Narrado por Leonel BrownLos niños son inquietos por naturaleza, se caen, golpean y vuelven a levantarse. Pero ver a Sara llorando con la frente sangrando es más de lo que mi calma y lógica puede soportar. Tampoco puedo soportar muy bien escucharla quejándose ya en el taxi camino a la clínica. Le estaba limpiando la sangre de su frente con una toalla limpia que tenía en el bolso. Ella seguía enfocada en su dolor, y yo era un desastre con la camisa blanca con uno que otro manchón de rojo.—Estarás bien, no tienes que estar asustada — la consuelo tragándome los nervios.—Me-me duele Leo — lucha contra sus lágrimas y mocos — no-no me gusta la sangre.—Sé que te duele, pero en lo que lleguemos te dejará de doler. Te lo prometo ¿si? — digo limpiándole la nariz con mi propia mano.Sara deja de hipar y luego comienza a temblar.—Tengo frío — me comenta.Tanta fue la rapidez en la que la metí en el auto y busqué algo para limpiarle la cabeza, que no me fije en que seguía con su traje de baño
Ni el diario estaba en mi habitación, allí donde le guarde según recuerdo a la perfección. Ni mi hija estaba en la piscina, allí donde la mire hace un rato a la perfección. La angustia me hace un ser temeroso. Camino apresuradamente a la mesa donde deje mi celular cargando anoche, lo desconecto y marco a Leonel.Tenía que estar en otra parte del hotel, no podía salir de aquí sin avisarme. Le había dado permiso para una mañana de piscina no más. Mi miedo incrementa con que este maldito hombre no me conteste. Pisoteo con desespero y me sabe a bledo la paciencia, tomo la llave de la habitación y bajo como alma que lleva el diablo al área de la piscina.Mi vista está al pendiente de casi todo mi alrededor en el trayecto por si están rondando el edificio. Mis esfuerzos son en vano, no veo a ninguno de los dos. Es más agonizante que tampoco me los consiga en los alrededores de la piscina. Casi que estoy corriendo a la zona en donde les vi juntos.Aunque está vacía la mesa cercana, tiene ras
¿Qué tipo de magia o más bien brujería hacia Leonel en mí? Era un debate en el cual no podía llegar a una conclusión. Creía que era capaz de contener mis bajos instintos, había sido un ejemplo de ello durante los últimos diez años. Solo lo justo, solo medido, solo aquellas interacciones que yo permitía tras mucho análisis.Sin embargo, estar con Leonel es perder el control de mi propia contención. Se sentía humillante, pero al mismo tiempo, excitante. Así que, un buen resumen de mi visita a esta habitación era que no había resultado como quisiera.Y ese no hubiese resultado como quisiera era un tanto explícito.Después de besarme como se le pegó la gana, Leonel me condujo a su cama, se acostó en ella y me invito a acostarme encima de él. No para que lo besara, sino que me guío para hacerlo dirigiendo mis pies hacia su rostro estando boca abajo.Una posición vergonzosa más a la lista, una que igual para mi martirio estoy gozando. ¿Para qué negar ya que me agrada que masajee mis nalgas
El descaro que sostienen algunos hombres sobre su cabeza es perturbador e irritante. Como el que está mostrando el señor Leonel Brown desde anoche con su actitud de víctima. Resulta que, en todo el camino al aeropuerto, en todo el vuelo de regreso y ahora en casi todo el trayecto en taxi a la mansión, no me ha dirigido la palabra. Considerando que sabía lo que había hecho, él debería ser el último insultado.Deseaba llegar ya para no estar viéndolo a mi lado con su rostro largo y enfocado en su lado de la puerta. Me concentro en mi lado y me trago la irritación.—¿Están molestos o qué? — nos pregunta Sara a los dos.Mi hija complementa su pregunta viéndonos de extremo a extremo, y es que se encontraba sentada en medio de las dos.—¿Por qué crees eso? Tú mamá y yo no estamos molestos — sonríe con amabilidad Leonel a mi niña, luego me mira con dureza a mí — ¿no Clara?Míralo nada más. ¿Qué le pasaba? ¿La idiotez lo había terminado de controlar?—No estamos peleados ni nada así cariño —
