Marina.__ Su medicamento, señorita. - recibí la cápsula que puse en mi boca para luego pasarla con el jugo. El desayuno no me apetece nada, aún sintiendo incomodidad con las leves náuseas, consiguiendo que no quiera probar la comida.Hago a un lado el plato y solo me concentro en el periódico que leo para buscar algo de interés. Me dijeron que debía distraerme, por lo cual en todos lados tuve la idea de ver opciones.__ Si no comes le hará daño al bebé. - advirtió Víctor, en tanto el siguió comiendo un tipo de ensalada que no quise ver. __ No tengo apetito. Quizá si cocino algo luego de...__ Tienes quien cocine por tí. No tienes necesidad de meterte ahí. - volteé la mirada ante su argumento de todos los días. Quería hacer algo en la casa, pero cuando lo intentaba siempre alguien ya estaba dispuesto a ayudarme.Como un cuento de una princesa a la cual le ponen todo en la boca. Solo que no deseaba serlo. __ Entonces déjame conducir para salir de nuevo. - propuse. __ No puedes condu
George.Los mismos resultados al verificar datos en el sitio creado para buscarla, eso me lleno de impotencia como cada vez que era actualizado. La migraña le dio otro golpe a mi cabeza, con las náuseas que no se iban por más suplementos vitamínicos que tomaba. Según el médico eso ayudaría, pero no fue verdad. Continuaron igual, no sentía debilidad, pero sí como algunos días me mareaba de la nada.Me permití descansar unos minutos. Tenía una razón que atender con el investigador, el cual aún no llegaba antes de irme a una de las ciudades cercanas para continuar con mi búsqueda. Ya estaba repasando lugares a los que había ido, pero era mantenerme en movimiento lo que no dejaba que perdiera la cabeza. 112 días de no saber nada de Marina. La cuenta latía en mi cabeza, porque un día más representaba que lejos de mí cualquiera podría pasarle y no quería pensar en eso. __ La señorita Marlene lo busca, señor. - me avisó la mujer que apareció con dos aspirinas que había pedido. __ Que se
George.Recorrí las calles de São Paulo, dentro del auto con un único pensamiento que se repitió una y otra vez en mi cabeza. No tenía ni como detenerlo, porque solo deseaba verla. Tenerla de nuevo conmigo era mi motivación. Sentirla cerca, para cersiorarme que en verdad la tenía fue una gran razón para no dejar que mi misión se nuble. ¿Estaba justificado? Claro que sí, no podía dejarla lejos míos si ese infeliz se la había llevado con él, sin decirme, sin siquiera avisarme que estaba con vida, después que hasta su padre, "prestó sus servicios" para ayudar.__ Es ahí, señor. Pero le repito que...No seguí escuchandolo. No deseé perder más tiempo para poder ir con ella y decirle cuánto la había extrañado. Toqué la puerta, esperé unos segundos hasta que una mujer vestida con uniforme de servicio salió.__ Dígame. - su idioma fue lo primero percibido. __ Busco a la señora... a Marina. - corregí para no confundir. - Necesito verla.__ Lo lamento. - puso las manos en su espalda. - Ella
George.__ Te mojé todo...lo lamento. Te juro que no te vi. - intentó disculparse al ver el desastre. Aseguró el cierre de su campera que le cubría toda la parte superior de su cuerpo. - Traigo algo de dinero. Puedo comprarte otra. ¿cuanto vale esa camisa? Hurgó en el morral que llevaba colgado en su espalda. En lo que quise ver si sabía quién era yo, solo que no pasó. No me reconoció, si fingiera me daría cuenta, pero no lo hizo. En verdad no me recordó. Un puño directo a la boca de mi estómago. Tan amargo como la hiel, tan doloroso como mil espinas clavarse a la vez.__ Esta... 2500 dólares...creo. No es... __ ¡¿Qué?! ¿Donde la compraste? Es demasiado... ¡oye tú eres el de la revista! - señaló con las mejillas rosadas, en dirección de la enfermera. - El de los empresarios que se... ¡ay no puede ser! ¡arruiné tu camisa! ¡te juro que no quise hacerlo! voy a pagarla. - perdió el color de sus mejillas y eso me hizo reír. - No cargo ese dinero, pero puedo pedir que me lo presten. Pued
