Silvia llegó al hotel donde se estaba hospedando y se encontró con Henrry esperándola en el pasillo justo en la entrada de la suite.
—Te estaba esperando. —Ella con frialdad respondió:—¿A qué has venido? —Es que me muero por verte —Se acercó a ella con una talante seductora —. No he podido dormir todas estas noches porque el recuerdo de tu cuerpo no me deja descansar.—Es lamentable. —Respondió Silvia con sarcasmo, abrió la puerta y se paró en el medio para no dejarlo entrar.—Al contrario… es fascinante, me encanta pensar en todo lo que hicimos en esa alfombra... ¡Deseo repetirlo! —Silvia puso una dura mirada.—Lárgate. —Intentó cerrar la puerta pero Henrry la detuvo y la miró fijamente.—Quiero hacerte el amor, y sé que lo deseas igual que yo.Milena como todo el personal del grupo, tenía curiosidad por el asunto de la policía, entonces buscó a Karin.—¿Qué sabes de aquello? —Karin estaba de mal humor, y con un mal tono respondió.—¿De qué me hablas?—De la policía, tengo entendido que se llevaron todos los expedientes de los empleados de la empresa.—Solo le hurgarán las vidas a los empleados del licenciado Alejandro.—Entonces es verdad lo que dicen, que a ti también te estarán investigando.—¿Quién dijo eso?—Todos, porque como tú eras su secretaría.—¿Y qué si lo fui? —Karin cogió unas carpetas con ambas manos para acomodarlas, Milena notó que le temblaban las manos.—¿Por qué estás tan alterada?—No estoy alterada.
Ignacio dejó a Silvia con Lucrecia y Fabiola, luego regresó a la empresa. Cuando tuvo chance Karin fue a su oficina y le dijo:—¿Por qué la policía está investigando a todos los empleados del grupo?—No a todos los empleados, solo a los que estaban en el grupo cuando mi primo era el presidente.—¿Pero y por qué ahora? Se supone que la policía ya ha investigado todo.—Te lo voy a explicar, pero ni una palabra de esto a nadie, ni siquiera a tu amiga Milena. Le pedí al inspector Reyes que intervenga el grupo porque quiero limpiarlo por completo, descubrir si aún hay infiltrados. Además ayer cuando Diego y yo nos reunimos en la casa con mis tíos y con Armando y su hija Jimena, Silvia nos dio la brillante idea de amedrentar a los inversionistas de Alejandro, ella está segura que deben estar involucrados de alguna manera con el lavado de
Karin fue a la habitación y esperó que Ignacio saliera de la ducha, se puso una bata de dormir que resaltaba sus atributos femeninos y se acomodó sobre la cama en una pose sensual mostrando sus piernas.Cuando Ignacio salió del baño, tenía la cabeza llena de todo tipo de pensamientos, pero ninguno tenía nada qué ver con el sexo, mientras que Karin pretendía arreglar sus problemas en la cama.Ignacio salió del baño envuelto en la toalla, ni siquiera con el rabillo del ojo la miró. Se fue al ropero y sacó de allí un conjunto de dormir y se lo puso, después fue a la cama, Karin esperaba que reaccionara al festín que le estaba ofreciendo, pero no sucedió nada. Se sintió ofendida y en mal tono le dijo:—Ahora ni me miras.—¿Qué quieres?—Quiero que me hagas el amor.—Siempre quiere que te ha
En la mañana Ignacio bajó al comedor, todos se sorprendieron cuando lo vieron llegar, incluso Amelia que no entendía qué hacía en la casa tan temprano.—Buenos días. —Diego puso una sonrisa con un signo de interrogación.—¿Dormiste aquí anoche?—Sí. —Respondió frescamente, luego se acercó a los niños y les dio un beso a cada uno, después miró a Silvia que también tenía signo de interrogación en su cara.—Hola.—Hola. —Respondió ella con una voz tenue.Lucrecia estaba emocionada, asumió de inmediato que algo andaba mal entre Ignacio y la tal Liliana, pero no comentó nada al respecto. Cuando terminaron de desayunar, a solas en el pasillo les dijo a Adrián y a Jimena:—¿Qué habrá pasado que Ignacio regresó
Ignacio la sostuvo entre sus brazos como si no deseara soltarla nunca más y cerró los ojos, ella siguió recostada sobre su pecho. Después él le dijo:—Tengo tantas esperanzas sobre nuestro matrimonio; el amor que ahora siento por ti me da fuerzas para querer seguir adelante sin miedos ni prejuicios. —Amelia cerró sus ojos y en sus adentros pensó:"No sé por cuánto tiempo podré sostener esta mentira, tal vez sea para siempre... juro que mientras pueda permanecer en esta casa te cuidaré y cuidaré de tus hijos. Estaré contigo hasta que todos tus problemas desaparezcan… lo demás lo decidirá el cielo, no sé cuál será mi destino, y Dios juzgará mis acciones, espero que se apiade de mí, sé que alg&uac
Como a las once de la mañana, Amelia recibió a los niños que llegaron del colegio.—Vamos rápido a cambiarse sus uniformes, hoy papi vendrá a almorzar con nosotros.—Papá regresó a vivir a esta casa? —Preguntó Jr.—Sí, tú papi regresó anoche y está muy contento.Fabiola había salido temprano y llegó casi al mismo tiempo que los niños. La niñera se llevó a Mari Ángel para cambiarle su ropa de uniforme. Fabiola agarró a Amelia de la mano y la llevó casi a rastras a la habitación donde ella dormía.—¡Cuénteme! ¿Qué sucedió? ¿Por qué Ignacio regresó a la casa?—Terminó con Liliana. —Fabiola puso cara de sorpresa y una sonrisa que casi le cubría todo el rostro.—Y se vino a vivir a
Ignacio subió con las llaves decidido a dejar encerrada a Silvia en su habitación.Amelia quería que él se calmara. Llena de fe recitó una oración y se fue hacia la puerta, iba a salir a dialogar con él, y de algún modo convencerlo de que se tranquilizara aunque fuera un poco.Ella abrió la puerta justo en el momento que Ignacio llegó con las llaves para echarle candado.Amelia cruzó el umbral y salió al pasillo, Ignacio parecía un toro cargado de furia.—¿A dónde crees que vas? —Ella con ingenuidad y sin imaginar cuáles eran sus intenciones le dijo:—Quiero que te calmes, recuerda lo que hablamos
En la tarde cuando Ignacio se marchó a la oficina, Fabiola buscó un clic y abrió la puerta de la habitación de Silvia. Amelia ya estaba lista para salir.—Ya empaqué mis cosas, regresaré a la pensión.—Yo también empaqué las mías, ya no tiene sentido continuar en esta casa, me iré mañana, hoy diremos que voy a acompañarte al hotel donde piensas quedarte.—Que te lleves mis cosas.Amelia sacó su maleta y la dejó en la habitación donde dormía Fabiola.—Así nadie me verá sacándola de la habitación de Silvia.—Bueno, ya no hay más por hacer, debemos irnos antes que al ogro se le dé por aparecer como Drácula. —Dijo Fabiola.—Debo hacer algo primero.—¿Qué?—Voy a dejar los diarios de Silv