Eduardo López disfrutaba las explosiones de todo tipo: granadas, bombas nucleares, y dinamita, eso era lo que le emocionaba. Sentía un gran placer al escuchar en la radio los desastres provocados por las guerras en otros continentes, hasta que decretaron servicio militar en su país, y le tocó ir a la montaña. Pensó que sería la oportunidad para escuchar las bombas a corta y larga distancia. Prefería que fueran a larga distancia, y en efecto, caían bombas aéreas, granadas de mano, y proyectiles de bazuca desmembrando a los soldados. Era una rata maniática que disfrutaba disparar al enemigo, y se reía de manera frenética cada vez que daba en el blanco. Sus compañeros pensaron que era el comportamiento patriótico que lo motivaba a batallar de esa manera. López se sentía inmortal, las balas nunca le alcanzaban, aunque fuera de frente al ataque, siempre resultaba vencedor con su pelotón.
Las ráfagas de disparos se escuchaban en la selva y, López hacía vigilia aun en su turno de descanso, no dormía por esperar a la siguiente víctima, y seguía despierto viendo la oscura selva tropical. Al amanecer, levantaba a sus compañeros y les avisaba de sus descubrimientos de bases enemigas. Cuando llegaban al lugar no encontraban nada. López empezaba a delirar, y cada día disparaba a los árboles. Quería guerra, sangre y explosiones, pronto cumplió sus dos años de servicio, y la guerra terminó poco tiempo después. López no sabía qué hacer con su vida, la presidenta Violeta Chamorro solicitó a todos los armados entrega sus fusiles, y enterrarlos bajo cemento. Los días de López estaban contados, ya no había explosiones ni disparos. Así que se sentó en la silla mecedora afuera de su casa y jugó a la guerra en su mente. Mientras dibujaba mapas, y hacía desfilar centenares de soldados para atacar al enemigo, sus ojos se movían como los de un maniático parecía que estaba en un trance.
La madre de López solicitó ayuda médica al gobierno porque su hijo había enloquecido por los traumas de la guerra. Sin embargo, López seguía jugando con su mente, y se había inventado una historia ficticia, que decidió escribirla. La historia era una alternativa a la guerra, en primer lugar, nunca hubo acuerdos de paz, y los soldados jamás entregaron sus armas. Continuaron arrasando al enemigo hasta apresarlos y torturarlos en campos de concentración. López era el comandante del ejército ficticio, y había asignado a varios hombres en distintas regiones para gobernar el país.
Una tarde su madre encontró a López convulsionando frente a la máquina de escribir, y luego de llevarlo a la cama, se detuvo a leer el manuscrito. Horrorizada por el texto de su hijo, pensó que lo mejor era internarlo en algún hospital. López no descansaba, tenía los ojos cerrados, pero su mente estaba activa, debía estarlo porque el enemigo según las conversaciones de radio, estaba cerca de sus bases militares, y tenía el apoyo de los Estados Unidos.
Un psiquiatra evaluó a López y dijo que tenía esquizofrenia y estrés postraumático. La única solución era darle fármacos y mantenerlo en casa fuera de objetos corto punzantes que pudieran causarle daño. Los fármacos fueron insuficientes, y tuvieron que amarrarlo a la cama e inyectarle sedantes. La vida de López parecía que pronto iba a acabar. Ya no había guerra, y la que había inventado en su mente también terminó en un acuerdo de paz. Le pidió a su madre que escribiera mientras le dictaba, pero ella se rehusó, así que la hermana de López escribió la historia que hoy se conoce como: Alzado en armas. La novela como alternativa de la guerra enfureció a muchos y a otro les fascinó por la polifonía de voces parecidas a Faulkner.
Kelvin McGwire, un cineasta experimental que visitaba Nicaragua leyó la novela lisérgica de López, y quedó tan fascinado que decidió rodar un cortometraje. El filme se presentó en algunos centros donde se reunían los cinéfilos a alabar la obra de Kelvin. Las escenas de plano secuencia envolvía las mentes de los jóvenes que veían el cortometraje en un ambiente de locura, las explosiones ensordecedoras, y el guión disparatado de los personajes, parecían sacados de un manicomio.
Luego, Kelvin intentó grabar un documental sobre López, quien accedió y se sentó a hablar con el cineasta durante días. Le explicó con detalles cómo se cocinaba un mono en una fogata en medio de la selva, y al mismo tiempo disparar al enemigo para que pudiera comer en paz. Kelvin se aprovechó de la locura de López, y llevó el material a Hollywood, donde aprobaron el material de Kelvin y lo promocionaron en el país del norte. Los críticos conservadores dijeron que el filme tanto como el documental era un disparate sin sentido, pero otros culparon al gobierno de Estados Unidos por incitar a la guerra a los jóvenes, y se formaron distintos bandos tanto bélicos como antibélicos. Al final, surgieron temas más importantes, y la gente olvidó el filme y la vida documentada del soldado quien nunca recibió remuneración por los rodajes, también su novela también quedó en el olvido y López murió de la rotura de un aneurisma.
