto — le tendió la mano y el hombre le dio un fuerte apretón, tenía una palma delgada y fría.
— Mi amigo Gael me ha hablado muy bien de ti, dice que eres una excelente cocinera — Val asintió, por alguna razón estaba nerviosa, llevaban muchos meses planeando y ahora al fin había llegado el momento — ¿Dónde se conocieron?
— En Brasil, allá nos conocimos y él me ayudó a conseguir trabajo aquí, pero cuénteme de usted, es socio de una de las farmacéuticas más grandes del mundo.
— BioGen es la mejor en su área, y aun así no puedo curar mi propia enfermedad — el hombre hablaba en tono serio —. Espero que entiendas lo importante que es este trabajo, mis comidas deben ser creadas con estudiada precisión, mi azúcar en la sangres es riesgoso y la insulina a veces no es suficiente — en palabras de Gael, ese hombre era un ser arrogante en exceso —. Mi salud siempre es lo más importante, si haces algo que me haga daño lo pagarás caro — Val asintió insegura, no tenía que fingir que la intimidaba como era el plan, la intimidaba en la vida real.
— No haré nada que le haga daño.
— ¿Entonces estás dispuesta a ser mi chef personal? — ella asintió —. Bien entonces comienzas esta noche.
Se dieron un fuerte apretón de despedida y cuando estuvo sola Val dejó escapar el aliento.
— Está hecho — le dijo a Gael por el teléfono.
— Muy bien, Valentina, prepara todo para irte a vivir a la mansión de tus padres.
Val le preguntó un par de veces a Gael por qué debían casarse para que él la ayudara, y el hombre sólo le comentó que era parte del plan.
Cuando llegó a la mansión, la noche ya había caído, tocó un par de veces la puerta y le abrió un empleado.
Val tuvo miedo de que la reconociera de la primera vez que estuvo ahí, pero no podía, se había teñido el cabello más oscuro con tinte temporal. Además, ese día estaba tan herida de su garganta que su voz era completamente diferente.
— Soy la nueva chef personal del yerno del dueño de este lugar — le dijo al hombre que la dejó entrar.
La mansión era una lugar espléndido, vibrante y lujoso y Val se preguntó qué hubiese sido de su vida si hubiera crecido ahí.
Pero esa pregunta no tenía respuesta porque sus padres biológicos habían decidido abandonarla cuando supieron la verdad… y pagarían por ello.
— Valentina — le dijo Caleb cuando apareció por las escaleras —. Bienvenida — le indicó a uno de los empleados que recibiera la maleta que ella cargaba.
— Gracias, don Caleb, le prometo que haré un excelente trabajo — él asintió.
— Vivirás aquí, pero deberás estar pendiente de mí, preparar cada una de mis comidas y empacar las que llevaré a la oficina, no puedo comer nada afuera y… mira, te presento a mi suegra, Keira — Val sintió que se le fue la vida en el aliento que dejó escapar, dio la vuelta y se encontró con su mamá biológica, era alta y tenía el cabello de un castaño oscuro.
— ¿Quién es? — preguntó la mujer y Val sintió alivio, no la había reconocido de aquella noche.
— Es Valentina…
— Luna — dijo Val, ese era el apellido inventado por Gael —. Valentina Luna, pero todos me dicen Val.
La mujer se acercó y la miró a la cara, con una extraña sensación Val le tendió la mano y cuando su madre la estrechó sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Sintió ganas de llorar y desmayarse en ese mismo momento.
— Bienvenida a mi hogar, Val. Espero que te agrade mi familia.
— Sé que me agradará, gracias — Val aprendió a controlar sus emociones para que no la delataran, pero por dentro estaba muriendo. Esa era su madre, la que la había traído a este mundo… la que la había mandado matar.
— ¿Necesitas una chef privada? — le preguntó Keira a su yerno y él asintió.
— Hace una semana casi muero por la cena de tú empleada, una noche en el hospital me enseñó que alguien cualificado debe encargarse de mí.
— Entiendo, parece que estarás en buenas manos — le dio un guiño de ojo a Val y luego la miró extrañada, como si en el fondo supiera quien era —. ¿Te he visto antes? — Valentina negó, luego ladeó la cabeza.
— Soy amiga de un amigo de Caleb, tal vez nos hemos topado por ahí — dijo nerviosa y la mujer le dio una extraña caricia en el hombro.
— Sí, puede ser. Bienvenida nuevamente, Val — y se fue.
Valentina dejó escapar el aliento mientras Caleb le enseñaba la cocina.
— ¡Amor! — una voz irritante vino de la parte superior de las escaleras. Val se volteó y se encontró con Ana Leticia, la hija equivocada.
Val imaginó al principio que era tan inocente como ella, pero gracias a que Gael era tan allegado a la familia Val supo que era una de las principales culpables de todo, conocía sus sucios secretos y estaba ahí para que cayera también.
— ¿Quién es esta? — preguntó dándole un beso posesivo a su novio y mirándola con recelo.
— Es mi chef personal — le dijo el hombre.
