Simone.Mis dedos se pasean por el forro satinado de la caja. El gesto estoico no deja mi rostro mientras la observo; sonríe a todos pegada al brazo de Edmond, como si esto también fuera una victoria de ella gracias a mí. Quiero arrancársela de los labios, arrebatarle ese resplandor, esa falsa elegancia; dejar al descubierto su realidad; la podredumbre que lleva por dentro. Papá intenta llamar mi atención, sé que la estoy mirando demasiado, pero es algo que no puedo controlar. Él mismo me advirtió que tuviera cuidado, que no delatara lo que sabíamos, aún no hay elementos claros, y en el peor de los casos podría perder a Éline. Prometí no actuar desmesuradamente; contenerme, pero el hecho de estar aquí y que no hayan traído a la niña que es la única en estos momentos que podría darme un poco de tranquilidad, hace que el odio en mi interior crezca. Edmond, por su parte; tampoco muestra mucho agrado, busca mis ojos, pero no quiero verlo; suficiente tengo con soñar con él a diario, con pe
Simone.Su risa, retorcida, ha horrorizado mis pesadillas por meses; disfrutó ver cómo me arrastraba sobre el pavimento; cómo la vida escapaba de mis manos. Es una asesina, su postura lo demuestra, el gesto de repulsión en su rostro; como si yo fuera la cucaracha más asquerosa que ha visto en la vida. No me tiene miedo, lo percibo, una sonrisa burlona se alza en la comisura de sus labios. Voy hacia ella, quedamos a corta distancia. Nuestros ojos colisionan, se dicen todo sin necesidad de palabras; ambas sabemos que el apocalipsis se desatará y ninguna está dispuesta a renunciar. Sin muchos preámbulos, le doy la bofetada que el odio me exige; ella gime en sorpresa, el eco de la piel golpeada resuena contra las paredes del baño.—¡Eres una hija de perra! —grito, mi respiración bufa con violencia. Ella vuelve a encararme.—Y tú una campesina; una burra inútil. Tú y el teatro absurdo que has montado; me das asco —su escupida cae en mi cachete, ella se rie mientras me limpio—. Estamos a ma
Edmond.Escucho su historia, cada palabra comienza a taladrarme dentro. Un sentimiento extraño, como la primera vez que la vi. Detallo su perfil, los gestos sutiles maquillan el sentir de cada sílaba saliendo de su boca. Quedo perdido en sus ojos, en el brillo fiero que hay en ellos, percibo odio, dolor, desesperación. La conozco, tan bien, que la duda me cala dentro, estoy seguro, esta leyenda no es tan leyenda; tiene que ver con ella, ¿pero cómo? El fulgor en su mirada recae en Karine, se intensifica como si quisiera tragársela viva. Entonces abre la caja, mi curiosidad se sacia al ver lo que lleva dentro, saca una corona hecha de esas flores del demonio; la coloca en su cabeza; un latido osco sacude mi pecho a la vez que los invitados aplauden. El cabello corto, los jazmines sobre su cabeza... "Reina de flores blancas" —¡Simone! La llamo, pero ha salido prácticamente corriendo. Quiero ir detrás de ella, pedir explicaciones; imágenes raras me invaden, parecen ser recuerdos; mas, d
Edmond.—¡Ya suéltame, Jerome, carajos! Le exijo, pero hasta que no me hace entrar en el auto a empujones limpios no para. Cierra la puerta y entra al lado del conductor, nuestras respiraciones jadeantes se toman el lugar. Nos observamos por un momento, mi mente es un desastre estoy desorientado y todo lo que quisiera hacer ahora mismo es totalmente ilegal. Jerome refleja incógnita, espera que hable, pero apenas puedo juntar toda la información pasando a enormes velocidades por mi cabeza. El móvil vuelve a sonar, mi vista recae en él, es el detective.—¡¿Puedes atender el jodido teléfono aunque sea?! —asiento, inhalo profundo antes de contestar.—Esteban...—Señor Edmond, necesitamos vernos, no me dejó terminar de decirle lo que he encontrado.—Ya sé que Éline es la hija de Simone y mía que estuve casado con una asesina y una secuestradora todo este tiempo. La voy a meter a la cárcel.—No es solo eso, señor, hay más... y acusar a su esposa no le convendría en estos momentos. Aún no l
