Todos los días, Gwyneviere reportaba al Concejo el progreso de Nimh con un cuervo. Nimh avanzaba rápidamente en su aprendizaje. Ya había llenado unas cuantas páginas de su propio grimorio y estaba aprendiendo a hacer algunas pociones curativas, que, si bien cualquiera podría procurárselas de un alquimista, era un conocimiento básico importante en caso de una urgencia. Toda hechicera debía tener un conocimiento básico de hierbas.
Se habían desarrollado cierta rutina. Desayuno, clases de magia, almuerzo, poner en práctica lo aprendido y luego pasear. Durante algunas de las clases teóricas, Gwyneviere descubría a Nimh observándola detenidamente, pero lo atribuía a alguna distracción por el aburrimiento de los temas que estudiaban, sobre todo el élfico antiguo. A Gwyneviere también le gustaba observar a Nimh, ella era realmente hermosa. Le gustaba mirar su rostro redondeado y perfecto, su cabello cayendo sobre sus pechos, que asomaban por el escote de sus vestidos, su piel blanca y tersa…
Gwyneviere seguía tomando trabajos para el reino y algunos nobles, aunque cada vez eran más esporádicos, Adoraba su independencia y tranquilidad, pero no podía quejarse de la nueva compañía de Nimh. Había pasado tanto tiempo sola, que no recordaba lo que era convivir con alguien, y esta chica ciertamente la alegraba mucho.
Nimh amaba la Ciudadela. Nunca había visto algo así en su vida al haberse criado en el Templo, y cada mínima cosa llamaba su atención y la distraía. Por suerte era capaz de asimilar rápidamente nuevos conceptos, sino hubiese tardado una eternidad en enseñarle.
Esa tarde compraron pan, pasteles y ropas nuevas. Finalmente, pasaron por la tienda de Vandrell y Gwyneviere invitó a Nimh a entrar.
- Vandrell es un viejo amigo mío. Proviene de una familia de alquimistas muy reconocidos aquí. Entra -le dijo, sosteniendo la puerta para que pasara.
- Hola, Gwyn, te ves radiante hoy.
- Vandrell. ¿Cómo estás? Ella es Nimh, mi aprendiz.
- ¡Hola!
- Hola Nimh.
- Nimh viene del Templo de la Luna, en Vaahldar.
- Interesante… ¿y vas a cambiar de carrera y por eso quieres que Gwyn te enseñe?
- No tenía a nadie que me enseñara, por eso Gwyn me está ayudando.
- ¿Así que así le dices a tu maestra?
Vandrell se estaba tornando muy amistoso demasiado rápido, y Gwyneviere se puso incómoda, sin entender muy bien por qué. Temía que Vandrell descubriera algo, pero no había nada que descubrir, por lo que decidió salir de allí.
- Bueno, deberíamos irnos a estudiar un poco.
- Pero ya hemos estudiado hoy.
- ¿Quién es la maestra hechicera aquí, joven?
- Ups, creo que hoy no la tendrás fácil, Nimh - dijo Vandrell, riendo.
Ambos se saludaron, y Gwyneviere y Nimh salieron de allí, en dirección a la casa. Gwyneviere caminaba rápidamente y Nimh la seguía.
- Espera - dijo Nimh, y la tomó de la mano, para que aminorara un poco el paso.
Gwyneviere frenó de golpe, pero no retiró su mano, y comenzó a caminar nuevamente, tomando la mano de Nimh. Cruzaron el umbral de la puerta y se dispusieron a preparar la cena, en silencio.
Luego de cenar Gwyneviere le dijo que iría a aprovechar la energía de la luna, y le preguntó a Nimh si quería acompañarla. Salieron a caminar al bosquecillo donde acostumbraban, y, nuevamente, Nimh tomó la mano de Gwyneviere.
Caminaron en silencio por un buen rato, hasta que Nimh habló primero.
- Me pareces completa y extremadamente bella, Gwyn - le dijo, mirándola a los ojos.
Gwyneviere no supo qué decir, estaba muy tensa. La miró, desconcertada, y acarició su suave mejilla. Observó cada una de sus pecas, que brillaban a la luz de la luna, y cubrían el puente de su nariz. Nimh se acercó y apretó fuertemente su mano y depositó la otra en sus caderas, atrayéndola hacia ella, hasta que estuvieron muy cerca y sus rostros se tocaron.
Observó sus ojos verdes brillantes acercarse y Nimh la besó. Un hormigueo recorrió todo su cuerpo. Sus labios eran suaves y cómodos. Gwyneviere cerró los ojos y se dejó llevar. Sus labios se amoldaron, y Nimh los separó, pidiendo acceso, e introdujo su lengua en la boca de Gwyneviere. Era delicioso. Probó cada centímetro.
Gwyneviere no se había dado cuenta, pero estaba deseosa de este momento hacía tiempo y sintió que finalmente podría relajarse.
Gwyneviere, gentilmente, se separó de Nimh y la miró a los ojos.
- Tu también me pareces bellísima, Nimh -le dijo-. Pero vayamos un poco más despacio. Tenemos todo el tiempo del mundo.
