El detective Gregory sufrió un atentado de las Yakares, la mafia de Future Walsh. Después de explotar su patrulla en llamas, el detective todavía seguía con vida, algunas de sus implantes robóticos como el cráneo y el pecho le salvaron de la muerte. Mientras se arrastraba por el pavimento con la cara derretida, y los huesos de las manos expuestas, juró acabar con cada uno de los Yakares. La ambulancia se presentó de inmediato y se llevaron a Gregory al hospital. De acuerdo al seguro médico, Gregory no podía pagarse la pérdida del brazo izquierdo ni la piel sintética que recubriría su rostro. Sin embargo, Hesben, el dueño de la Clinic Brain¸ se presentó al escuchar el escuchar en las noticias lo que le había pasado al detective.
Gregory estaba en una camilla con el rostro desfigurado y ciertas partes metálicas sobresaliendo. Los doctores de Clinic Brain observaron a Gregory, y se asombraron de su edad. Detectaron algunas partes obsoletas y le prometieron operarlo con mejoras que le serían útiles para cazar a los bandidos. El detective estaba asombrado y le preguntó a su amigo cuánto costaría todo el proceso. Hesben sonrió y le explicó que su servicio como detective era noble y por eso todo sería sin costo alguno. Los médicos del hospital trasladaron a Gregory a la ambulancia de Hesben y lo trasladaron a los laboratorios de Clinic Brain.
Primero lo sedaron, cuando estaba dormido, le arrancaron toda la piel hasta dejar expuesto sus músculos y partes metálicas obsoletas. Solo quedó el torso y la cabeza. A partir de ahí, colocaron los implantes robóticos más potentes que podían existir en ese momento. Mientras pasaban las horas de trabajo en la clínica, Hesben recordó a su hija quien fue secuestrada por los Yakares. Ese día descubrió que uno de sus guardaespaldas era un infiltrado de la mafia, el problema con esta pandilla era que traficaban armas y partes robóticas en el mercado negro. Y, la hija de Hesben era un androide que solo tenía intacto el cerebro luego de una colisión en helicóptero. Cuando su hija fue secuestrada, el único que respondió a su solicitud en la policía fue Gregory, buscó por medio de todos sus contactos a la hija de Hesben. Después de encontrar su torso y su cabeza en un galerón del mercado negro, se le llevó y de esa manera Hesben volvió a reconstruir a su hija.
Después de varias semanas, el detective despertó, y se dio cuenta que su vista había mejorado y abarcaba dimensiones nunca antes vista. Levantó su brazo para observar su mano, y todo estaba en su lugar, al igual que sus piernas. Pensó en su rostro, y Hesben se acercó a saludarlo mostrándole un espejo. Gregory se vio en el espejo y observó que su rostro era distinto. Hesben le dijo que por ahora lo mejor era cambiar de identidad ya que se emitió un certificado de defunción y se realizaron sus funerales. Hesben le aclaró que todavía no era buena idea ir en busca de los Yakares, sin embargo, Gregory dijo que rabiaba por descuartizar a los culpables. Hesben le dijo que había enviado a algunos de sus androides al mercado negro para investigar los movimientos de la mafia. Agregó que la mafia sabía de su estado de recuperación, y también querían volver a atacar. Hesben le prometió que cuando llegar la hora, no estaría solo porque decenas de sus androides lo acompañarían para acabar al menos con una parte de los Yakares.
A la semana siguiente, los androides y Gregory se prepararon para invadir la supuesta ubicación de la base central de los Yakares donde se encontraba el jefe. Se trasladaron en helicópteros, Hesben acompañó al detective en la operación, al menos desde el aire. Los disparos de los Yakares comenzaron, y Gregory junto con los androides se lanzó del helicóptero para empezar la batalla. Los Yakares salieron de la base y arremetieron contra los potentes androides. Las balas eran insuficientes para derribarlos, y los androides ni siquiera usaban sus armas para acabarlos, estaban entrenados con habilidades de neutralización corporal. De esa manera les tocaban el cuello o el abdomen y los dejaban tendidos en el suelo.
