Llevaron a Henrry a una de las casas de campo de Marino y de inmediato lo condujeron a la sala de juegos, donde el narco se encontraba. Marino estaba con otros dos hombres de confianza y el Tigre jugando billar.Obligaron a Henrry a sentarse en un sofá, había silencio en esa sala, a excepción del ruido producido por las bolas al colisionar unas contra otras y contra los bordes de la mesa.Pasaron como dos minutos, los cuales fueron eternos para Henrry. La frente le comenzó a sudar y su corazón palpitaba a millón, la espera era por si sola una tortura, aunque en sus adentros estaba maquinando el modo de salir ileso de esa situación.El silencio de Marino era tan atormentador como tener una pistola apuntándole a la cara. Toda su vida había sido un calavera, sabía cómo pensaban y actuaban, especialmente con loa traidores… él era uno de esos, había fallado, había traicionado al más importante de todos los calaveras, se había acostado con su mujer; Henrry presentía que Marino ya lo sabía
El médico examinó a Silvia, su estado de salud se había deteriorado aún más, ya tenía espasmos por las horas que no había consumido drogas; además se había arrancado el vendaje de la herida que Ignacio le causó cerca del hombro. En su caso solo había dos opciones: rehabilitarse o continuar el habitual consumo de estupefacientes.Después que el doctor habló con Ignacio y le explicó la situación, él fue a verla. Silvia estaba recostada en la cama medio sentada con las almohadas sosteniendo su espalda, su cuerpo temblaba y sus labios se veían pálidos. Ignacio se paró a su lado y se quedó mirándola, Silvia volteó a verlo también, con la voz temblorosa le dijo:—¡Lárgate! —De pronto entró Cassandra, sus ojos se quedaron observando fijo a Silvia, hasta que ella levantó la quijada y la miró con odio.—Larguense los dos. —Cassandra miró a Ignacio y le dijo:—Debes darle su droga, o terminarás matándola.Cassandra sacó de su bolso un sobre con una píldora rosada, se acercó a la cómoda y sirv
Ignacio se quedó en el estudio después de cenar, luego subió y fue a ver a Pedrito, el bebé se encontraba en la cuna despierto, se veía como un bebé feliz, inquieto moviendo sus extremidades. Sonreía observando el móvil dando vueltas arriba de su cabeza.Ignacio comenzó a hacerle monerías, le agarro la manito y dejó que el bebé empuñara su dedo índice; con cariño le dijo:—¿Quieres ver a mami? Ella debe estar extrañándote.Lo sacó de la cuna y lo recostó sobre su hombro.—Vamos a visitar a mamá.Llevó al bebé a la habitación de Amelia, la enfermera estaba por terminar de atenderla, esta se retiró para darle privacidad.Ignacio se sentó cerca de Amelia.—Mira, es tu mami —Con una aparente tranquilidad le dijo al pequeño.—Debemos conservar la esperanza de que pronto ella va a despertar, se levantará de esa cama a cuidar de ti… estoy seguro que es lo que tu madre más habría deseado hacer en el mundo.Se quedó observando a Amelia, parecía una bella durmiente. De pronto recordó lo que Cas
Se aproximaba el cumpleaños de Silvia, Lucrecia armó alboroto junto con Andréa, sentados en la sala con Diego e Ignacio les dijo que quería celebrar a lo grande e invitar a toda la familia, e incluso a los pocos familiares que conocía de Silvia. —Hay que hacerle una gran fiesta sorpresa, no solo celebramos su cumpleaños, también su recuperación. Le avisaré a Samanta, ya sabes que ella adora a su prima. Podemos organizar la fiesta en el club. —Ignacio agregó: —No creo que sea conveniente, Silvia está muy débil, apenas camina con algo de dificultad; estar entre tanta gente puede abrumarla, es mejor dejar esa fiesta para el próximo año. Diego no dijo alguna palabra, solo se quedó contemplando a Ignacio y se agarró la barbilla. —¿Entonces no piensas celebrar su cumpleaños? —Por supuesto que sí tía, ustedes dos pueden organizar una reunión aquí en la mansión, un almuerzo en su honor, con los más allegados de la familia. Después la voy a llevar a cenar a un buen restaurant. Diego lo mi
