En la mañana Amelia despertó después de haber dormido toda la noche. Era la primera vez que lograba descansar así de bien desde que pasó a ser la sustituta de Silvia. Abrió sus ojos y vio que ya era de día, de pronto recordó que Ignacio se había ido de la habitación a llamar a la policía. Ignoraba que él había cambiado de parecer.Salió al pasillo, de pronto vio a Lucrecia, supuso que todos en la casa ya conocían que era una sustituta, no sabía cómo iría a reaccionar Lucrecia, pero pronto descubrió que la mujer ignoraba toda la verdad.—¡Silvia! ¿Cómo te has sentido? Te ves bien de cara, eso quiere decir que has mejorado.Amelia puso una lánguida sonrida para disimular, pero al instante esta cambió por una expresión seria de su rostro, cuando vio que Ignacio que salió de su habitación y caminó por el pasillo directo hacia donde estaban ellas. Esa mañana no se había puesto el traje, llevaba puesto un jean con una polera y un par de botas.Amelia sintió que un escalofrío arropó todo s
Ignacio se quedó en el patio de la residencia parado junto a un árbol, y tenía una dura expresión en su rostro. Pasaron varios minutos, de pronto Amelia salió al patio, de mala gana le dijo:—Las quesadillas ya están.—Se me quitó el hambre.—¿Piensa dejar a la pobre anciana con las quesadillas servidas? —Inacio tenía fruncido el ceño,juzgó lo que Amelia le dijo, entonces se fue adentro. Los dos se sentaron, Rita les puso un plato a cada uno y las quesadillas las dejó en una cesta y se fue a buscar una bebida. Ignacio sin hambre agarró una quesadilla, la puso sobre el plato y se quedó observándola, Amelia se percató.—¿Ya le dio miedo comer quesadilla de alimaña?—La quesadilla está bien, lo feo es que la pobre cocinera vive rodeada de alimañas y no se ha dado cuenta.—Habla sin saber.—Hay cosas que son fáciles de discernir, como su amiguita —Meneó la cabeza—. Se le nota en qué trabaja, ¿o me dirá que es maestra en un kinder?Amelía se quedó callada.—Responde, ¿en dónde trabaja su
Jimena estaba molesta con Ignacio porque había suspendido a última hora la fiesta de cumpleaños que ella y Jimena Chávez le organizaron, bajó a la cafetería del grupo con Diego y a su tocaya, mientras tomaban el café les dijo:—No puedo creer que Ignacio haya sido capaz de suspender la fiesta horas antes de realizarse como si nada le importara. —Jimena Cháves agregó:—Seguramente se le presentó un imprevisto muy importante. —Diego le dijo:—Mi hermano tenía que hacer algo hoy mismo que no podía dejar para después.—Pues no lo creo, más bien se me ocurre que la arpía esa lo enredó como siempre lo hace, si no, ¿entonces por qué salió con ella de la casa? Me da vergüenza con todos loa invitados que habían cambiado sus agendas para asistir.—No exageres Jimena —Dijo Diego—. Por eso mi hermano pidió que la fiesta se hiciera después de las cuatro; además todos entendieron, esa reunión puede realizarse el domingo bien sea en la casa o aquí mismo.***Amelía simuló que iba a buscar unos docum
—Dígame qué quiere. —Dijo Amelia tras cerrar la puerta.—No me ha dicho muchas cosas de ti, como que es licenciada en administración.—No tengo interés en decirle mis cosas, es mi vida privada, no tengo por qué contarle nada, usted es un extraño para mí. —Ignacio se rió y dijo con sarcasmo:—¿Un extraño? Y qué me dice de usted que se metió a la intimidad de mi casa, y además violentó toda mi privacidad como hombre, porque en varias ocasiones le dije e hice cosas creyéndola mi esposa, cosas que no se hacen con una extraña.Amelia se sonrojó.—Ya veo que se le ruborizó el rostro, ¿por qué? Ella no contestó y evadió su mirada, Ignacio se acercó y la agarró del mentón.—Se sonroja porque se acuerda claramente de las veces que casi le hago el amor creyéndola mi esposa.La soltó y se alejó de ella.—Respóndeme algo, ¿el trato que hizo con Silvia incluía cumplir deberes maritales?—No.—¿No? No comprendo, fue contratada para usurpar a una mujer casada, ¿Qué esperaba entonces? Se supone que