El jefe de los Yakares se presentó y ordenó a sus hombres guardar la calma. Los androides lo iban a atacar, pero Gregory también les ordenó aguardar. Sin embargo, los androides eran comandados por Hesben, y les dijo que acabaran con todos sin dejar a nadie con vida. Mientras el jefe de los Yakares se acercaba, uno de los androides abrió fuego y le disparó. El jefe de los Yakares cayó al suelo, y los demás delincuentes se rindieron, pero los androides terminaron el trabajo matándolos a todos. Hesben arribó en su helicóptero para recoger a sus androides y a Gregory. El detective guardó silencio mientras viajaban de regreso a Clinic Brain. Hesben le dijo que por ahora esos mal nacidos no molestarían hasta conseguir un nuevo jefe. Gregory le dijo que ese era el hijo del jefe de los Yakares, y vengaría a toda costa la muerte de su hijo. A Hesben eso no le preocupaba porque tenía a sus androides para defenderse. No obstante, los ataques de los Yakares a la población disminuyeron y por cierto tiempo hubo paz en Future Walsh.
La peste
Era 1992 en Managua, apenas había terminado la guerra, y la gente exiliada empezó a regresar al país. Algunos consiguieron mucho dinero trabajando en Estados Unidos y Europa. Yolanda escapó de la guerra antes de que diera inicio. Soñaba con volver a Nicaragua para comprar una casa a bajo precio. Un amigo que trabajaba en bienes raíces le recomendó una casa para ella y sus hijos. Para ese tiempo las casas viejas y encantadas eran un mito, y Yolanda era bastante supersticiosa, su amigo le dijo que la casa era perfecta y no debía temer, sin embargo, existía una casa en la Carretera Sur donde se aguardaba un misterio.
Yolanda Martínez compró la casa a un precio moderado, y trajo a sus hijos. Cada quien escogió una habitación, había un patio donde el perro jugaba. Pronto la peste invadió la casa. Yolanda supuso que se trataban de las tuberías, pero los plomeros descartaron esa teoría. Luego, Yolanda accedió a una limpieza cristiana con cultos evangélicos de todas las denominaciones, el hedor pútrido continuó y la causa parecía estar perdida. Por eso solicitó la labor de un supuesto mago recomendado por su tía.
El mago se presentó a la casa un viernes por la tarde tal como habían acordado, cargaba una maleta en su mano derecha y un paraguas roto en la otra. Vestía como un enterrador, y carecía de barba, pero sus mechas grises sobresalían del sombrero de copa. Yolanda se asustó por la apariencia del sujeto de otro siglo, sin embargo, no tenía otra alternativa. El mago de inmediato presenció magia oscura y ancestral cubriendo la casa, una magia que solo brujas podían invocar.
El mago entró a la casa y cada paso que daba parecía asustar al hechizo que fue lanzado en la casa hace muchos años. Yolanda le contó al mago que al comprar la propiedad todo transcurría con normalidad hasta que semanas después de acomodarse, la peste invadió el hogar. El mago le dijo que los hechizos de peste se deben a ritos satánicos practicados en el terreno de la casa. El mago observó que la estructura de la casa era reciente, eso significaba que construyeron encima de algún lugar de reunión para brujas. Yolanda escuchó el veredicto del mago y dijo que se mudaría en cuanto antes, sin embargo, el mago le aclaró que la peste la seguiría a todas partes hasta que el hechizo fuera deshecho.
Yolanda se sentó en el sofá mientras el mago abrió su maleta que contenía pócimas y artilugios extraños. Primero encendió una vela con llamas de color verde, y extrajo un libro oscuro. Yolanda le preguntó por el libro, y el mago contestó que se trataba del Manual para las ánimas pérdidas con el que invocaría a todos los muertos sacrificados en la casa. Yolanda no podía creer lo que el mago le decía, pero era su única opción. Luego preguntó por la vela, el mago le dijo que era pare crear un círculo de protección. Procedió a invocar a los espíritus, y se presentaron decenas solicitando salvación. Algunos contaron la forma en que fueron capturados por las brujas de hace más de un siglo, y dijeron que no podían escapar del sello maldito que estaba en el terreno.
