- Buen día, Arabella -la despertó Gwyneviere dulcemente-. Arriba.
Gwyneviere besó su frente y se dirigió a la mesa.
Recién amanecía y Gwyneviere había recibido un cuervo, con indicaciones de un nuevo trabajo. El mensaje provenía del Alto Concejo de Hechiceras, que había mudado su cede a Emyrddrin, como en el origen de los tiempos de la magia. No regresarían a la Ciudadela, y menos con el Nigromante como rey.
Arabella se desperezó y se incorporó en la cama. Gwyneviere la esperaba sentada a la mesa, con el desayuno preparado.
- Vamos, dormilona. El desayuno está servido. Mamá tiene que trabajar -le dijo.
Arabella se levantó de un salto y se sentó a la mesa. Comenzó a observar qué era lo que podía agarrar primero.
- ¿Iré a la casa de los abuelos? -preguntó tomando una rodaja de pan.
- Si, pero comerás un poco de todo antes. Sabes que el desayuno no es sólo pan.
Arabella revoleó los ojos y sonrió, sirviéndose en su plato to
Los niños regresaban del bosque llenos de tierra y hojas en el cabello y Mordred los vio llegar. - Oigan, ¿vienen de jugar o qué? Miren cómo lucen. Supongo que se darán un buen baño antes de la cena, ¿verdad? - Si, papá, por supuesto. - Claro. - Así me gusta -dijo Mordred. - Papá, queríamos hacerte una pregunta -dijo Edra. - Pregunten. - Tenemos una amiga que cumple años y queremos hacerle un regalo -dijo Rhys. - Ah, una amiga -observó Mordred-. ¿Y qué proponen regalarle a su amiga? - Queremos regalarle lo mismo que nos has dado tu para nuestro cumpleaños del pasado año lunar-dijo Rhys. - Una espada y un escudo -completó Edra-. Así podremos jugar todos juntos. - De acuerdo. También se acerca su cumpleaños -dijo Mordred-. Pero ya tengo su sorpresa. Ahora vayan, a asearse. Los niños corrieron hacia la nodriza, que los esperaba para preparar su baño. Nimh se acercó a Mordred que lucí
El día de la celebración de los gemelos había llegado. Mordred había mandado a preparar dos tartas dulces, redondas como la luna, una para cada uno de ellos. Los cocineros habían hecho toda clase de preparaciones para agasajar a los niños, pero los invitados fueron pocos. Arabella no había aparecido y los niños se mostraron molestos por un momento, pero luego lo olvidaron, pues Mordred se apareció en su alcoba con una cantidad desorbitante de presentes. Mordred dejó que sus súbditos estuvieran en la celebración, ya que los niños los consideraban parte de su familia y habían pedido especialmente que estuvieran con ellos. Ni Mordred ni Nimh tenían familia alguna para compartir estos momentos con ellos, ni ninguna otra celebración, y Nimh no se había atrevido a volver a hablar con las sacerdotisas que la habían criado, luego de todo lo que había pasado. Al momento de encender los cirios, los colocaron como indicaba la tradición: nueve cirios por cada año cumplido, rodea
La figura encapuchada arrimó su silla alta a Gwyneviere, quien bebía su cerveza despreocupadamente en la taberna.- ¿Alguna novedad? -preguntó Gwyneviere bebiendo.- Está poniendo en marcha algún plan, pero no puedo darme cuenta de qué se trata… -dijo el hombre-. Me ha pedido que le prepare unos cuantos elixires y me ha dicho que esté listo para crear autómatas. Se respira un aire muy tenso en el castillo.- ¿De nuevo con eso? ¿De nuevo con los autómatas?- Pero esta vez los sujetos son voluntarios -dijo, encogiéndose de hombros.- Xavier, de todos modos, está mal -dijo Gwyneviere consternada.- Lo sé, Gwyn, pero ¿qué puedo hacer?- Lo sé, lo sé. Está bien. No te preocupes, lo estás haciendo bien. ¿Cómo está tu sobrina?- Bien, ¿y tu hija?-
