Ignacio se llevó a los niños a pasar el día con Karin. Ella preparó el almuerzo mientras él fue con ellos a la cancha de básquet que había dentro del complejo de casas donde vivían.
Cuando regresaron fueron a ducharse y Karin preparó la mesa. Ella se había esmerado en complacer a los niños para ganar su cariño, pues se suponía que pronto Ignacio la iba a presentar a la familia, y quería que los pequeños fueran de mucha ayuda para que todos la aceptaran, sobre todo Jr. que le había costado más ganárselo, aunque él no la había rechazado, tampoco se había mostrado muy afectuoso con ella.
En la tarde después de dormir una siesta salieron al parque de diversiones como Karin se lo había propuesto a Ignacio. Jr. estaba un poco más animado, Ignacio fue con el niño a subir a una atracció
Lupe no tenía claro el nombre del barrio donde vivía la familia de Amelia, tampoco conocía su apellido. El domingo por la noche Marino ordenó que la llevaran a comer con él a solas en la mesa. Pretendía que Lupe se relajara, se sintiera más en confianza y soltara más de lo que sabía.Cuando estaban sentados en la mesa, él le hizo varias preguntas que ella ignoraba, como el apellido de Amelia.—¿Cómo en tantos meses que la tuvo tan cerca no se enteró de cuál era su apellido o de su procedencia? —Lupe nerviosa respondió:—No hablábamos mucho, y menos de esas cosas, es que ella se cuidaba de no dejarse descubrir en la casa, siempre estaba muy asustada. —Cuando le llevaron la comida, esta estaba en vasijas con tapa, como de un restaurante Michelin. Marino le hizo señas al mozo, este le acercó las vasijas y despu&
Milena escuchó atentamente a Karin mientras esta le contaba todos sus problemas con Ignacio.—Creí que las cosas mejorarían en nuestra relación cuando Silvia ya no estuviera en su casa, pero ha sido lo contrario, ahora se lo pasa ensimismado, incluso cuando estamos juntos lo siento ausente, como si tuviera la cabeza llena de preocupaciones.—Se está divorciando, es obvio que tiene la cabeza llena de preocupaciones, más si sobre él recae la responsabilidad de esos niños; a veces me compadezco de ese hombre. ¡Qué triste tener tanto dinero como los Alcázar y no poder conservar a una familia dichosa!—Y esos escuincles, ya siento que no los soporto.—No deberías fingir que los quieres cuando eso no es cierto.—¿Qué quieres que haga? ¿Qué le diga a Ignacio? "No me traigas a tus hijos que no los quiero cerca"
Ignacio convocó una reunión con los socios e inversionistas, y tuvieron el almuerzo dentro de la empresa. El señor Armando, uno de los socios llevó a su hija Jimena que acaba de llegar de Europa. Ella era una mujer hermosa, educada y con una personalidad jovial. Karin y Milena estaban cada una en su escritorio haciendo su trabajo. De pronto el señor Armando le dijo a Ignacio. —Ignacio, ella es mi hija Jimena —Jimena extendió su mano y puso una sonrisa como de miss universo. —¡Encantada Ignacio! Mi padre me ha hablado mucho de ti. —Ignacio sonrió. —¿De verdad? ¡Qué casualidad! él también me ha hablado mucho de ti últimamente. El señor Armando agregó: —Jimena
Cuando Amelia se calmó, alistó algunas de sus cosas para llevar y pasar la noche; Fabiola llegó a la habitación.—¿Estás bien?—Sí, no te preocupes. —Fabiola se quedó en silencio, entrecruzó los dedos de las manos y los movía con inquietud, Amelia se hizo de la vista gorda por un momento, pero los movimientos eran insistentes. Cuando ya no aguantó más le dijo:—¿Qué?—¿Me llevarás?—¿A dónde?—Ya sabes.—¿A esa casa? no, qué voy a decirles.—No seas tan injusta conmigo, puedes decir que soy tu prima, que vivía en el extranjero.—Esa no es mi casa.—Aún eres la señora Alcázar, puedes llevarme.—No seas tan insistente.—Así no estarás tan sola enfrentándote
Marino salió al porche a fumarse un habano. Últimamente lo hacía todas las noches alrededor de las 8. Se quedaba mirando hacia las montañas que rodeaban el lugar, aunque apenas se podía apreciar la oscuridad de la noche.Mientras fumaba pensaba en infinidad de cosas, principalmente en su mujer favorita, y en la sustituta. No se había dado cuenta aun, pero Amelia le resultaba todo un enigma, y estaba deseoso por descifrar lo que ella significaba en su mundo, ya que había aparecido de repente, y de pronto se adueñó de sus pensamientos, porque no dejaba de pensarla en ningún momento.El tigre llegó donde él estaba.—Patrón.—¿Qué sucede Tigre?—La hembra se quedó en la casa de Ignacio Alcázar.—¡Entonces piensa continuar usurpando a mi mujer! —Sonrió y meneó la cabeza&mdas
Cuando Samuel llevó a Silvia a la oficina, Henrry ya se encontraba solo esperándola, estaba de pie junto al escritorio. Ella entró con su talante de diva demostrando su belleza. Henrry paseó sus ojos de arriba abajo sobre ella.Samuel les dijo:—Los dejo solos para que hablen, y una vez más Silvia —Le extendió su mano—. Fue un placer haberte conocido, estoy a sus servicios.—Muchas gracias Samuel, lo tendré en cuenta.Cuando quedaron solos, Henrry la miró a la cara, botó aire por la nariz con fuerza, luego caminó despacio rodeándola y le dijo:—¿Te vestiste así de hermosa para mí? ¿O para alguien más?—¿Por qué habría de hacerlo para ti?—Cierto, olvidaba que ya no te importo; o tal vez sí aún te importo, por eso es que deseas matarme. —Silvia
Henrry se tumbó en la alfombra después que terminaron, ambos quedaron exhaustos por lo fogoso que había sido el acto de placer. Silvia no esperó un segundo para levantarse, recogió su vestido y se fue al baño.Un minuto más tarde Henry se levantó, desnudo como estaba fue por la caja de cigarrillos que tenía sobre el escritorio y encendió uno.Se fue al sofá y se sentó con las piernas abiertas, comenzó a fumar para complementar la satisfacción que sentía después de haber hecho el amor con Silvia.Después ella salió del baño y agarró sus zapatos, estaba callada y tenía el semblante serio. Henrry se puso de pie y se le acercó.—Quédate esta noche, vamos a otra parte a estar solos sin interrupciones. —Ella en mal tono le dijo:—No iré contigo a ninguna parte, te equívocas si piensas que me hace falta hacerlo.—¿Lo que hicimos qué significó entonces?—Fue solo sexo, tenía ganas de hacerlo y ya me sacié.—Para mí fue algo más que sexo, estar contigo me hizo s
Karina quería hablar con Ignacio y fue a su oficina.—¿Tienes tiempo para hablar?—Sí, pasa. —Ella entró y se sentó frente al escritorio. Ignacio le dijo:— Bien, ¿qué me ibas a decir?—¿Hablaste con Silvia?—Sí.—Aceptó quedarse?—Se rehusó al principio, pero logré convencerla, se quedará en la casa hasta que dé a luz y se compruebe si es hijo mío o no.—¡¿Entonces hoy te quedarás conmigo?¡—Sí. —Karin se levantó y fue donde él estaba y se le sentó en las piernas.—¡No me cabe la felicidad, al fin juntos de nuevo!Fabiola y Amelia continuaron hablando un rato encerradas en la habitación de Silvia, estaban sentadas en el diván.&mdash