El mago siguió a los espectros para encontrar el sello, llegó al patio y le pidió una pala a Yolanda para escavar. Luego de alcanzar una profundidad de tres metros encontró los restos de una piedra de sacrificios de donde provenía la peste. El mago fue a la sala a traer el viejo paraguas y cuando volvió al patio apuntó con el paraguas hacia el hueco que había cavado y expulsó una luz blanquecina que hizo que los espectros se dispersaran al igual que la peste.
El mago le dijo a Yolanda que ya no habría peste, sin embargo, debía cavar en todo el terreno para sacar la piedra de sacrificio. Y, eso hizo Yolanda, contrató una excavadora y encontraron los restos de la piedra de sacrificio junto con cadáveres. La noticia fue de primera plana, y la alcaldía indemnizó a Yolanda por comprar la casa para investigar los restos de los supuestos ritos satánicos de antaño. Yolanda aceptó la indemnización y se mudó a otra casa.
La quimera se dirigía furiosa hacia el detective corriendo en cuatro patas, sus pasos hacían temblar la tierra, rugía y su rostro demacrado estaba rabioso. Jules Astor le disparó dos tiros de escopeta y el detective Zenthan descargó el tambor de su revólver sin ningún efecto, en medio de la neblina apareció el enterrador con su hacha para cortarle el cuello de un tajo. El animal cayó tendido en el pasto llenando de sangre todo el terreno. Jules Astor corrió a recoger la cabeza de su padre y la introdujo en un saco, mientras tanto, Zenthan se acercó para corroborar que el adefesio estuviera muerto. Como sus patas seguían moviéndose tomó el hacha para desmembrarlo. En esa semana habían ejecutado tres quimeras, sin embargo, después de investigar en la granja del científico Freddie C
El bardo murió el 6 de febrero en la Ciudad de León luego de una tormentosa vida y enfermedades que lo agobiaban, sus andanzas y viajes por el continente europeo lo hicieron famoso. Mientras tanto, Cornelio Cuadra seguía escribiendo sonetos como si estuviera en el pleno romanticismo de Víctor Hugo o de Lord Byron, peor aún, creía encerrado en sus aposentos que Garcilaso de la Vega todavía se regocijaba con sus matices italianos. Cornelio sufría de esquizofrenia, y de atemporalidad, es decir, creía que era capaz de visitar cualquier época y recrearla en alucinaciones. Su hermana cuidaba de él en un cuarto oscuro de Managua. Siempre se bañaba y se vestía de manera elegante, luego de comer y tomar café de las montañas de Matagalpa, se disponía a escribir sus versos. A veces despe
Mi hermana me llamó por teléfono un domingo por la mañana para decirme que mamá agonizaba. De inmediato le dije a Leonor que iría a Chinandega para despedirme de mi mamá. Pensé en las penurias que siempre sufrimos junto con mis hermanos, sin embargo, ella hacía lo imposible para conseguir tamales y queso. Incluso se quemaba las manos al preparar las melcochas y salir a vender a la calle. Encendí el auto, y me dirigí hacia Chinandega. Mientras conducía pensé que vivir hasta los ochenta años era un milagro, y peor en las calamidades que mi madre padeció. Todavía recuerdo los primeros años de la guerra, y cuando me resigné volver a casa para empezar un negocio en Managua. No me arrepiento, porque de las ganancias del negocio pude enviarle víveres a mi madre cada sem
Eran tiempos de guerra, la mayoría de los androides estaban en la frontera con los hombres batallando contra el enemigo que se aproximaba cada día. Mientras tanto, yo permanecía en el taller donde solo me quedaba reparar electrodomésticos para sobrevivir. A Hesse no lo reclutaron porque era un robot obsoleto según los estándares de la armada terrestre. La guerra parecía que nunca tendría fin, miles de hombres habían muerto, y dos largos años habían transcurrido, y mi padre enviaba mensajes encriptados desde su transmisor. Hubo una semana que no recibí ningún mensaje, le dije a Hesse que escribiera todos los días hasta recibir respuestas. Se supone que mi padre luchaba en el norte, y como tenía algunos compañeros de mi edad que fueron a la guerra, les pregunté acerca de mi padre, ninguno respon