¿Quién diría que en los siguientes días la mansión Brown se convertiría en un hospital cualquiera? Esa era la impresión que más o menos me daba con la salud deteriorada de Leonor, enfermeras venían e iban, al igual que algunas veces su doctor. También su habitación se convirtió en un constante sitio al cual visitar por los empleados, no era extraño ver a uno que otro asomándose mientras permanecía despierta para saludarla.No solo que Leonor dejase a los empleados saludarla era una muestra de su carácter, sino también que algunos de ellos salían llorando de la habitación. ¿Tan mal estaba? Ciertos días estaba peor que otros.Había un aura muy extraña sobre este sitio, más de lo que ya era de por sí. Como es de esperarse, me falta garra para escarbar en el pasado de una mujer moribunda, así que, en la última semana me he dedicado a lo de mi negocio y a estar con Leonor cuando es posible.Últimamente está recibiendo tantas visitas, no nada más de los empleados, sino de su amigos, hijos y
Por más que le haya dicho a Leonel que no me importaba que se estuviese revolcando con Victoria, esos comentarios pertenecían a la época anterior a mis bajos instintos desatados. No iba a seguir diciendo la misma burrada con Leonel teniendo sexo activamente conmigo y tras sus supuestas declaraciones de que Victoria era alguien del pasado.Quizás esté actuando como no debería actuar, pero necesitaba de garantías que no obtendría quedándome en un solo sitio. He aquí el flamante motivo de que esté en mi auto frente al edificio de la oficina de Leonel.En lugar de llamarle a él, marco a uno de sus asistentes. Me contesta y no me gusta lo que oigo.—¿Señora Clara cómo puedo ayudarla? — dice sonando nervioso.—¿Dónde está Leonel? No puedo localizarlo — pregunto como ocurría en realidad.No lo podía localizar por más que lo llamase, no atendía el celular.—Es-está en una reunión de trabajo. Le pasaré su-su recado — responde.—¿Con quién? ¿Dónde la tiene? — pregunto analítica.—En el edificio
Me cuesta encontrar sentido en lo que Leonel me está diciendo. Es como si sí lo hubiese oído, pero tardo en procesar el impacto de lo que está afirmando, no cuestionando. Su mirada me penetra y mis piernas reaccionan primero que mi boca, intento soltarme jalando del brazo que tiene sostenido.Leonel no me lo permite, aumenta su presión en mi brazo y ahora me está sosteniendo de ambos con sus dedos hundidos en mi carne. Ya que la huida es físicamente imposible, voy cayendo en cuenta de que… de alguna forma, el momento que tanto temí había llegado sin tener oportunidad de prepararme.—Me odias y desprecias por el daño que llegué a hacerte, pero ¿guardas esos mismos sentimientos hacia tu hija? — reclama él.—¡Mi hija es la vida para mí! ¿cómo eres capaz de creer que le haría daño a propósito? — me defiendo.—¿No es eso lo que le has hecho al ocultarle la verdad de su origen? ¿Qué tiene un padre que no sabía de su existencia? ¿Eres consciente del daño que le hiciste y sigues haciendo al m
El desgaste emocional de mi encuentro con Leonel es de tal magnitud que todavía me tiene débil. Estamos en nuestra habitación, él buscando en el closet ropa para dormir y yo solo acostada con la misma ropa que he llevado todo el día. Después de nuestra pelea me pidió que nos marcháramos del edificio, y llegamos a la casa de los Brown.—¿Te ducharás primero tú? — me cuestiona sacando la pijama que él se pondrá.No tenía ganas de ducharme, ni de levantarme, a duras penas me había quitado los zapatos para no ensuciar la cama. Me remuevo en esta y abrazo una de las almohadas.—Quiero dormir así — digo bajamente.—¿No vas a cenar?Niego con mi cabeza, ni le hablo en realidad.—Es temprano… — aporta este.No le contesto otra vez, no por molestia o resentimiento, habíamos hecho un trato. Era solo que estaba agotada y sin energías, lo único que tenía era ganas de que este día se acabara. Leonel no está en mi misma sintonía, lo escucho abrir y cerrar puertas con compulsión, pasar un rato de si