— Soy Val — le estiró la mano y la muchacha la agarró con fastidio, era tan delgada y fría como la de una víbora. Luego se limpió la mano y Val se aguantó las ganas de limpiarse también.
— ¿Y tenía que ser mujer? — preguntó celosa y Caleb la miró mal.
— No comiences con eso ahora — la regañó el hombre, luego le indicó a Val donde sería su habitación y la muchacha se fue para allá.
Era un cuarto feo y lleno de humedad, con un catre como cama y un armario roído.
Tomó el celular y llamó a Gael.
— ¿Ahora qué? — odiaba que lo estuviera llamando.
— Ya estoy dentro.
— Que bueno, Valentina, ya verás que todo saldrá bien… — Val apretó contra el pecho el celular cuando la puerta se abrió de golpe y Ana Leticia apareció.
— Eres hermosa — le dijo y Val la miró extraño, sin entender.
— Gracias.
— No es un halago, mustia, sé por qué estás aquí. Mi Caleb es el hombre más codiciado del país y lleva siendo mi novio un par de años, me ha costado mucho trabajo incluso que vivamos bajo la misma casa mientras nos casamos, y no permitiré que una arrastrada como tú me lo quite.
— Señorita, yo no pretendo…
— No me importa que pretendas. Ni te acomodes, porque haré que él mismo te despida — dio la vuelta y se fue. Val se puso de nuevo el celular en el oído. Si tenía que soportar esas humillaciones constantes quería saber algo primero.
— Quiero que me digas ahora qué es lo que esta familia te hizo y de qué te vas a vengar — le preguntó a Gael pero él no contestó, al igual que durante todos esos meses.
— No te preocupes por eso, el plan continúa, ¿estás lista? — Val recordó el dolor que había sentido en su vida y asintió.
— Lista.
— Bien. El siguiente paso: Enamora a Caleb y encuentra la información que necesitamos.
Val despertó en la casa de sus padres biológicos de un sobresalto, cada noche las pesadillas la atormentaban, soñaba con su caída por las escaleras, con la voz de su madre diciéndole que no era su hija y el dolor de todo lo que vino después. Pero aquellas pesadillas siempre tenían algo en común, y era que la sensación de angustia desaparecía cuando llegaban los oscuros ojos de Gael Belmonte. El hombre la había rescatado, le había dado un techo y un propósito y ella se lo agradecería de por vida, pero más allá de eso, podía contar con los dedos de las manos las veces que lo había visto. Vivía en su casa, pero no lo veía. A veces tomaba viajes de negocios que duraban semanas o incluso meses, y cuando estaba en la ciudad, llegaba en la noche y se iba en la madrugada. Val imaginó que la sensación que le provocaba no era más que agradecimiento, era imposible que comenzara a sentir cosas por un hombre que apenas había visto, pero la última semana… había estado tan pendiente de ella que
Val abrió la boca para contestar, pero tenía la lengua pegada al paladar, su padre avanzó hacia ella con el mentón levantado y la tomó del brazo con fuerza.— ¿Qué estás haciendo aquí? — le preguntó de nuevo y Val trató de zafarse, pero el hombre la tenía bien sujeta.Agradeció que el año que había pasado más el maquillaje y los lentes impedían que el hombre la reconociera, pero sin duda tenía ese mismo horrible carácter.— Lo siento — dijo en un tono sumiso, aunque quisiera lo contrario — caminaba por el corredor, la puerta estaba abierta y desde allá pude ver el cuadro de su familia, así que entré a verlo — Alexander miró alrededor, como si pudiera notar si faltaba algo. Su expresión se relajó, pero no la soltó.— ¿Quién eres?— Me llamo Valentina Luna, soy la nueva chef privada de su yerno Caleb — el hombre la soltó y ella se aguantó las ganas de acariciarse el brazo donde le había quedado una sensación helada.— No me importa quién seas, cada empleado de esta casa sabe que mi ofic
Val caminó dos pasos hacia atrás confundida y alterada, era la primera vez que veía a la mujer desde que la dejó esa noche abandonada en el hospital y sintió como se le bajó hasta la presión. Cayó sentada en el mueble de la sala principal y Eva entró en la mansión. Estaba visiblemente más delgada y ojerosa. — Mi niña — le dijo — no sabes cuando te he extrañado. Te busqué después, pero nunca pude volver a encontrarte, te extrañamos en casa. — ¿Qué… qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? — preguntó, se sentía tonta y mareada. — Quise buscarte, pero no te encontré, imaginé que irías a ver a tus padres biológicos así que iba todos los días hasta que al fin te vi, luego te seguí hasta aquí. Me haces falta, de verdad, lamento todo lo que ha pasado — pero Val negó. — ¡Me vendiste¡ — Sólo fue un momento de desesperación, tienes que perdonarnos — se abalanzó hacia Val para darle un abrazo, pero una espalda ancha se atravesó entre ellas, era Gael. — ¡Qué hace usted aquí? — le preguntó a l