Capítulo 1.Grasse, Francia, La Fiesta del Jazmín, hace 5 años.Edmond.La ciudad baila, ríe, agasajada bajo de los jazmines que adornan la plaza. Turistas y pueblerinos disfrutan la fiesta, la música que se mezcla con el aroma de las flores. Este era un acontecimiento local que amaba desde niño, soñaba con ser uno de sus mayores exponentes, y hoy lo soy; los arreglos florales, los aromas que se esparcen como olas por estas callejuelas estrechas y laberínticas son mías, llevan la marca: “Arnaud”, mi apellido, el cual gobierna el mundo del perfume. Sí, siento orgullo, pero no me complace, tengo la necesidad de algo más, mi vida aclama algo nuevo. Tal vez sea la razón por la que me encuentro sentado en uno de los reservados de este palacete, teniendo mi sexta cita con la mujer que se acerca ofreciéndome una amplia sonrisa. Karine Dufour, la hija mayor de una de las familias más influyentes de Francia; hermosa, y ambiciosa, perfecta para reinar a mi lado en el mundo de la perfumería. Ll
Capítulo 2.Simone.Miro hacia varios lados, buscando a quién pertenece la pequeña. No me suelta, parece que me ha confundido, ya que me llama mamá. Su sonrisa es tan dulce que el que tenga los ojos tan parecidos al ogro de Edmond Arnaud me hace dudar que tenga algún parentesco con él. Sin embargo, no encuentro otra solución lógica.—Eres mi mami, hueles rico —vuelve a afirmar y por más pena que me cause tengo que decirle que está equivocada.—Cariño, yo no soy tu ma…—Éline, deja a la señorita Bonnet —su voz vuelve a erizarme la piel.No puedo ocultar el sobresalto que me causa tenerlo cerca, ni siquiera sentí cuándo llegó. Sus iris dorados me analizan, siento que me traspasan, que pueden ver hasta el más íntimo de mis secretos.—Pero, papi, yo la quiero.Él nos sigue observando a ambas, suspira y se acerca a la niña. Logra separarla de mí, a pesar del berrinche que esta forma.—¿Qué te he dicho de subir en el elevador sola? —la regaña—. Tienes que esperarme en el auto. Despediré a e
Edmond.Éline piensa que no siento cuando se escurre de la cama, es una niña demasiado inteligente, supongo que por eso me tiene a sus pies, es mi princesa, haría lo que fuera por verla feliz. Es la principal razón por la que no la regaño cuando se va de hurtadillas al amanecer, quiere que yo y su nueva madre estemos solos. «Simone Bonnet…», la desconocida que de un momento a otro llegó a nuestras vidas. A veces creo que tomé la decisión a la ligera, que me apresuré sin conocer a la chica, pero soy un hombre de instintos, estos nunca me han fallado. Esa mujer tiene algo que me incita a rondar alrededor de ella, a la espera, no sé de qué. Las primeras luces matutinas se cuelan por los cristales de la ventana. Hace más de una hora que ella yace abrazada a mí. Una ligera sonrisa se escurre en mis labios; con lo clara que fue respecto a las relaciones íntimas, lo último que imaginé es que disfrutara de mi cercanía. Sé que lo hace, su respiración es lenta, los cabellos castaños descansan
Capítulo 4.Simone.Sabía que su rostro me era conocido, solo que en las novelas que protagoniza no se ve así; con la malicia adornándole la piel. Edmond Arnaud, el perfumista más reconocido del mundo sale con la actriz más famosa del cine en la actualidad, era de esperarse, el dinero y la belleza se llaman unos a otros. Él nunca estaría con alguien ordinario o de bajos recursos, alguien como yo debe parecerle inmundo e insignificante. Más con el estúpido gesto de asombro que no puedo borrarme de la cara, es iluso creer que un hombre como él iba a estar soltero, «mi novia…» Sus palabras se siguen repitiendo en mi mente, junto a la escena que tuve que presenciar mientras bajaba las escaleras; la forma en que él la besaba, no creí que podría existir tanta pasión en un beso, que alguien de apariencia tan fría pudiera tener ese fuego dentro. El dorado de sus ojos sigue fijo en los míos, siento que la cara me arde, no debí haber violado su privacidad. Ahora mismo quiero salir corriendo ha