En la mañana Ignacio despertó con el ruido de la alarma. Volteó a ver a Amelia, luego miró hacia el techo y sonrió "No es un sueño." Pensó dentro de sí. Se acercó a ella y le acarició el rostro, Amelia se movió hacia el otro lado aun dormida; entonces le besó el hombro y comenzó a acariciar de nuevo si cara; Amelia abrió los ojos y volteó a mirarlo, vio el rostro risueño de su esposo. —¿Cómo amaneció la reina? —Amelia puso la mano sobre la mejilla de Ignacio y se quedó viéndolo a los ojos con una tenue sonrisa le dijo: —Feliz, con muchas ganas de vivir mi vida contigo. —Igancio besó su mano. —Yo también me siento feliz, no sabes cuánto, contigo tengo la felicidad que había olvidado que existía. Esa mañana hicieron de nuevo el amor y se ducharon juntos. Por primera vez Amelia bajó al comedor a desayunar con toda la familia desde que despertó del coma. Llegó tomada de la mano con Ignacio, los dos estaban sonrientes, Lucrecia emocionada al verlos juntos comentó: —¡Qué lindos se ve
Últimamente Amelia estaba muy inquieta con todo lo referente a su pasado, hacía mil preguntas al respecto, nada de lo que le decían la hacía sentirse familiarizada, y cada día que pasaba parecía que iba perdiendo la alegría, en su lugar se estaba llenando de dudas e inseguridades. En una conversación que tuvo con Ignacio le dijo: —Quiero saber más. —Ya te lo hemos dicho todo. —¡No es cierto! Sé que no me dicen la verdad, tus tías me evaden cuando lea hago preguntas, he notado que Diego te mira extraño cuando estamos juntos, y Jimena… me odia pero su esposo no le deja decirme por qué. —Sin ideas tuyas, estás tan desesperada por recordar que ya empezaste a dudar de nosotros. —Siento como si todo lo que me dicen acerca de mi vida se tratara de la vida de otra persona. —Ignacio sintió que sus entrañas se constreñían, le preocupaba que las cosas se fueran a salir de control. Se acercó a ella e intentó tocarle la mejilla, pero Amelia se alejó consternada y le dio la espalda, Ignacio
Amelia no se atrevió a preguntarle nada a sus supuestas amigas, púes no confiaba en ellas. Mientras duró la visitalas observó y escuchó hablar. Se preguntó en sus adentros cómo pudo compaginar con esas mujeres en el pasado; sus actitudes, su manera de pensar no iban con ella. Su forma de hablar y los comentarios que hacían, la dejaban fuera de lugar, se sentía perdida. Solo Samanta pareció darse cuenta que ella no estaba cómoda.Mientras conversaban, Samanta le rizó el cabello a Amelia con la pinza.Cuando las amigas de Silvia se marcharon, Samanta se quedó con ella.—Noté que no te sentías bien; parecías como en otro planeta. —Amelia agachó la mirada, luego con una la expresión afligida le dijo:—Me siento perdida, y no se cómo qué hacer para remediarlo. —Siempre fuiste una mujer fuerte, no te daba miedo llevarte al mundo por delante, detestabas la candidez, muchas veces me enseñaste a no dejarme de nadie… solo debes encontrar a esa Silvia dentro de ti.—No siento dentro de mi a es
Dos horas después despertó en una clínica, Ignacio estaba sentado a su lado, ella abrió sus ojos y lo observó.—¿Dónde estamos? —Él se puso de pie y se acercó.—En la clínica, estuviste desmayada dos horas. No sé si recuerdas que estabas en la casa. —Amelia se sentó, te tocó la frente, le dolía la cabeza.—Si, recuerdo.—¿Qué te sucedió? ¿Por qué te desmayaste?De pronto recordó.—Creo que recordé algo. —Ignacio algo asombrado le dijo:—¡Si! ¿Qué recordaste?—No lo sé, cosas que no entendí. Era como si deseara huir, no quería ser Silvia. Había un hombre que me decía cosas, se llamaba Marino. —Igancio se mordió sus labios con nerviosismo.—¿Qué recordaste de Marino?—Me estaba dando consejos, me dijo que me mirara al espejo y dijera mi nombre… me dijo Amelia.Ignacio no sabía cómo asumir que ella hubiera recordado una charla que tuvo con Marino y que había registrado en su diario. Aquello era una fuerte señal que ella podía recordar, pero no podía explicarle que la conversación que sos