Rosalía meneó la cabeza y regresó adentro, tenía la intención de decirle a Flavio que Mario había destruido su auto. Pero no lo vio por ninguna parte, Ignacio estaba con Serafín que lo llevó a un cuarto a curarse las heridas que tenía en la cara. Una de las trabajadoras de la casa le llevó una vasija con agua y la puso sobre la cómoda con una toalla. Ignacio agradeció y comenzó a lavarse la cara y los brazos.—No sabe cuánta vergüenza me da por lo que mi sobrino le hizo. —No se preocupe Serafín, yo soy el que debería sentirme avergonzado, es la primera vez que entro a su casa y sucedió esto. —Mario es buen muchacho, pero a veces se comporta como una mula, no se sabe controlar.Cuando Serafín e Ignacio salieron a la sala, Pedro estaba allí con Romelia, Amelia y Filomena.Pedro observó cómo había quedado Ignacio después de la pelea, con la ropa sucia.—No me imaginé que Mario fuera capaz de llegar a atacar así a alguien. —Amelia agregó:—Flavio ya está bien papá. —Pedro miró a Serafín
Bueno, es mejor que subas a tu cuarto, voy a buscarte ropa de dormir de un primo que viene de vez en cuando, creo que es de la misma talla que tú. —Ignacio sonrió y se acercó a ella.—De haberlo sabido habría empacado ropa antes de venir a la casa de mi novia. —Amelia se sonrojó.—¿Tu novia?—Eso eres a partir de esta noche, y pronto serás mi prometida cuando te presente a todos con tu verdadera identidad. —Amelia sintió preocupación y agachó el rostro.—¿Dije algo malo?—Es que todo este tiempo…—¿Qué?—Es confuso, empecé siendo tu esposa, bueno, era Silvia, yo solo estaba sustituyéndola. Él le agarró el mentón y la miró fijamente a los ojos. —Estos meses has hecho por familia y por mí más de lo que Silvia hizo en años; soportaste muchas cosas y recibiste reproches que no te correspondían, eso te hace una esposa, una buena esposa. Quiero que lo seas pronto, me casaría contigo hoy mismo si pudiera hacerlo.Se quedaron viendo fijamente a los ojos, todo quedó en silencio, solo se esc
Más tarde Amelia fue a la habitación de Pedro a explicarle todo. Lo encontró acostado en su cama, le pareció extraño que lo hubiera hecho a esa hora.—¿Papa te sientes mal?—Solo me siento cansado. —Tenía el semblante serio y distante, Amelia en sus adentros no podía concebir que su padre estuviera enojado con ella. Pensó:—No puedo decirle toda la verdad, se angustiará mucho si se enterara de que he estado usurpando a Silvia, y peor aun si le digo que ella es la mujer de un mafioso.Pedro sin establecer contacto visual con ella dijo:—¿Eres la querida de ese hombre? —Amelia sintió que la cara se le quemaba.—No papá.—¿Entonces por qué Rosalía los vio besándose? —Amelia se quedó muda, no sabía cómo explicar, Pedro frunció el ceño.—A eso te fuiste de regreso a la capital? A quedarse con ese tipo? Has perdido la vergüenza, tu novio ha estado esperándote todo este tiempo, trabajando y arreglando la casa para vivir los dos con mi nieto, mientras que mi hija hace lo contrario y anda com
Mario llegó a la casa buscando a Amelia, ella estaba aún encerrada en la habitación. Mientras una de las ayudantes de la cocina subió a llamarla, Rosalía llegó a la sala agarrándose un mechón del cabello.—Y aquí está el mero macho buscando a la mujer que se burló de él en su propia cara con otro hombre. —Mario arrugó el ceño y la miró con desagrado.—Si, vine a hablar con Amelia, tú lárgate de aquí.—No puedes echarme de mi casa.—Esta casa es de Amelia.—No, es de Pedro y de mi mamá.—Pedro la puso a nombre de Amelia, y no entiendo por qué ella no te ha echado todavía.La joven que fue por Amelia bajó las escaleras y le dijo a Mario:—Amelia dice que está indispuesta y que no lo recibirá.—Entonces deseo hablar con Pedro.—Voy a decirle. —Mario miró a Rosalía.—Lárgate, no vine a verte la cara.—Que bueno que mi hermanita está enamorada de otro que es mejor que tú, te aseguro que con ese no podrás competir, "jamás".—Sal de mi vista. —Rosalía con talante burlón se marchó.Pedro sali