Tomó su mano y caminaron despacio, devuelta a la casa.
Gwyneviere regresaba de un paseo matutino por el bosque cuando vio a Cyrus acercarse a la puerta de su casa.- Oye, mensajero. Aquí estoy.- Gwyneviere. Traigo un pedido de lord Gustave. Aquí tienes.Cyrus le entregó un pergamino enrollado, que Gwyneviere tomó en sus manos y leyó. El lord quería que desenmascarara a una estafadora, quien lo había timado haciéndose pasar por hechicera y le había hecho pagar unas cuantas monedas por unas pociones que no habían servido para nada.
Gwyneviere observó que Nimh iba bastante avanzada en sus estudios de hechicería y dejó que se relajara. Claro que practicaban lo estudiado, pero dejó de ser tan severa con las clases teóricas y comenzó a disfrutar ella también. Los conjuros más poderosos y peligrosos decidió dejarlos para más adelante, al menos por el momento. La niña cumpliría sus dieciocho años la semana entrante y sólo había conocido el Templo hasta que se fue a vivir con Gwyneviere. Así que la dejó vivir un poco. Nimh era una de esas personas con quienes nunca te aburrirías y alegraba con su mera presencia. Mientras ella resolvía sus regulares trabajos consiguiendo alguna cosa para algún noble inútil o
Gwyneviere oyó a Nimh en la puerta. Se sentía exhausta por haber estado toda la noche conjurando para combatir a una familia de rocs, que habían raptado a un noble de Liandalyd, y le habían pagado una fortuna por rescatarlo. - Hola belleza, ¿dónde has estado hoy? - Fui a tomar un baño. Nimh fue un poco distante en su respuesta y no hizo contacto visual. Algo le preocupaba. - Yo haré lo mismo. Volveré más tarde.
A Gwyneviere se le ocurrió que podría ser fructífero para Nimh llevarla a Whaarham, la selva que se encontraba más allá del Bosque de Druwyddrerm, para practicar un poco sus conjuros. Partieron temprano, para aprovechar el día y usaron un portal para transportarse cerca de los límites de la selva. Nimh nunca había estado en un lugar así. Estaba fascinada con la vegetación característica de la selva y la diversidad de animales. Se adentraron en la selva y exploraron. - Recuerda -dijo Gwyneviere-, si nos atacan, tu objetivo no es matar. Sólo están defendiendo su territorio o a sus crías. Aquí nosotras somos las que estamos invadiendo. Nimh asintió con la cabeza. Observaron coloridas aves, tortugas gigantes y monitos columpiándose de los árboles. Cuando llegaron a un pantano, las sorprendió una boa gigante que las atacó. Nimh miró a Gwyneviere con sorpresa. Ella ya estaba preparada para actuar. Levantó sus manos y la lanzó de nuevo hacia
- ¿Por qué no quieres enseñarme conjuros más avanzados? - Claro que quiero Nimh, pero debemos avanzar con cautela. Tienes que dominar primero lo esencial, para poder continuar. Eres muy inteligente. Te convertirás rápidamente en una hechicera realmente talentosa. Pronto dominarás la magia incluso mejor que yo. Era media tarde y habían estado practicando durante todo el día miles y miles de conjuros del grimorio de Gwyneviere, pero no había querido avanzar a los más poderosos hasta que dominara su caos interior. Gwyneviere sabía que Nimh todavía era muy joven y no dominaba la magia desde pequeña. Había etapas que debía superar.
A la mañana siguiente, Gwyneviere se levantó temprano para ir a ver a Vandrell, y Nimh decidió ir a dar un paseo por el bosquecillo, equipada con algunos de los libros de Gwyneviere.Gwyneviere entró a la tienda y vio a Vandrell sosteniendo su cabeza con ambas manos, apoyando los codos sobre el mostrador, con un aspecto terrible.- Hola Van.- Mmm -fue todo lo que él dijo.- Veo que no te encuentras muy bien.
- Sabes, Gwyn, me gustaría aprender otros tipos de magia. - ¿Otros tipos de magia? ¿Qué quieres decir? - No lo sé, otros tipos de magia -hace una pausa-. Los elfos, ¿ellos podrían enseñarnos? - Los elfos ya no usan la magia de esa manera, Nimh. Ellos son los que en un principio enseñaron la magia a los humanos y su sangre sigue siendo mágica, lo que permite, por ejemplo, que puedan curar sus heridas de una forma increíblemente rápida. Pero con el paso del tiempo, dejaron de canalizarla de la misma manera que lo hacemos tú y yo, pues sintieron que no les era necesari
Gwyneviere regresó de cobrar su paga de Liandalyd, y escondió las monedas por toda la casa. Luego, se dirigió a la Ciudadela a chequear el estado de Vandrell. Le preocupaba cómo se había estado comportando. Cuando llegó a la tienda, la recibió su padre, Eamon. - Buenas tardes, Eamon. ¿Se encuentra Vandrell? - Hola, Gwyn. Si tú lo ves, dile que lo he estado buscando. Ha estado actuando muy extraño últimamente. - ¿No lo has visto? - Desde ayer.