Diego llegó a la casa, Ignacio lo llevó al estudio y se encerraron. Allí le contó lo que había leído en los diarios de Silvia, Diego los ojeó, estaba asombrado.
—¿Cómo supiste de estos diarios?
—Silvia misma me los entregó.
—¿Ella misma se está echando la soga al cuello?
—Me dijo que esa y otras razones son el motivo por el que desea marcharse. Silvia tiene un pasado muy turbio.
—Y su presente también, está involucrada con el lavado de dinero en el grupo Alcázar.
—Si, jamás me imaginé que ella formaba parte de todo esto, con raz
***El lunes en la tarde Ignacio estaba inquieto, y habló con Diego a solas en su oficina.—Siento que ya no aguanto más, quiero confrontar a Silvia, decirle que ya sé todo lo que dice en esos diarios.—Me parece bien, pero me preocupa que se asuste e intenté escapar.—Ya tengo cuatro hombres que la van a tener vigilada de día y de noche.—Bueno, es lo ideal.Amelia bajó con Mari Ángel al jardín a pasar tranquilamente la tarde, estaban jugando al gato y al ratón cuando Ignacio regresó de la oficina.Él sali&oac
Amelia bajó con Mari Ángel a cenar, en la mesa se encontraban Ignacio, Jr. y Lucrecia. Poco después llegó Jimena y saludó a todos, sus mano izquierda aún la tenia parcialmente vendada.Miró a Silvia y puso una expresión burlona.Todos empezaron a comer; no había pasado un minuto cuando Jimena para fastidiar a Silvia, delante de todos le dijo a Ignacio.—Primo todo va de viento en popa para la celebración de tu cumpleaños en le grupo, mi tocaya se ha esmerado mucho para que todo salga perfecto y tú pases muy feliz tu cumpleaños. Ya te hacía falta contar con alguien como Jimena.Amelia comprendió rápidamente el juego de Jimena, pero no dijo ni una pal
Milena llegó al edificio donde vivía después de las nueve de la noche, el portero le dijo:—Un caballero la está esperando en la mezzanina.—¡¿Quién?!—El señor Diego Alcázar.—Gracias, voy para allá.—Tiene más de una hora esperándola, se ve que está muy interesado en usted señorita Milena. —A Milena le dio risa.—No lo creo, ese señor es… mejor después le cuento, voy a atenderlo.Milena fue a la mezzanina, Diego oyó sus pasos y volteó a verla, ambos se quedaron m
Ignacio bajó a llamar al inspector Reyes desde el teléfono del estudio, buscó en la agenda el número, levantó la bocina y marcó. El teléfono repicó un par de veces, pronto Ignacio sintió un leve temor y pensó dentro de sí:"¿Y si es inocente?"Colgó el teléfono, se quedó parado detrás del escritorio por un momento, luego salió al pasillo y se dirigió a las escaleras, se sentó en uno de los escalones invadido por la duda y el desconcierto."Debo actuar con cautela, ella podría ser inocente, Silvia es mala, muy mala, Amelia puede ser distinta, o tal vez su alma sea igual de oscura"Amelia sentía que su futuro era incierto, pero ahora que Ignacio al fin sabía la verdad, le hacía sentir que le habían quitado un gran peso de encima. Por primera vez en meses se sentía de nuevo como Amelia, ya no era Silvia.Aliviada al menos porque ya él sabía toda la verdad, fue y se recostó por un momento sobre el espaldar de la cama, subió sus piernas y tiró la cabeza hacía atrás. De pronto su bebé di