Mario pasó la tarde supervisando la cría del ganado en la montaña de la finca de su familia, a las cinco de la tarde regresó al rancho. Para llegar a este debía abrir un portón que quedaba como a quinientos metros de la vivienda. Bajó del Toyota que conducía y se dispuso a quitar la cadena del portón cuando de repente Rosalía salió de detrás de un Árbol que había cerca; Mario al percatarse frunció el ceño, no se detuvo y continuó soltando la cadena.—¿Qué haces aquí Rosalía? —Con un tono de voz frío le preguntó:—¿A que no te imaginas quién llegó a la casa? Y con su novio.—No lo sé, y tampoco me interesa. —Abrió el portón y ni siquiera volteó a mirarla.Rosalía con talante burlon se acercó a él.—Tu adorada Amelia llegó esta mañana a la casa con un tipo. —Mario iba a subirse al auto pero se detuvo y volteó a mirarla con una dura expresión.—¿Qué tipo? —Ella sonrió y meneó los hombros.—Llegó con un tal Flavio, lo presentó como a un compañero de trabajo, él es el chofer de la famil
Pasó un rato, Ignacio bebió varios tequilas y conoció a otras personas del pueblo que Pedro y Serafín le presentaron. Luego él y otros que estaban en la misma mesa recibieron otra ronda de tragos. Amelia lo observó cuando recibió el tequila desaprobando con la mirada, él se percató de ello y sonrió.—¿Le molesta que beba?—No me molesta. —Dijo con cierta amargura en su voz.—¿Entonces por qué esa mirada matadora?—No vino aquí a divertirse, ¿ya se le olvidó que solo desea observar mi vida y a mi familia?—Realmente hablas como si estuvieras enojada conmigo.—No estoy enojada.—¿Entonces por qué me reprochas con la mirada? esos lindos ojos intentan asesinarme, pero logran otro efecto, me cautivan.Amelia hizo caso omiso a sus palabras.—No deberías estar aquí fingiendo que te gusta estar con toda esta gente que ni siquiera conoces.Luego se levantó y se fue hacia la entrada de la casa, de ahí se dirigió a la cocina a buscar agua para beber; Ignacio se levantó y se acercó a Filomena, l
Ignacio le agarró el mentón a Amelia y le dijo: —Ahora que sé que puedo tenerte no dejaré que te apartes de mí, mañana te llevaré conmigo. —No puedo regresar a tu casa ahora que sabes que no soy tu esposa. —Tienes meses viviendo conmigo y no ha sido un problema para ti. —Todos creían que Silvia era quién vivía en tu casa, ahora es distinto, tu familia no aceptará que una intrusa como yo viva con ustedes. —No me importa lo que digan. —Si hubieras escuchado a tu familia cuando te advirtieron acerca de Silvia te habrías ahorrado muchos males. —¿Acaso serías un mal para mi familia y para mí? Amelia agachó el rostro. —Quiero llevarte conmigo —Le tocó la barriga—. Cuidaré de ti y de tu hijo. —Ya sabes toda la verdad, sabes que no soy culpable de lo que hizo tu esposa. Pero no pienso regresar a tu casa, me quedaré aquí, debo hacerlo; mi hijo nacerá pronto, debo alistar todo, ni siquiera le he comprado su cuna, debo hacer todo lo que se supone que una madre embarazada debería. En e
Rosalía meneó la cabeza y regresó adentro, tenía la intención de decirle a Flavio que Mario había destruido su auto. Pero no lo vio por ninguna parte, Ignacio estaba con Serafín que lo llevó a un cuarto a curarse las heridas que tenía en la cara. Una de las trabajadoras de la casa le llevó una vasija con agua y la puso sobre la cómoda con una toalla. Ignacio agradeció y comenzó a lavarse la cara y los brazos.—No sabe cuánta vergüenza me da por lo que mi sobrino le hizo. —No se preocupe Serafín, yo soy el que debería sentirme avergonzado, es la primera vez que entro a su casa y sucedió esto. —Mario es buen muchacho, pero a veces se comporta como una mula, no se sabe controlar.Cuando Serafín e Ignacio salieron a la sala, Pedro estaba allí con Romelia, Amelia y Filomena.Pedro observó cómo había quedado Ignacio después de la pelea, con la ropa sucia.—No me imaginé que Mario fuera capaz de llegar a atacar así a alguien. —Amelia agregó:—Flavio ya está bien papá. —Pedro miró a Serafín