Diego oyó a Ignacio mientras este le contó todo lo que había sucedido en San Pedro; como lo vio tan entusiasmado con Amelía le dio preocupación, temía que su hermano volviera a equivocarse, entonces le dijo:—¿Estás seguro de que en verdad puedes confiar en ella?—Si, te aseguro que esta vez no estoy equivocado, observé a su familia, sus amigos. —Puso una leve sonrisa y una mirada soñadora—. Ella es sencilla, una mujer joven llena de expectativas y sueños; se graduó este año, es licenciada en administración, su padre es un hombre honrado.—No crees que entonces deberías denunciar a Silvia con la policía.—Eso sería lo correcto, pero van a investigar a Amelia, y no sabemos si eso la va a afectar, tal vez la policía decida detenerla; no quiero eso.—Me parece que otra vez estás viendo a través de los ojos del amor, y podrías equivocarte de nuevo.—Nunca lo había hecho, con Silvia solo veía a través de mi soledad, mi tristeza y mi desesperación; en cambio con Amelia siento la alegría y l
Era de noche en Bruselas, Ernesto y Silvia se mudaron de repente a una casa para tener más privacidad y seguridad. Ernesto estaba preparando todo para darle el golpe a Marino.Se encontraba en la habitación hablando por el celular y tenía encendido un habano. De pronto uno de sus hombres llegó, él dejó el teléfono.—Señor, él dijo que le dirá todo a usted directamente.Ernesto agarró el habano y fumó, luego se puso de pie y se dirigió a otra habitación en el primer piso, allí tenían a Henrry amordazado en una silla.Ernesto dejó el habano sobre una vieja mesa de metal que había allí.—Entonces decidió cantar. —Henrry lo miró con recelo y se rió.—Para qué quiere saber en dónde tengo esa caleta, igual no podrá moverla sin que las calaveras se den cuenta; el destino de esa droga es pudrirse en donde la dejé.—Tengo un plan que Marino no espera. —Henrry se carcajeó.—No me diga, le robará la droga a su compadre.—Si, igual que tú alguna vez le robaste a su mujer… asumiste un gran riesgo
Las hermanas y la madre de Mario se hicieron cargo de decorar el jardín de la casa de Pedro para la boda, llegaron con muchas flores, algunas sillas de fiesta, manteles y dos mesones. Amelía tenía más amargura que alegría.—¿Para qué hacen todo esto? papá está muy enfermo, no es prudente hacer una celebración.La madre de Mario le dijo:—Es precisamente por Pedro que hacemos esto, para que tenga buenos recuerdos de la boda de su hija. Después cuando él se recupere Mario y tú podrán hacer una fiesta más bonita y con todas las de la ley —Le tocó la barriga y sonrió—. Mi primer nietecito ya habrá nacido para cuando eso suceda. ¿Pero por qué no vas a alistarte? ya se hace tarde, el padre no demora en llegar a tomarles la confesión.***Ernesto puso a Henrry al tanto del plan que él y Silvia iban a ejecutar en contra de Marino en pocas horas. A cambio y para tener parte en el nuevo grupo criminal que desplazaría a las calaveras, Henrry le confesó en dónde había escondido la caleta de cocaí
Rita viajó desde la capital en cuanto se enteró del estado de salud de Pedro y de la vida repentina de Amelia. Llegó a la casa después de las seis de la tarde con uno de sus hijos. Acompañó a Amelia para que terminara de alistarse.—Quedaste muy preciosa, pero te falta el velo.—No quiero usar velo tía.—Pero es lo que se acostumbra, no tienes que taparte la cara, pero puedes ponértelo sobre el moño, voltéate y yo te acomodo, así saldrás más linda en las fotos y Pedro estará encantado con verla tan hermosa.—Tía sabes que no amo a Mario, no deseo nada de esto, solo lo hago por mi papá. —Rita puso cara de lamento.—Pero si te casas con Mario él se convertirá en tu nueva familia, es el padre de ese niño que está a días de nacer, ya no habrá marcha atrás.—No sé si pueda convivir con Mario.—Será tu marido, tienes que adaptarte a tu nueva vida.—Solo espero que esto sirva para la recuperación de papá, espero que estando tranquilo mejore su salud.—Ten fe hija, ya verás que todo te saldrá