Alonso Renoir arribó a Managua en 1930 para fundar una iglesia diferente a las de su época. Algunos ciudadanos habían escuchado conversaciones y rumores diciendo que Alonso era descendiente de los hugonotes perseguidos por la Santa Inquisición hace unos pocos siglos. Los feligreses católicos se sintieron molestos por el supuesto hijo de mártires. Sin embargo, no podía hacer nada en su contra en ese momento. Alonso se levantaba a las cuatro de la mañana a orar durante dos horas, luego tomaba su Biblia Reina Valera Edición 1910 (una alternativa traducida al español por él mismo donde variaban algunas palabras que hacían énfasis al infierno y los pecados), y se subía en un banco de madera para predicar la palabra de Dios. Algunos pensaban que era un tipo al que le faltaba un tornillo porque ha
El mundo de los sueños pertenece a los dioses, es la manera para comunicarles a profetas y adivinadores las verdades del universo. Algunas veces estas visiones son necesarias para dirigir naciones y también para condenarlas. De acuerdo al libro de Historia de las ciudades macabras, encontré la siguiente narración que al parecer tiene muchas similitudes con otras, pero esta es podría ser la original, y así comienza: Zerphas levantó la capucha de su túnica mientras tanto el rumor de la multitud y animales inundaban el lugar, también una música de flautas y tambores sonaban en los alrededores. Caminó por los callejones de tierra y en cada paso que daba por el gran mercado de Diurma sus sandalias se llenaban de polvo. Apenas había salido el sol y los habitantes de la ciudad se aglomeraban en busca de alimentos. Algunos eran extranj
Una presencia extraña se avecina a nuestro territorio, es la presencia de un forastero. ¿Qué hacemos? Debemos proceder de inmediato. ¿Quién podría ser? Quien sea sufrirá nuestra ira. No podemos permitir que ningún extraño invada nuestras tierras. Hace meses que nadie viene a estos lugares, la última vez que vino aquel sujeto le dimos su merecido. Que el viento haga crujir los árboles para despertarlos y estén alerta. Queremos saberlo todo, averigüen sus mayores pesadillas y anhelos. Jueguen con su mente, muéstrenle a porción lo que busca y le maravilla. Y si acaso no responde a nuestros llamados, hagan lo imposible, ya escucharon, vayan por él. Apenas puedo ver el cielo, las copas de los árboles son muy altas. Siento una ligera brisa. Olvidé decirle a Amelia que la amo. No importa, ella lo sab
Los bombillos colgados en el techo iluminaban el viejo establecimiento, también varios cuadros del Che y Fidel adornaban el lugar. Habían pasado tantos años que no me había percatado del habano que fumaba el argentino en esa foto, siempre lo imaginé con una sonrisa, pero no era así. Las mesas de plástico y, otras de madera daban un ambiente rústico al lugar, además de la gente que muchos eran artistas plásticos y escritores, mientras tanto, una joven de alta estatura con cabello rizado se levantó de la mesa haciendo sonar con su tacones los pasos que daba. Todavía se escuchaban los aplausos dirigidos a un poeta que había leído sus versos de unas páginas arrugadas, tomó el micrófono, y mencionó a Salomón de la Selva, de inmediato supe que se trataba del poema más famoso: La bala. Después de leer aquel poema, seguí tomando cerveza ac