Rhys se encontraba en la jaula de los cachorros de lobo. Gwyneviere se acercó a él, todavía con Ranyah encima.
- Rhys, mi amor, ¿me muestras que tienes allí?
Rhys no contestó.
- No los dejaremos, ¿sabes? Llevará un tiempo acomodarnos, pero no dejaremos nada atrás -continuó hablando Gwyneviere.
- No quiero irme -soltó Rhys.
- Debemos hacerlo. No podemos quedarnos aquí -dijo Gwyneviere.
- ¿Quién te crees que eres? Ni siquiera sabemos tu nombre -dijo Rhys elevando el tono de su voz y volteándose para enfrentarla-. ¿Quién eres tú para decidir por nosotros? Yo quiero quedarme aquí.
Ranyah en sus brazos, se escondió entre su cabello al escuchar a su hermano gritar.
- ¡Rhys! -dijo Edra-. Tú no eres así. Compórtate. Estás asustando a Ranyah -las lágrimas asomaban en sus ojos.
Gwyneviere se acercó a él.
- Tienes razón, Rhys. Tu no sabes quien soy. Estás en todo tu derecho a cuestionarte si irte o no conmigo. No e
PERSONAJESGwyneviere o Gwyn: es la protagonista de la historia. Es una hechicera de veinticuatro años, cabello castaño oscuro y ojos oscuros, que vive sola en Urbawygondh, fuera de la Ciudadela. Hace trabajos ocasionales para nobles, elfos, reyes, y así gana su dinero. Sus dos padres fallecieron. Su mejor amigo desde la infancia es Vandrell.La historia avanza cuando el Alto Concejo de Hechiceras le pide que entrene en la magia a Nimh, una joven huérfana, quien es protagonista de una profecía. La profecía dice que Nimh será la perdición de su reino y las Concejeras le piden que, si ella nota que puede ser un peligro, ponga fin a su vida.Gwyneviere considera que Nimh es inofensiva y eventualmente ambas se enamoran.Nimh: es una joven huérfana de cabellos castaños claros con destellos dorados y ojos verdes oscuros y mirada profunda. Fue criada por las sacerdotisas en el Templo de la Lun
Gwyneviere es una hechicera que vive en las afueras de la Ciudadela en la tranquilidad de su hogar, haciendo trabajos ocasionales para la nobleza, los altos elfos y la gente del cielo. Se le encomendó la tarea de enseñarle magia a Nimh, una joven huérfana, para poder encauzar sus poderes ya presentes, porque aparentemente es la protagonista de una profecía, que dice que una poderosa hechicera será la perdición del reino. Con lo que no contaba Gwyneviere, era con enamorarse perdidamente de Nimh. El Alto Concejo de Hechiceras, sin embargo, no reveló la segunda parte de la profecía, que involucra a un personaje más... ¿Qué les deparará el destino a Gwyneviere y Nimh? ¿Podrán estar juntas, o la profecía se interpondrá? Además, el mejor amigo de Gwyn, Vandrell, siempre estuvo perdidamente enamorado de ella y nunca se lo ha dicho. PRÓLOGO En la antigüedad, el Oráculo habló al
- PARTE I - Un mensajero despertó a Gwyneviere en medio de la noche, golpeando fuertemente la puerta de entrada. Gwyneviere no se sobresaltó porque, de hecho, estaba acostumbrada a llamadas a deshoras. Se sentó en la cama, respiró profundamente y se levantó, para finalmente tomar su capa, ponerla sobre sus hombros y abrir la puerta. Las noticias no eran buenas. Un cuervo había llegado del poblado vecino y el mensajero había cabalgado rápidamente hacia ella en busca de ayuda. Si bien ella era siempre la primera opción cuando la realeza quería resolver algún problema, ella nunca había aceptado vivir dentro de la Ciudadela como se lo habían pedido (para tenerla más cerca, en caso de una urgencia), y prefería la tranquilidad de su casa, en las afueras.
Gwyneviere, ya en su casa, dejó las compras que había hecho, y escondió su paga en uno de los varios rincones donde guardaba sus ahorros y se preparó para salir. No llevaba una vida de lujos. Solo necesitaba dinero para comer, y ocasionalmente para alguna prenda. Su casa la había heredado de su familia y era bastante modesta, pero pulcra y ordenada. Tomó un cuenco y lo llenó de agua para la gatita que solía visitarla y lo dejó en la puerta, junto con los restos de la comida del día anterior, y se dirigió a abrir un portal para ir a Vaahldar. Vaahldar era una ciudad pequeña, donde todo el mundo conocía a sus vecinos. Era muy distinta a la Ciudadela, principalmente porque no poseía edificaciones lujosas y muros altos encerrándolo todo.
Gwyneviere volvió la mañana siguiente al Templo a continuar con las clases, y así durante algunos días, hasta que un día, caminando por los terrenos del Templo, le preguntó a Tara qué le parecía la idea de llevar a Nimh a vivir con ella a su casa, a las afueras de la Ciudadela. - Si no lo consideras una molestia con tu estilo de vida, y ella está de acuerdo, no me opondría. Nosotras la acogemos porque Nimh no tiene a nadie más. Cuando llegue a la mayoría de edad, es libre de hacer lo que desee. - Avanzaremos mucho más rápido con las clases, y en caso de que se presente alguna urgencia, a los mensajeros les será más fácil ubicarme. Además, en casa, tengo mucho material de le
Todos los días, Gwyneviere reportaba al Concejo el progreso de Nimh con un cuervo. Nimh avanzaba rápidamente en su aprendizaje. Ya había llenado unas cuantas páginas de su propio grimorio y estaba aprendiendo a hacer algunas pociones curativas, que, si bien cualquiera podría procurárselas de un alquimista, era un conocimiento básico importante en caso de una urgencia. Toda hechicera debía tener un conocimiento básico de hierbas. Se habían desarrollado cierta rutina. Desayuno, clases de magia, almuerzo, poner en práctica lo aprendido y luego pasear. Durante algunas de las clases teóricas, Gwyneviere descubría a Nimh observándola detenidamente, pero lo atribuía a alguna distracción por el aburrimiento de los temas que estudiaban, sobre todo el élfico antiguo. A Gwyneviere también le
Gwyneviere regresaba de un paseo matutino por el bosque cuando vio a Cyrus acercarse a la puerta de su casa.- Oye, mensajero. Aquí estoy.- Gwyneviere. Traigo un pedido de lord Gustave. Aquí tienes.Cyrus le entregó un pergamino enrollado, que Gwyneviere tomó en sus manos y leyó. El lord quería que desenmascarara a una estafadora, quien lo había timado haciéndose pasar por hechicera y le había hecho pagar unas cuantas monedas por unas pociones que no habían servido para nada.
Gwyneviere observó que Nimh iba bastante avanzada en sus estudios de hechicería y dejó que se relajara. Claro que practicaban lo estudiado, pero dejó de ser tan severa con las clases teóricas y comenzó a disfrutar ella también. Los conjuros más poderosos y peligrosos decidió dejarlos para más adelante, al menos por el momento. La niña cumpliría sus dieciocho años la semana entrante y sólo había conocido el Templo hasta que se fue a vivir con Gwyneviere. Así que la dejó vivir un poco. Nimh era una de esas personas con quienes nunca te aburrirías y alegraba con su mera presencia. Mientras ella resolvía sus regulares trabajos consiguiendo alguna cosa para algún noble inútil o