53 Silvia decide jugar

Marino salió al porche a fumarse un habano. Últimamente lo hacía todas las noches alrededor de las 8. Se quedaba mirando hacia las montañas que rodeaban el lugar, aunque apenas se podía apreciar la oscuridad de la noche.

Mientras fumaba pensaba en infinidad de cosas, principalmente en su mujer favorita, y en la sustituta. No se había dado cuenta aun, pero Amelia le resultaba todo un enigma, y estaba deseoso por descifrar lo que ella significaba en su mundo, ya que había aparecido de repente, y de pronto se adueñó de sus pensamientos, porque no dejaba de pensarla en ningún momento.

El tigre llegó donde él estaba.

—Patrón.

—¿Qué sucede Tigre?

—La hembra se quedó en la casa de Ignacio Alcázar. 

—¡Entonces piensa continuar usurpando a mi mujer! —Sonrió y meneó la cabeza&mdas

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