Jimena estaba molesta con Ignacio porque había suspendido a última hora la fiesta de cumpleaños que ella y Jimena Chávez le organizaron, bajó a la cafetería del grupo con Diego y a su tocaya, mientras tomaban el café les dijo:—No puedo creer que Ignacio haya sido capaz de suspender la fiesta horas antes de realizarse como si nada le importara. —Jimena Cháves agregó:—Seguramente se le presentó un imprevisto muy importante. —Diego le dijo:—Mi hermano tenía que hacer algo hoy mismo que no podía dejar para después.—Pues no lo creo, más bien se me ocurre que la arpía esa lo enredó como siempre lo hace, si no, ¿entonces por qué salió con ella de la casa? Me da vergüenza con todos loa invitados que habían cambiado sus agendas para asistir.—No exageres Jimena —Dijo Diego—. Por eso mi hermano pidió que la fiesta se hiciera después de las cuatro; además todos entendieron, esa reunión puede realizarse el domingo bien sea en la casa o aquí mismo.***Amelía simuló que iba a buscar unos docum
—Dígame qué quiere. —Dijo Amelia tras cerrar la puerta.—No me ha dicho muchas cosas de ti, como que es licenciada en administración.—No tengo interés en decirle mis cosas, es mi vida privada, no tengo por qué contarle nada, usted es un extraño para mí. —Ignacio se rió y dijo con sarcasmo:—¿Un extraño? Y qué me dice de usted que se metió a la intimidad de mi casa, y además violentó toda mi privacidad como hombre, porque en varias ocasiones le dije e hice cosas creyéndola mi esposa, cosas que no se hacen con una extraña.Amelia se sonrojó.—Ya veo que se le ruborizó el rostro, ¿por qué? Ella no contestó y evadió su mirada, Ignacio se acercó y la agarró del mentón.—Se sonroja porque se acuerda claramente de las veces que casi le hago el amor creyéndola mi esposa.La soltó y se alejó de ella.—Respóndeme algo, ¿el trato que hizo con Silvia incluía cumplir deberes maritales?—No.—¿No? No comprendo, fue contratada para usurpar a una mujer casada, ¿Qué esperaba entonces? Se supone que
Mario pasó la tarde supervisando la cría del ganado en la montaña de la finca de su familia, a las cinco de la tarde regresó al rancho. Para llegar a este debía abrir un portón que quedaba como a quinientos metros de la vivienda. Bajó del Toyota que conducía y se dispuso a quitar la cadena del portón cuando de repente Rosalía salió de detrás de un Árbol que había cerca; Mario al percatarse frunció el ceño, no se detuvo y continuó soltando la cadena.—¿Qué haces aquí Rosalía? —Con un tono de voz frío le preguntó:—¿A que no te imaginas quién llegó a la casa? Y con su novio.—No lo sé, y tampoco me interesa. —Abrió el portón y ni siquiera volteó a mirarla.Rosalía con talante burlon se acercó a él.—Tu adorada Amelia llegó esta mañana a la casa con un tipo. —Mario iba a subirse al auto pero se detuvo y volteó a mirarla con una dura expresión.—¿Qué tipo? —Ella sonrió y meneó los hombros.—Llegó con un tal Flavio, lo presentó como a un compañero de trabajo, él es el chofer de la famil
Pasó un rato, Ignacio bebió varios tequilas y conoció a otras personas del pueblo que Pedro y Serafín le presentaron. Luego él y otros que estaban en la misma mesa recibieron otra ronda de tragos. Amelia lo observó cuando recibió el tequila desaprobando con la mirada, él se percató de ello y sonrió.—¿Le molesta que beba?—No me molesta. —Dijo con cierta amargura en su voz.—¿Entonces por qué esa mirada matadora?—No vino aquí a divertirse, ¿ya se le olvidó que solo desea observar mi vida y a mi familia?—Realmente hablas como si estuvieras enojada conmigo.—No estoy enojada.—¿Entonces por qué me reprochas con la mirada? esos lindos ojos intentan asesinarme, pero logran otro efecto, me cautivan.Amelia hizo caso omiso a sus palabras.—No deberías estar aquí fingiendo que te gusta estar con toda esta gente que ni siquiera conoces.Luego se levantó y se fue hacia la entrada de la casa, de ahí se dirigió a la cocina a buscar agua para beber; Ignacio se levantó y se acercó a Filomena, l
