Mi hija era una niña inquieta por naturaleza, así que, con tantas distracciones alrededor tenía que haberse dejado llamar por alguna. La interrogante en el aire correspondía a cuál de ellas. Estoy caminando a través de la feria y nada que la consigo. Al preguntarle a Sofía sobre el paradero de Sara me comentó que iría a traerle una mini hamburguesa, de esas que habíamos probado con Leonor.Pero, aunque estoy llegando al puesto donde venden las hamburguesas, continuo sin ver a mi hija. Tendría que recurrir a la búsqueda más detallada de su paradero.—Hola de nuevo. ¿Recuerdas a mi hija Sara? La niña con el vestido rosa y dos trenzas — le hablo al hombre encargado de esta estación.—Sí recuerdo. ¿Qué pasa con ella? — pregunta.—¿Te estuvo pidiendo hamburguesas no? ¿A dónde se fue después de eso?El hombre hace memoria, aunque da rápido con ello. Me habla mientras vira las carnes en la plancha caliente en la que está trabajando.—Sí, pero se le cayeron por tropezarse con un niño más pequ
Abro mis ojos con tanta rapidez en un lugar completamente distinto al almacén en llamas, que me asustó y salto del miedo en… en esta camilla de hospital. Esta vez sí soy capaz de controlar mi respiración y percatarme de que estoy a salvo, así como lo está mi hija. Esa que me está observando despertar y despertarse ella en el proceso, parecía que había echado una siesta en el sofá de la habitación.—¿Estás bien mamá? ¿Te duele algo? — cuestiona preocupada Sara acercándose a mí.—Es lo mismo que te preguntó a ti. ¿Cómo llegamos hasta acá? — replico tocando su cara y supervisando que no le haya ocurrido nada mientras perdí el conocimiento.—Te desmayaste y papá te trajo y… y… — a mi hija se le complica terminar la oración, comienza a derramar lágrimas — te quemaste el brazo por mi culpa. Soy una mala hija que solo se mete en problemas y lastima a los demás.¿Me queme el brazo? Observo mi brazo y en realidad, lo que creí fue un poco de calor por la adrenalina del evento, debió ser una que
A una semana de la partida de Leonor, el dolor no había sido superado, solo se había asentado en nuestros corazones. Habíamos pasado el tortuoso ritual social de un fallecimiento, y esperaba que ello nos ayudase a deslavar un poco el ardor en nuestras almas. Como era de esperarse, el funeral de Leonor no fue un evento pequeño e íntimo.Fue un evento colosal, muy concurrido y que me atrevería a decir que sacudió a la ciudad. Perdí la cuenta de toda la gente que vino a presentar sus respetos a la mansión Brown, también la aglomeración que hubo para el entierro como tal.Atender a tantos conocidos y amistades de los Brown era en definitiva mi actividad más detestada del mundo, sin embargo, esta vez no podía esconderme o esquivar mi responsabilidad como la esposa de Leonel. Mi marido era el que peor la estaba pasando de los tres. Los primeros días tuve que prácticamente obligarlo a comer purés o sopas y beber agua, además me lo conseguía la mayor parte del tiempo llorando a solas.Sobre e
Narrado por Leonel Brown6 meses despuésReconstruir tu vida en base a una nueva meta y contexto debía ser difícil. En lo que tuve en mis manos el testamento de mi abuela pidiendo que me divorciase de Clara a cambio de su fortuna, por mi mente rondó esa certeza de que mis pies estaban a punto de emprender el camino más complicado que pudiesen transitar alguna vez.Sin embargo, luego de pasados los primeros seis meses, debo decir que sorprendentemente… todo ha sido más fácil de lo que hubiese esperado. Las cosas solo se fueron dando sin más. Saqué ese mismo día a mi esposa e hija de la mansión Brown, y nos mudamos momentáneamente a mi departamento de soltero. Buscamos el siguiente mes una casa familiar que nos gustase a los tres, y dimos con ella con la misma facilidad.Tras el proceso de compra y la mudanza, lo teníamos por fin, ese hogar con el que Clara y yo soñamos siendo adolescentes. Tenía el gran patio y cocina que ella había exigido; también un estudio de pintura para Sara y un