Gwyneviere regresaba de realizar un trabajo para Kim, de Emyrddrin. Ya era entrada la noche y se sentía cansada. Estaba por entrar a su casa cuando la oyó. - Gwyn -dijo. - ¿Qué sucede, Nimh? Estás cubierta de sangre. Nimh todavía tenía manchas de sangre seca de Mordred sobre su piel. - No es mía -dijo ella. - Lo sé, puedo olerlo. - No puedo seguir, Gwyn. Ya no -dijo, moviéndose lentamente hacia ella. - ¿Qué ha pasado? - No vengo a pedirte que me aceptes en tu vida. No es eso. Sólo quiero decirte que eres una gran persona y te admiro. Espero que puedas perdonar todo el mal que he causado. Gwyneviere observó la daga que Nimh sostenía en una de sus manos. - ¿Está Arabella aquí? -preguntó Nimh. - No, todavía está con sus abuelos. ¿Qué estás por hacer Nimh? - Perdóname, Gwyn. Todavía te amo. No te ocasionaré más problemas. Me siento muy cansada y ya no puedo continuar… Nimh se acercó a
Rhys se encontraba en la jaula de los cachorros de lobo. Gwyneviere se acercó a él, todavía con Ranyah encima. - Rhys, mi amor, ¿me muestras que tienes allí? Rhys no contestó. - No los dejaremos, ¿sabes? Llevará un tiempo acomodarnos, pero no dejaremos nada atrás -continuó hablando Gwyneviere. - No quiero irme -soltó Rhys. - Debemos hacerlo. No podemos quedarnos aquí -dijo Gwyneviere. - ¿Quién te crees que eres? Ni siquiera sabemos tu nombre -dijo Rhys elevando el tono de su voz y volteándose para enfrentarla-. ¿Quién eres tú para decidir por nosotros? Yo quiero quedarme aquí. Ranyah en sus brazos, se escondió entre su cabello al escuchar a su hermano gritar. - ¡Rhys! -dijo Edra-. Tú no eres así. Compórtate. Estás asustando a Ranyah -las lágrimas asomaban en sus ojos. Gwyneviere se acercó a él. - Tienes razón, Rhys. Tu no sabes quien soy. Estás en todo tu derecho a cuestionarte si irte o no conmigo. No e
PERSONAJESGwyneviere o Gwyn: es la protagonista de la historia. Es una hechicera de veinticuatro años, cabello castaño oscuro y ojos oscuros, que vive sola en Urbawygondh, fuera de la Ciudadela. Hace trabajos ocasionales para nobles, elfos, reyes, y así gana su dinero. Sus dos padres fallecieron. Su mejor amigo desde la infancia es Vandrell.La historia avanza cuando el Alto Concejo de Hechiceras le pide que entrene en la magia a Nimh, una joven huérfana, quien es protagonista de una profecía. La profecía dice que Nimh será la perdición de su reino y las Concejeras le piden que, si ella nota que puede ser un peligro, ponga fin a su vida.Gwyneviere considera que Nimh es inofensiva y eventualmente ambas se enamoran.Nimh: es una joven huérfana de cabellos castaños claros con destellos dorados y ojos verdes oscuros y mirada profunda. Fue criada por las sacerdotisas en el Templo de la Lun
Gwyneviere es una hechicera que vive en las afueras de la Ciudadela en la tranquilidad de su hogar, haciendo trabajos ocasionales para la nobleza, los altos elfos y la gente del cielo. Se le encomendó la tarea de enseñarle magia a Nimh, una joven huérfana, para poder encauzar sus poderes ya presentes, porque aparentemente es la protagonista de una profecía, que dice que una poderosa hechicera será la perdición del reino. Con lo que no contaba Gwyneviere, era con enamorarse perdidamente de Nimh. El Alto Concejo de Hechiceras, sin embargo, no reveló la segunda parte de la profecía, que involucra a un personaje más... ¿Qué les deparará el destino a Gwyneviere y Nimh? ¿Podrán estar juntas, o la profecía se interpondrá? Además, el mejor amigo de Gwyn, Vandrell, siempre estuvo perdidamente enamorado de ella y nunca se lo ha dicho. PRÓLOGO En la antigüedad, el Oráculo habló al
- PARTE I - Un mensajero despertó a Gwyneviere en medio de la noche, golpeando fuertemente la puerta de entrada. Gwyneviere no se sobresaltó porque, de hecho, estaba acostumbrada a llamadas a deshoras. Se sentó en la cama, respiró profundamente y se levantó, para finalmente tomar su capa, ponerla sobre sus hombros y abrir la puerta. Las noticias no eran buenas. Un cuervo había llegado del poblado vecino y el mensajero había cabalgado rápidamente hacia ella en busca de ayuda. Si bien ella era siempre la primera opción cuando la realeza quería resolver algún problema, ella nunca había aceptado vivir dentro de la Ciudadela como se lo habían pedido (para tenerla más cerca, en caso de una urgencia), y prefería la tranquilidad de su casa, en las afueras.
Último capítulo