Jimena quería fastidiar a Silvia, como vio que subió al segundo piso, decidió ir tras ella.
Amelia dejó la puerta abierta, cuando la otra llegó le dijo:
—Supongo que debes estar muy feliz, ahora todas esas pobres personas se quedaron sin empleo por tu culpa.
—No es justo que los eche sin que ellos tengan nada qué ver.
—Mi mamá te dijo que no desafiaras a Ignacio, pero eres un animal que solo sabes causar problemas y atraer la desgracia hacia todos los que te rodean; y claro, la servidumbre no podía escapar.
Amelia comprendió la magnitud del problema que había causado a esos inocentes empleados que dependían de su sueldo para sostener a sus familias.
—Caterina fue quien me abrió la puerta; habla tú con Ignacio para que no deje a esas personas sin empleo.
—No creo que él quiera escucharme.
—A
Lucrecia le vendó las manos a Jimena, después ella se puso de pie, le dijo a su madre y a Diego.—Caterina fue la que le abrió la puerta a Silvia. —Diego agregó:—¿Qué demonios le costaba a Silvia decir que había sido su amiga.—¿Aún se te hace extraño? Sabes muy bien que Silvia es un ser egoísta, no le importa los demás, y esa "amiga" debe ser igual. —Lucrecia con afán se fue hacia la puerta.—Voy a decirle a Ignacio para que detenga el despido de todos los empleados.Ignacio ya había salido de la habitación de Silvia, iba por el pasillo cuando apareció Lucrecia.
Ignacio ya había pasado por momentos muy difíciles, como cuando murió su primera esposa, para entonces buscó refugio en el alcohol y las mujeres. Con el tiempo comprendió el daño que con eso le estaba causando a su familia, sobre todo a Jr. siendo huérfano de madre también pasó años como si tampoco tuviera un padre que viera de él."No puedo volver a ser tan egoísta, Jr. y Mari Ángel me necesitan."Dejó la botella en el estante y salió de la tienda solo con una caja de cigarrillos que compró.Subió a su auto y encendió uno.Tenía un rato fumando cuando de pronto su celular repicó, lo tenía guardado en su chaqueta, entonc
Diego llegó a la casa, Ignacio lo llevó al estudio y se encerraron. Allí le contó lo que había leído en los diarios de Silvia, Diego los ojeó, estaba asombrado.—¿Cómo supiste de estos diarios?—Silvia misma me los entregó.—¿Ella misma se está echando la soga al cuello?—Me dijo que esa y otras razones son el motivo por el que desea marcharse. Silvia tiene un pasado muy turbio.—Y su presente también, está involucrada con el lavado de dinero en el grupo Alcázar.—Si, jamás me imaginé que ella formaba parte de todo esto, con raz
***El lunes en la tarde Ignacio estaba inquieto, y habló con Diego a solas en su oficina.—Siento que ya no aguanto más, quiero confrontar a Silvia, decirle que ya sé todo lo que dice en esos diarios.—Me parece bien, pero me preocupa que se asuste e intenté escapar.—Ya tengo cuatro hombres que la van a tener vigilada de día y de noche.—Bueno, es lo ideal.Amelia bajó con Mari Ángel al jardín a pasar tranquilamente la tarde, estaban jugando al gato y al ratón cuando Ignacio regresó de la oficina.Él sali&oac
Amelia bajó con Mari Ángel a cenar, en la mesa se encontraban Ignacio, Jr. y Lucrecia. Poco después llegó Jimena y saludó a todos, sus mano izquierda aún la tenia parcialmente vendada.Miró a Silvia y puso una expresión burlona.Todos empezaron a comer; no había pasado un minuto cuando Jimena para fastidiar a Silvia, delante de todos le dijo a Ignacio.—Primo todo va de viento en popa para la celebración de tu cumpleaños en le grupo, mi tocaya se ha esmerado mucho para que todo salga perfecto y tú pases muy feliz tu cumpleaños. Ya te hacía falta contar con alguien como Jimena.Amelia comprendió rápidamente el juego de Jimena, pero no dijo ni una pal
Milena llegó al edificio donde vivía después de las nueve de la noche, el portero le dijo:—Un caballero la está esperando en la mezzanina.—¡¿Quién?!—El señor Diego Alcázar.—Gracias, voy para allá.—Tiene más de una hora esperándola, se ve que está muy interesado en usted señorita Milena. —A Milena le dio risa.—No lo creo, ese señor es… mejor después le cuento, voy a atenderlo.Milena fue a la mezzanina, Diego oyó sus pasos y volteó a verla, ambos se quedaron m
Ignacio bajó a llamar al inspector Reyes desde el teléfono del estudio, buscó en la agenda el número, levantó la bocina y marcó. El teléfono repicó un par de veces, pronto Ignacio sintió un leve temor y pensó dentro de sí:"¿Y si es inocente?"Colgó el teléfono, se quedó parado detrás del escritorio por un momento, luego salió al pasillo y se dirigió a las escaleras, se sentó en uno de los escalones invadido por la duda y el desconcierto."Debo actuar con cautela, ella podría ser inocente, Silvia es mala, muy mala, Amelia puede ser distinta, o tal vez su alma sea igual de oscura"Amelia sentía que su futuro era incierto, pero ahora que Ignacio al fin sabía la verdad, le hacía sentir que le habían quitado un gran peso de encima. Por primera vez en meses se sentía de nuevo como Amelia, ya no era Silvia.Aliviada al menos porque ya él sabía toda la verdad, fue y se recostó por un momento sobre el espaldar de la cama, subió sus piernas y tiró la cabeza hacía atrás. De pronto su bebé di
En la mañana Amelia despertó después de haber dormido toda la noche. Era la primera vez que lograba descansar así de bien desde que pasó a ser la sustituta de Silvia. Abrió sus ojos y vio que ya era de día, de pronto recordó que Ignacio se había ido de la habitación a llamar a la policía. Ignoraba que él había cambiado de parecer.Salió al pasillo, de pronto vio a Lucrecia, supuso que todos en la casa ya conocían que era una sustituta, no sabía cómo iría a reaccionar Lucrecia, pero pronto descubrió que la mujer ignoraba toda la verdad.—¡Silvia! ¿Cómo te has sentido? Te ves bien de cara, eso quiere decir que has mejorado.Amelia puso una lánguida sonrida para disimular, pero al instante esta cambió por una expresión seria de su rostro, cuando vio que Ignacio que salió de su habitación y caminó por el pasillo directo hacia donde estaban ellas. Esa mañana no se había puesto el traje, llevaba puesto un jean con una polera y un par de botas.Amelia sintió que un escalofrío arropó todo s