LUCIANA—Mi señora no está castigando a nadie si se castiga así misma, por favor tiene que comer. Rita tiene razón pero no es que me quiera matar de hambre, es que no lo tengo, la discusión y actitud con Leónidas está siendo desgastante pero que Santiago se haya puesto así conmigo me hace pensar que estoy siendo una amargada y yo no era así, mi niño siempre quería estar conmigo, decía que yo era más dulce que los chocolates y me quería mucho sin embargo, ya nada es igual. Estoy harta de vivir en la tristeza y escucho a la mujer de servicio que se ha vuelto una amiga en este lugar llamándome porque según ella me estoy perdiendo de una joya, está prendida de la ventana y me jala para que haga lo mismo, definitivamente si la idea era hacer que no lloré me siento una pileta al ver que Leónidas siendo tan antipático, malgeniado y pulcro como está cargando a Santino como un paquete diciéndole que está mugroso, lejos de que mi hermano se moleste, se ríe a carcajadas y estira las piernas ha
LUCIANA El camino es tormentoso y no precisamente porque estemos peleando, ni siquiera puedo decir eso porque ahora mismo si no fuera porque los ojos avellana de Leónidas me miran de tanto en tanto yo sería un asiento más de este lujoso auto. Santiago como siempre va atrás pero su cabeza está en medio hablando como un loro e increíblemente el supuesto adulto lo escucha haciendo promesas de que le enseñara karate, a esquiar, a defenderse y muchas cosas más que me hacen sentir locamente como si fuéramos una familia y no debería, bastante tengo con haberme hecho falsas ilusiones yo solita para que mi hermano sea más parte de esto, sin embargo, me ignoran ya que su plática de hombres como dice el pequeño es muy entretenida, de verdad no quiero pero luchar conmigo es difícil, como dijo Rita definitivamente el castigo para él también es para mí y aterrizó solo cuando el auto frena ya que hemos llegado. Leónidas baja del auto con una seguridad que te grita lo importante y varonil que es,
LUCIANA—¿Es una estrategia?. —Si quieres hacemos el segundo niño aquí para que te quede claro. —¡En serio estás loco!. Y yo más que el porque no quiero ni abrir los ojos, me rehusó a caer cuando realmente ya me tire y sin paracaídas, Santiago nos jala diciendo que no quiere regresar a este lugar y estamos de acuerdo con él, sonrió tanto que hasta me duele la mandíbula pero nada se compara como mi pecho arde de una forma hermosa aún cuando no quiero ni debería caer… otra vez. Salimos del lugar y tomó la mano de mi niño mientras que con la otra Leónidas me sostiene y no soy la única que lo mira enamorada, mi hermanito avanza con nosotros mirando al hombre que con solo existir me enamora y ya no se que hacer con ello. El camino de regreso es mudo entre el y yo porque Santiago dice que le gusta mucho ser un Moreno, sin embargo, a Cavani le va muy bien y quiero refutar porque tampoco puede cambiar, pero no me hacen caso. La mano del empresario está en su volante y la otra en mi homb
—¡Basta Leonidas! ¡Deja a tu hermano!, eres un salvaje… ¿Cómo es posible que lastimes a Mario de esa manera?, ¡Dios mío solo por dinero!. —¿Solo por dinero?. No mamá, no es solo por dinero, es mi imagen, es el proyecto en el que yo me esforcé, el que me costó hasta la felicidad al lado de la mujer que amaba, sacrifique mucho por ser un digno representante de esta familia, el proyecto es mío y él me lo está quitando, soy un fracaso ante los ojos de todo el mundo. ¡Por su culpa!. No puedo creer que le crean todo tan fácil. —Mario ha presentado el proyecto— sigue mamá— no siempre puedes ser el mejor hijo, la soberbia está acabando con tu vida. —Ahora entiendo porque Raquel te dejo, eres prepotente, egoísta y desalmado, pero yo— me mira y se limpia la boca— te perdono hermano— quiero vomitar al verlo y escucharlo— tú sabes que fui yo quien ha realizado el proyecto que salva de la ruina a nuestra familia, no puedo creer que quieras robar lo que es mío. —Y yo no puedo creer la clase