8 meses despuésLos hijos son una bendición, pero es complicado verlos así cuando te toca cargarlos dentro con un embarazo engorroso. Puede que la espera de mi segundo hijo, un varoncito esta vez, haya sido planeada y tanto su padre como su madre lo esperemos dichosos, aun así, ha sido un gran trabajo la gestación esta vez.Lo cual era una ironía del tamaño de una casa. Cómo era posible que un embarazo con 18 años y necesidades económicas fuese más cómodo que uno con casi 30 años y estabilidad económica. No lo sé, no tengo la menor idea, e igual acá íbamos.Sentía que pesaba como 100 kilos, mis tobillos estaban tan hinchados que lloraba al verlos, ah, y apenas podía verlos, y eso de llorar, era muy, muy frecuente. ¿Cómo no llorar si ni podías verte los tobillos a menudo? Era una tragedia.Sin embargo, dejando a un lado las consecuencias menos afortunadas de un embarazo, del resto me iba de maravilla en la vida. Desde que Leonel dio ese gran paso, el de dejar su anhelo de la herencia po
Me miro al espejo con el pecho oprimido y los ojos brillantes de emoción. Los ajustes de última hora de mi vestido de novia, ese del cual están cerrando su corset, quedaron perfectos. Tan perfectos como me siento esta noche, la noche más feliz de mi vida, la noche en la que me casaría con Leonel.En pocos minutos uniría mi vida al hombre de mis sueños, al mismo que vi crecer desde la distancia y que parecía un imposible para mí. Hasta que dejó de serlo por proponerme matrimonio al cumplir la mayoría de edad. Si me preguntasen por qué amaba a Leo con una intensidad avasallante, estaría respondiendo por cientos y cientos de horas.Para mí no había nadie más atractivo, inteligente y considerado que él. Formaríamos la familia que soñaba tener desde que quedé huérfana siendo una niña, y seriamos felices por siempre.—Magnífica. Luces como una obra de arte — elogia vivazmente Amanda, una de las estilistas que me estaba preparando para la ceremonia.No era la única, en esta habitación de la
10 años despuésLos aplausos ensordecedores cuando entran los recién casados al salón, son dignos de una película romántica. Esta es por mucho la recepción más extravagante en la que he podido estar con el servicio de catering para el cual trabajo, y mi momento de brillar al estar encargada de la mesa de dulces. Hice una gran mayoría de ellos por primera vez, y si me va bien esta noche, mi jefe me incluirá en el equipo de repostería como repostera fija.—¿Cuántas casas crees que cueste ese vestido de novia? — pregunta con curiosidad Selena, mi compañera de estación.Ambas estábamos detrás de la mesa con nuestros uniformes correspondientes, por la importancia del evento, nos había tocado vestir las chaquetillas de reposterías negras, las más formales. Eso junto con nuestros cabellos sujetos a colas de caballo, nos dan nuestra mejor apariencia.—Debieron invertir mejor en las casas que en un vestido que usará una sola noche — comento comenzando a aplaudir en una gran sonrisa, por los no
¿Cómo fue que terminé siendo la madre de la hija de ese malnacido? Digamos que yo era una pobre niña ansiosa de amor y de una familia. Digamos que me comí ese cuento de que la gente adinerada puede mostrar afecto desinteresado en ti. Digamos que creía en las mentiras de un hombre sin escrúpulos, ni corazón.Tenía 18 años cuando me embaracé de Sarita, a duras penas sabía lo que hacía. Pero la única decisión que tomé en aquel tiempo de la que no me arrepiento, fue haberme embarazado de mi hija. Y, por ende, haberme acostado con el malnacido con L ese. Unas tres veces me acosté con él bajo premisas de amor, matrimonio y un futuro juntos. Conociendo su plan macabro, debió llevarme a la cama para comprometerme y embobarme más de lo que me tenía.Era virgen, dejé de serlo con él. Por supuesto que lo hizo con la intención de ser el nieto que se quedara con la obra de caridad de Leonor. Después de mi huida fatídica de esa noche, tuve que empezar de cero. Me fui del estado sin nada en las mano