En la mañana Amelia despertó después de haber dormido toda la noche. Era la primera vez que lograba descansar así de bien desde que pasó a ser la sustituta de Silvia. Abrió sus ojos y vio que ya era de día, de pronto recordó que Ignacio se había ido de la habitación a llamar a la policía. Ignoraba que él había cambiado de parecer.Salió al pasillo, de pronto vio a Lucrecia, supuso que todos en la casa ya conocían que era una sustituta, no sabía cómo iría a reaccionar Lucrecia, pero pronto descubrió que la mujer ignoraba toda la verdad.—¡Silvia! ¿Cómo te has sentido? Te ves bien de cara, eso quiere decir que has mejorado.Amelia puso una lánguida sonrida para disimular, pero al instante esta cambió por una expresión seria de su rostro, cuando vio que Ignacio que salió de su habitación y caminó por el pasillo directo hacia donde estaban ellas. Esa mañana no se había puesto el traje, llevaba puesto un jean con una polera y un par de botas.Amelia sintió que un escalofrío arropó todo s
Ignacio se quedó en el patio de la residencia parado junto a un árbol, y tenía una dura expresión en su rostro. Pasaron varios minutos, de pronto Amelia salió al patio, de mala gana le dijo:—Las quesadillas ya están.—Se me quitó el hambre.—¿Piensa dejar a la pobre anciana con las quesadillas servidas? —Inacio tenía fruncido el ceño,juzgó lo que Amelia le dijo, entonces se fue adentro. Los dos se sentaron, Rita les puso un plato a cada uno y las quesadillas las dejó en una cesta y se fue a buscar una bebida. Ignacio sin hambre agarró una quesadilla, la puso sobre el plato y se quedó observándola, Amelia se percató.—¿Ya le dio miedo comer quesadilla de alimaña?—La quesadilla está bien, lo feo es que la pobre cocinera vive rodeada de alimañas y no se ha dado cuenta.—Habla sin saber.—Hay cosas que son fáciles de discernir, como su amiguita —Meneó la cabeza—. Se le nota en qué trabaja, ¿o me dirá que es maestra en un kinder?Amelía se quedó callada.—Responde, ¿en dónde trabaja su
Jimena estaba molesta con Ignacio porque había suspendido a última hora la fiesta de cumpleaños que ella y Jimena Chávez le organizaron, bajó a la cafetería del grupo con Diego y a su tocaya, mientras tomaban el café les dijo:—No puedo creer que Ignacio haya sido capaz de suspender la fiesta horas antes de realizarse como si nada le importara. —Jimena Cháves agregó:—Seguramente se le presentó un imprevisto muy importante. —Diego le dijo:—Mi hermano tenía que hacer algo hoy mismo que no podía dejar para después.—Pues no lo creo, más bien se me ocurre que la arpía esa lo enredó como siempre lo hace, si no, ¿entonces por qué salió con ella de la casa? Me da vergüenza con todos loa invitados que habían cambiado sus agendas para asistir.—No exageres Jimena —Dijo Diego—. Por eso mi hermano pidió que la fiesta se hiciera después de las cuatro; además todos entendieron, esa reunión puede realizarse el domingo bien sea en la casa o aquí mismo.***Amelía simuló que iba a buscar unos docum
—Dígame qué quiere. —Dijo Amelia tras cerrar la puerta.—No me ha dicho muchas cosas de ti, como que es licenciada en administración.—No tengo interés en decirle mis cosas, es mi vida privada, no tengo por qué contarle nada, usted es un extraño para mí. —Ignacio se rió y dijo con sarcasmo:—¿Un extraño? Y qué me dice de usted que se metió a la intimidad de mi casa, y además violentó toda mi privacidad como hombre, porque en varias ocasiones le dije e hice cosas creyéndola mi esposa, cosas que no se hacen con una extraña.Amelia se sonrojó.—Ya veo que se le ruborizó el rostro, ¿por qué? Ella no contestó y evadió su mirada, Ignacio se acercó y la agarró del mentón.—Se sonroja porque se acuerda claramente de las veces que casi le hago el amor creyéndola mi esposa.La soltó y se alejó de ella.—Respóndeme algo, ¿el trato que hizo con Silvia incluía cumplir deberes maritales?—No.—¿No? No comprendo, fue contratada para usurpar a una mujer casada, ¿Qué esperaba entonces? Se supone que