— Mario está en una reunión. ¿Le puedo ayudar en algo?. —¡El señor Cavani!— me corrige— él no puede estar ocupado para mí, y si me puedes ayudar en algo Luciana Moreno— me habla como si le diera náuseas— desaparece de la vida de mi hijo.Me quedo con la palabra en la boca y el fastidio de tener que tolerar estas actitudes desde que ingresé a esta empresa, si bien es cierto soy la secretaria de presidencia y no una rica heredera como los Cavani, soy una mujer trabajadora y busco superarme sin dañar a nadie aún cuando la señora Dayana crea que es así. Tomó asiento en mi puesto y respiro muy hondo haciendo una lista de los pro y contra de haberme enamorado del dueño. Han sido los 6 meses más felices de mi vida, desde que llegué el atractivo de Mario del cual ya me habían contado me dejó maravillada, abro mi gaveta y admiro la fotografía que tenemos de los dos en uno de nuestros fines de semana en la playa, el tan guapo y varonil, su 1.80 de altura lo hace un hombre con porte, su cabe
—¿Qué novedades hay?. —Hoy se cumple un año más de la muerte de tu padre, Camilo Cavani fue un excelente hombre y negociante por eso la empresa le hará en unas semanas un homenaje a su trayectoria y los 5 años que han pasado de su ausencia… Y la tuya. —¿Negocios?. —Bien pero no muy bien, es decir, Mario logró sacar a flote la empresa con tu proyecto, sin embargo, no le está sacando el provecho que realmente se podía rescatar, en resumen porque ya veo tu cara amargada, tu hermano ha malgastado dinero de los Cavani y sin que los demás se enteren está vendido la mitad de las acciones de tu familia. ¿Qué hará con eso el inversionista Leónidas Cavani?. —Cobrar mi revancha. Le respondo a Juan Pablo, mi socio y quizá el único amigo que puedo decir que tengo y tiene mucha razón porque eso es lo que soy, un inversionista y en este caso estoy dispuesto a invertir lo que sea para obtener la venganza y reconocimiento que me merezco. Mario no solo me robó un proyecto donde deje parte de mi v
—Está muy asustada, creo que debería de ser un poco más comprensivo con su esposa— lo miró sin entender— es muy hermosa y por lo visto su matrimonio no empezó como esperaba. —¿Matrimonio?— me abro la camisa sintiendo que me sofoco. —Si, la señora no me ha dicho mucho pero la traicionó, tiró el aro de bodas y repite que odia a Mario. El hombre no entiende y yo menos, me da rabia que me llama como ese imbécil ¿y eso que significa?, el sigue con sus consejos que nadie pidió y le digo que eso es todo, le pagó y se va mientras me debato entre esperar a que se calme pero la paz hace mucho no es parte de mi vida por lo que voy a enfrentarla. —Tenemos que hablar. Interrumpo y parece un gato asustado, uno muy fino pero con cara de terror y tengo que esquivar las almohadas que me lanza y pide auxilio diciendo que se quiere morir, que el amor duele, que nunca le han disparado pero seguro duele más que un disparo, la habitación la está destrozando y si sigue así, la policía no va a tardar en
—Esto debe ser una más de las trampas de ese imbécil, tú te estás prestando y yo quiero irme de aquí, ustedes son iguales. Me quejo y es como si le hubiese dado una patada, quien ahora se y comprobé que es Leónidas Cavani, me mira con rabia y exige que jamás lo compare con su hermano, su furia me asusta pero coloco mis manos en su amplio torax pidiendo que se calme y por unos segundos yo misma siento paz mirando sus ojos marrones, no se parece a Mario, sería difícil físicamente creer que son familia pero he leído sus documentos, lo son y el carácter tampoco es el mismo. Su nariz perfilada se abre al compás de su corazón que está agitado, sus ojos tienen furia y por lo visto es lo único que ese hombre logra en los demás, la poca barba castaña que adorna su mandíbula cuadrada está tensa y siento que sus dientes van a explotar por lo que le pido que se calme y me explique, no se porque pero su porte te puede dar miedo como seguridad y soy oídos escuchando que Mario es un desastre, le r