Ignacio le agarró el mentón a Amelia y le dijo: —Ahora que sé que puedo tenerte no dejaré que te apartes de mí, mañana te llevaré conmigo. —No puedo regresar a tu casa ahora que sabes que no soy tu esposa. —Tienes meses viviendo conmigo y no ha sido un problema para ti. —Todos creían que Silvia era quién vivía en tu casa, ahora es distinto, tu familia no aceptará que una intrusa como yo viva con ustedes. —No me importa lo que digan. —Si hubieras escuchado a tu familia cuando te advirtieron acerca de Silvia te habrías ahorrado muchos males. —¿Acaso serías un mal para mi familia y para mí? Amelia agachó el rostro. —Quiero llevarte conmigo —Le tocó la barriga—. Cuidaré de ti y de tu hijo. —Ya sabes toda la verdad, sabes que no soy culpable de lo que hizo tu esposa. Pero no pienso regresar a tu casa, me quedaré aquí, debo hacerlo; mi hijo nacerá pronto, debo alistar todo, ni siquiera le he comprado su cuna, debo hacer todo lo que se supone que una madre embarazada debería. En e
Rosalía meneó la cabeza y regresó adentro, tenía la intención de decirle a Flavio que Mario había destruido su auto. Pero no lo vio por ninguna parte, Ignacio estaba con Serafín que lo llevó a un cuarto a curarse las heridas que tenía en la cara. Una de las trabajadoras de la casa le llevó una vasija con agua y la puso sobre la cómoda con una toalla. Ignacio agradeció y comenzó a lavarse la cara y los brazos.—No sabe cuánta vergüenza me da por lo que mi sobrino le hizo. —No se preocupe Serafín, yo soy el que debería sentirme avergonzado, es la primera vez que entro a su casa y sucedió esto. —Mario es buen muchacho, pero a veces se comporta como una mula, no se sabe controlar.Cuando Serafín e Ignacio salieron a la sala, Pedro estaba allí con Romelia, Amelia y Filomena.Pedro observó cómo había quedado Ignacio después de la pelea, con la ropa sucia.—No me imaginé que Mario fuera capaz de llegar a atacar así a alguien. —Amelia agregó:—Flavio ya está bien papá. —Pedro miró a Serafín
Bueno, es mejor que subas a tu cuarto, voy a buscarte ropa de dormir de un primo que viene de vez en cuando, creo que es de la misma talla que tú. —Ignacio sonrió y se acercó a ella.—De haberlo sabido habría empacado ropa antes de venir a la casa de mi novia. —Amelia se sonrojó.—¿Tu novia?—Eso eres a partir de esta noche, y pronto serás mi prometida cuando te presente a todos con tu verdadera identidad. —Amelia sintió preocupación y agachó el rostro.—¿Dije algo malo?—Es que todo este tiempo…—¿Qué?—Es confuso, empecé siendo tu esposa, bueno, era Silvia, yo solo estaba sustituyéndola. Él le agarró el mentón y la miró fijamente a los ojos. —Estos meses has hecho por familia y por mí más de lo que Silvia hizo en años; soportaste muchas cosas y recibiste reproches que no te correspondían, eso te hace una esposa, una buena esposa. Quiero que lo seas pronto, me casaría contigo hoy mismo si pudiera hacerlo.Se quedaron viendo fijamente a los ojos, todo quedó en silencio, solo se esc
Más tarde Amelia fue a la habitación de Pedro a explicarle todo. Lo encontró acostado en su cama, le pareció extraño que lo hubiera hecho a esa hora.—¿Papa te sientes mal?—Solo me siento cansado. —Tenía el semblante serio y distante, Amelia en sus adentros no podía concebir que su padre estuviera enojado con ella. Pensó:—No puedo decirle toda la verdad, se angustiará mucho si se enterara de que he estado usurpando a Silvia, y peor aun si le digo que ella es la mujer de un mafioso.Pedro sin establecer contacto visual con ella dijo:—¿Eres la querida de ese hombre? —Amelia sintió que la cara se le quemaba.—No papá.—¿Entonces por qué Rosalía los vio besándose? —Amelia se quedó muda, no sabía cómo explicar, Pedro frunció el ceño.—A eso te fuiste de regreso a la capital? A quedarse con ese tipo? Has perdido la vergüenza, tu novio ha estado esperándote todo este tiempo, trabajando y arreglando la casa para vivir los dos con mi nieto, mientras que mi hija hace lo contrario y anda com