El detective Gregory sufrió un atentado de las Yakares, la mafia de Future Walsh. Después de explotar su patrulla en llamas, el detective todavía seguía con vida, algunas de sus implantes robóticos como el cráneo y el pecho le salvaron de la muerte. Mientras se arrastraba por el pavimento con la cara derretida, y los huesos de las manos expuestas, juró acabar con cada uno de los Yakares. La ambulancia se presentó de inmediato y se llevaron a Gregory al hospital. De acuerdo al seguro médico, Gregory no podía pagarse la pérdida del brazo izquierdo ni la piel sintética que recubriría su rostro. Sin embargo, Hesben, el dueño de la Clinic Brain¸ se presentó al escuchar el escuchar en las noticias lo que le había pasado al detective. Gregory estaba en una camilla con
La quimera se dirigía furiosa hacia el detective corriendo en cuatro patas, sus pasos hacían temblar la tierra, rugía y su rostro demacrado estaba rabioso. Jules Astor le disparó dos tiros de escopeta y el detective Zenthan descargó el tambor de su revólver sin ningún efecto, en medio de la neblina apareció el enterrador con su hacha para cortarle el cuello de un tajo. El animal cayó tendido en el pasto llenando de sangre todo el terreno. Jules Astor corrió a recoger la cabeza de su padre y la introdujo en un saco, mientras tanto, Zenthan se acercó para corroborar que el adefesio estuviera muerto. Como sus patas seguían moviéndose tomó el hacha para desmembrarlo. En esa semana habían ejecutado tres quimeras, sin embargo, después de investigar en la granja del científico Freddie C
El bardo murió el 6 de febrero en la Ciudad de León luego de una tormentosa vida y enfermedades que lo agobiaban, sus andanzas y viajes por el continente europeo lo hicieron famoso. Mientras tanto, Cornelio Cuadra seguía escribiendo sonetos como si estuviera en el pleno romanticismo de Víctor Hugo o de Lord Byron, peor aún, creía encerrado en sus aposentos que Garcilaso de la Vega todavía se regocijaba con sus matices italianos. Cornelio sufría de esquizofrenia, y de atemporalidad, es decir, creía que era capaz de visitar cualquier época y recrearla en alucinaciones. Su hermana cuidaba de él en un cuarto oscuro de Managua. Siempre se bañaba y se vestía de manera elegante, luego de comer y tomar café de las montañas de Matagalpa, se disponía a escribir sus versos. A veces despe
Mi hermana me llamó por teléfono un domingo por la mañana para decirme que mamá agonizaba. De inmediato le dije a Leonor que iría a Chinandega para despedirme de mi mamá. Pensé en las penurias que siempre sufrimos junto con mis hermanos, sin embargo, ella hacía lo imposible para conseguir tamales y queso. Incluso se quemaba las manos al preparar las melcochas y salir a vender a la calle. Encendí el auto, y me dirigí hacia Chinandega. Mientras conducía pensé que vivir hasta los ochenta años era un milagro, y peor en las calamidades que mi madre padeció. Todavía recuerdo los primeros años de la guerra, y cuando me resigné volver a casa para empezar un negocio en Managua. No me arrepiento, porque de las ganancias del negocio pude enviarle víveres a mi madre cada sem
Eran tiempos de guerra, la mayoría de los androides estaban en la frontera con los hombres batallando contra el enemigo que se aproximaba cada día. Mientras tanto, yo permanecía en el taller donde solo me quedaba reparar electrodomésticos para sobrevivir. A Hesse no lo reclutaron porque era un robot obsoleto según los estándares de la armada terrestre. La guerra parecía que nunca tendría fin, miles de hombres habían muerto, y dos largos años habían transcurrido, y mi padre enviaba mensajes encriptados desde su transmisor. Hubo una semana que no recibí ningún mensaje, le dije a Hesse que escribiera todos los días hasta recibir respuestas. Se supone que mi padre luchaba en el norte, y como tenía algunos compañeros de mi edad que fueron a la guerra, les pregunté acerca de mi padre, ninguno respon
Alonso Renoir arribó a Managua en 1930 para fundar una iglesia diferente a las de su época. Algunos ciudadanos habían escuchado conversaciones y rumores diciendo que Alonso era descendiente de los hugonotes perseguidos por la Santa Inquisición hace unos pocos siglos. Los feligreses católicos se sintieron molestos por el supuesto hijo de mártires. Sin embargo, no podía hacer nada en su contra en ese momento. Alonso se levantaba a las cuatro de la mañana a orar durante dos horas, luego tomaba su Biblia Reina Valera Edición 1910 (una alternativa traducida al español por él mismo donde variaban algunas palabras que hacían énfasis al infierno y los pecados), y se subía en un banco de madera para predicar la palabra de Dios. Algunos pensaban que era un tipo al que le faltaba un tornillo porque ha
El mundo de los sueños pertenece a los dioses, es la manera para comunicarles a profetas y adivinadores las verdades del universo. Algunas veces estas visiones son necesarias para dirigir naciones y también para condenarlas. De acuerdo al libro de Historia de las ciudades macabras, encontré la siguiente narración que al parecer tiene muchas similitudes con otras, pero esta es podría ser la original, y así comienza: Zerphas levantó la capucha de su túnica mientras tanto el rumor de la multitud y animales inundaban el lugar, también una música de flautas y tambores sonaban en los alrededores. Caminó por los callejones de tierra y en cada paso que daba por el gran mercado de Diurma sus sandalias se llenaban de polvo. Apenas había salido el sol y los habitantes de la ciudad se aglomeraban en busca de alimentos. Algunos eran extranj
Una presencia extraña se avecina a nuestro territorio, es la presencia de un forastero. ¿Qué hacemos? Debemos proceder de inmediato. ¿Quién podría ser? Quien sea sufrirá nuestra ira. No podemos permitir que ningún extraño invada nuestras tierras. Hace meses que nadie viene a estos lugares, la última vez que vino aquel sujeto le dimos su merecido. Que el viento haga crujir los árboles para despertarlos y estén alerta. Queremos saberlo todo, averigüen sus mayores pesadillas y anhelos. Jueguen con su mente, muéstrenle a porción lo que busca y le maravilla. Y si acaso no responde a nuestros llamados, hagan lo imposible, ya escucharon, vayan por él. Apenas puedo ver el cielo, las copas de los árboles son muy altas. Siento una ligera brisa. Olvidé decirle a Amelia que la amo. No importa, ella lo sab