Cuando Gael giró hacia la derecha de un volantazo Val cayó sentada sobre sus piernas. El hombre la tomó por la cadera y la regresó a su asiento. — Ponte el cinturón — le ordenó y ella lo hizo con las manos temblorosas, todo lo que había pasado en la casa… era tanto que no tenía tiempo para procesarlo. Su madre… Eva, se veía tan arrepentida, pero todo había sido una trampa para entregarla con el hombre a quien la había vendido. — ¿Quién es ese hombre? — le preguntó a Gael mientras él trataba de escapar por las calles cerradas del barrio. — Siervo es un mafioso pequeño de la ciudad, está más que acostumbrado a comprar la virginidad de muchas jóvenes… de no ser porque estás conmigo él ya te hubiese hecho suya — Val sintió un escalofrío y se aferró con fuerza al asiento. Un par de disparos golpearon el asfalto a su lado. — ¡Nos van a matar! — gritó Val, pero Gael negó. — A ti no, están tratando de darle a las llantas — de otro giro brusco entró a la autopista — aquí los perderemos —
Val caminó detrás de la mujer hacia la sala, toda la casa la sintió en un silencio sepulcral. Su madre biológica tenía el gesto apretado y Val dudó. «¿Me descubrió? » se preguntó asustada. Cuando ambas se sentaron en el mueble ancho la mirada de la mujer se suavizó y Val pasó saliva. — Quiero que disculpes a mi hija — le dijo — es una muchacha voluntariosa, de verdad quiero que nos disculpes. Me enteré de lo que pasó con mi esposo el viernes cuando te regañó por entrar a su oficina, no quiero que pienses que en realidad somos así. — Está bien, señora, no pasa nada yo…— la mujer la tomó de las manos y Val se quedó paralizada con el calor en sus palmas. — Hemos sido una familia muy cerrada, hemos tenido las mismas empleadas por más de treinta años y no estamos acostumbrados a que una persona nueva merodee por ahí — Val asintió sin saber qué más decir — cuando Caleb, el prometido de mi hija se mudó con nosotros fue raro, alguien nuevo en la casa era extraño, sobre todo que debíamos
Val apretó el teléfono contra el oído con fuerza. — ¿De qué me estás hablando, Gael? — preguntó preocupada, el beso con Caleb aún la tenía atontada y no entendía del todo lo que le decía el hombre. — Pues, así como lo escuchas, mi familia se dio cuenta que me casé y te quieren conocer. — ¡Pero esto es un matrimonio falso! — bufó Val. — ¿Y quieres que se lo diga a mi mamá? Eso es imposible, es más fácil fingir por una tarde que evitala, así que pide permiso como sea y ven. — Apenas llevo una semana, ¿Cómo crees que voy a pedir permiso? Además ya comencé con el plan de enamorar a Caleb, ya nos besamos — bueno, Val lo había besado.— ¿Ya lo besaste? — Gael sonó un poco exasperado — pues… que bien, así es el plan, pero no importa, debes venir como sea — y cortó la llamada. Val se dejó caer en la dura cama a mirar hacia el techo y se acarició los labios con la yema de los dedos, podía sentir aún el calor y la humedad de Caleb, y el recuerdo la acompañó el resto de la noche. Pedir pe
La familia de Gael era demasiado amable y atenta… demasiado, al medio día Val ya estaba un poco saturada de tanta atención y tantas preguntas y un poco mareada por tanta cerveza. Le sorprendió todo lo que bebió Gael y aún se veía bastante compuesto.Por suerte, la familia conocía el carácter de Gael y era a ella a la que se dirigían cuando les asaltaban las dudas, así que Val se inventó toda una historia cursi y romántica de cómo se conocieron, y como Gael no interfería pues no encontraron incoherencias en su gran historia de amor. Cuando llegó la tarde, Val se subió al auto de Gael después de tener la cara entumecida de la cantidad de besos que le dio la familia y cuando al fin se fueron dejó caer la cabeza hacia atrás, agotada. — Cuando mi hermano llegue mañana…— Lo sé — le cortó Val — tendremos que fingir ser esposos ante él, me di cuenta tarde, pero serán solo dos semanas — Gael parecía… diferente, un poco menos malgeniado, de hecho, se veía mareado — ¡Estás borracho?— No — di
Val organizó el desayuno de Caleb lo mejor que pudo, pero lo que había pasado el día anterior, más terminar con Gael dormido sobre su regazo la tenían al límite dentro de su cabeza, y aún así debía estar preparada para seguir enamorando a Caleb y luego buscar toda la información que sea necesaria para llegar el elaborado plan de venganza. «¿Qué querrá Gael con la empresa de los Vadell? »Se preguntó mientras organizaba los platos en la alacena de abajo. Debía hablar sobre la empresa, sacarles a los miembros de la familia toda la información que pudiera de ella, pero ¿Cómo podía hacerlo? Si Gael era amigo de Caleb, ¿Por qué no lo había hecho él aún? Imaginó que algo lo detenía, él esperó por Val para poder empezar con la venganza, cuando él sólo hubiese podido hacerla, ¿No? Pudo haber enamorado a Ana Leticia, así como la estaba haciendo enamorar a Caleb, pero no, la había esperado a ella. ¿qué razón había? — Todo se ve muy delicioso — le dijo Caleb desde el centro de la cocina. Val