Marina.__ ¿De qué está hablando? - cuestionó confundido. Hasta diría que aturdido ante tal reclamo, pero las palabras de Víctor se repetían una y otra vez en mi cabeza. - Marina, como...¿eso dijo? Exhaló con fuerza. Bajó los hombros y miró sobre los míos como si no quisiera que nadie nos descubriera.__ Escúchame, Marina. - se acercó. Cuando se trató de Víctor siempre daba un paso atrás, pero con él no pude, lo cual me desconcertó. - Mírame. ¿Crees ciegamente en todo lo que te dijo?Era una pregunta que me hacía todo el tiempo. No se trataba de una reciente, si no desde que desperté. Sin tener nada en que creer o dudar __ Él es mi prometido. Tenemos dos años de relación, nos conocemos porque nuestros padres eran socios. - seguí las palabras de Victor en mi mente. - Nos comprometimos hace seis meses, tengo mi embarazo...__ Hijo de perra. - masculló exasperado. - Le voy a partir la cara a golpes.__ No vas a hacerle nada. Es mi prome...__ No es una mierda de tí. - escupió con enojo
Marina.¡Le pedí a un "desconocido" que no se fuera! ¿Pero en que estaba pensando? En la mañana, al despertar después de una noche agotadora, paseando entre pensamientos y una extensa ensoñación de mi parte, con algunos escenarios que creé en mi cabeza para encontrarles sentido. Froté mi cara, al tiempo que ahogué un grito de frustración. La misma pregunta en mi cabeza. ¿Porque hice eso?No supe ninguna respuesta. No tuve una sola idea del porqué lo hice. Me di una ducha y aún no me pareció que tan tonta era como para hacer eso. __ Señorita Marina, el señor Víctor ha estado preguntando mucho sobre porqué llegamos tan tarde anoche. - comentó Marta, en tanto bajamos al primer piso. - Hace unos minutos me preguntó, pero mantuve que se nos hizo tarde por lo de la pecera. __ Que continúe así. - repuse , viendo a "mi prometido" sentado en la mesa, viendo la pantalla del celular. - Si sigue insistiendo inventa algo, luego me dices que fue para que las respuestas coincidan.Asintió, yendo
George.__ Aquí está el expediente médico de la señora Castelo. - estando en la casa donde me estaba quedando con el investigador, este me entregó algo que pedí días antes. - Jaime me dio los datos del doctor, pude conseguirlo después del sujeto que la atiende y con algunas mentiras este accedió a darme una copia. Agarré la carpeta azul, leyendo la primera hoja. De solo leer el nombre sentí hiel cayendo por mí garganta, resbalando hasta mi estómago. "Marina Torrenegro de Moreno" Muchos datos falsos. La mayoría de ellos unidos a él como si en verdad fuera su mujer y no la mía. Dejé de ver eso para pasar a lo que quería en verdad cuando lo solicité. Contusiones en la cabeza. Dos fracturas menores y una en la parte lateral izquierdo. Las notas del médico indicaron cuan peligroso era para mí mujer el tener impresiones fuertes y el medicamento a tomar para aminorar la aparición de dolor. Sumado al embarazo, el cual si se tenía el cuidado suficiente llegaría a buen término. Recomendan
Marina.__ ¿Sí estás dormida? - Víctor bajó un poco su voz. El corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, inestable tanto como para creer que explotaría en cualquier momento. No pude prever cuando George tomó mi boca. Caí de espaldas de nuevo a la cama donde se abrió espacio entre mis piernas una vez más.Tenía que alejarlo, empujarlo, pero solo me dejé llevar por lo bien que se sentía se poseída por alguien con ese aura tan dominante que estaba segura lo hacía para demostrar de nuevo que podía caer ante sus caricias cuando lo deseara.Enredé mis piernas en su espalda, en tanto el placentero roce de su miembro con mi canal regresó. Lleno mi cara con sus manos en tanto su boca me reclamó como suya.__ ¿Donde dejé las llaves? - dijo un pensativo Víctor en tanto George se adentró de nuevo entre mis paredes. Sentí su respiración en mi cuello, sus manos en mis caderas en tanto apreté los labios para no soltar los gemidos que de mi garganta querían escapar. __ ¡Joder! - murmuró su voz