Leonel no estaba cumpliendo con un punto fundamental de nuestro trato, ese era la confrontación con Leonor. Pero tampoco me correspondía achacarle la culpa completa a este, puesto que quién no estaba colaborando era la mismísima Leonor. Esta señora no se ha quedado sola ni un momento desde que regresé a la mansión Brown tras esa plática en la terraza sobre nuestro futuro. La excusa de Leonor era más disparatada de lo que pudiese procesar, andaba de aquí a allá en su silla de ruedas preparando los detalles de mi boda en el jardín con su nieto. Para quienes se preocupasen por su condición de salud, este día en particular a Leonor no le dolía nada y la asistencia de sus empleados lo era todo. Víctor, uno de sus nuevos enfermeros, le guiaba la silla y ese hombre, ese hombre se había ganado su sueldo a base de sudor y ejercicio físico. Era increíble que en lo que quisiera apartar un tiempo con ella, se excusase con que tenía que aprobar las flores o la comida, y que al estar tan atareada
Cara a cara con Leonor me encontraba y no dejaría pasar esta oportunidad por más dolorosa que fuese la conversación que tendríamos. Del dolor Leonor pasa a mostrarnos una sonrisa triste, toma la agenda y la guarda en su escritorio.—Esta es una historia muy amarga para conocerla en medio de la felicidad que nos trae su boda. Para otro día será mejor abordarlo — propone la matriarca.—No Leonor. Si no me das explicaciones, se cancela la boda — amenazo.A Leonor le asusta mi amenaza, y Leonel aprovecha para darme una mirada de advertencia.—¿Tan relevante es relatar mi tragedia con otras palabras que las que leíste aquí? — habla ella.—Si fuese solo tu tragedia entendería cómo mi petición es egoísta, pero también escribiste sobre la mía. No lo niegues más Leonor, tú sabes lo que ocurrió con mis padres — me duele esto.Mientras que el conflicto por charlar de Leonor es notorio, algo más es notorio en este despacho. El silencio de Leonel dando el espacio para que dé el primer pasó. Como n
Tal vez con veinte regaños encima de la estilista mientras me maquillaba, estoy preparada para la ceremonia con Leonel. Me miro esta vez frente al espejo luciendo lo opuesto a cómo lucía aquella vez hace más de diez años. En ese entonces tenía un vestido digno de princesa, mucho volumen, muchas joyas, un maquillaje muy pesado y peinado muy elaborado, por el contrario, cómo luzco en el presente, soy irreconocible.Esta vez mi vestido es más simple, modesto, pegado a mi cuerpo y apenas llevo joyas. Una cadena delgada, y mi tocado del lado izquierdo de mi cabeza, si es que a eso se le puede considerar como joya. Llevaba incluso mis dedos libres de anillos, estos serían vueltos a colocar en mi mano en la celebración.Acaricio mi cabello que cae suelto en ondas del lado derecho, y aprecio el poco maquillaje que llevo puesto. Si bien la Clara de todos esos años atrás sería la envidia de algunas novias, la Clara que puedo apreciar en el presente, se siente cómoda en su propia piel.—¡Qué bon
Del 100% de la boda, podría decir que un 50% de esta había resultado exitosa. La otra mitad dependería de qué tan bien se desarrollaba este banquete más cerca de la mansión Brown, y como es de esperarse, la decoración sobre pasa al número de invitados. Esta vez tenemos una mesa larga de madera con estética rústica, los platos y copas, en compañía de varios arreglos naturales que le daban el mismo toque natural que la ceremonia tuvo. Aunque el mismo problema se repetía, los esposos, Sara, Celia, Selena, Leonor, Lemuel y el sacerdote que había sido invitado al ser amigo de la matriarca, eran pocas personas para todos estos puestos. No digo nada con respecto a eso mientras ocupamos nuestros asientos. Leonel y yo nos sentamos a la cabeza, y al lado de cada quien nuestros respectivos invitados. Sara queda entre Celia y yo, porque esta no la quería soltar, tenía mucho tiempo sin verla, y mi pequeña, tenía mucho que contar sobre cómo organizó esta boda con su abuela como para soltarla. Los
Los Brown merecían un premio a la familia del año, y yo a la metida del año por caer en su juego. Nada bueno podía derivarse de haber hecho desmayar a la pobre Leonor con semejante pelea. Y nada bueno derivó de ese pandemónium a excepción de que parase de agarrarme por los cabellos con Leah.En lo que Leonor perdió el conocimiento, a todos se nos bajó la presión en sincronización perfecta, Luciano tomó en brazos a su abuela, el resto de los primos, tíos y yo salimos corriendo detrás de este. Su enfermero Víctor pudo hacerla volver una vez en su habitación. Al pedir explicaciones de su estado, bueno, una cosa de lo más rara ocurrió, nos gritó. A todos. Qué cómo íbamos a alterar a Leonor con nuestras peleas, que si éramos unos desconsiderados, que deberíamos avergonzarnos, que pudo ser peor.Para que la situación fuese más rara, ni la bruja de Leah o el ogro de Liam dijeron pío, tampoco el trío de primos o Lemuel aferrado a la cama con su madre. Con los rabos entre las piernas se queda
Tremenda celebración habíamos tenido Leonel y yo, una digna para el recuerdo. Rememorando tantas bendiciones en este día, estoy retirando el tocador de mi cabello. De alguna forma este se mantuvo en su sitio, y sale con sencillez. Lo que no me salen con sencillez son las palabras adecuadas para hablar con Leonel tras el altercado. Este se encuentra sentado en nuestra cama, me está dando la espalda. Lo miro por encima de mi hombro, se había quitado la chaqueta, pero era como si se hubiese congelado en el tiempo. No se mueve ni un poco. Me quito los tacones, y arrodillo en la cama, así gateo hasta llegar a este. Poso mis brazos por su pecho y me aferro a este. Pongo mi barbilla en su hombro, y amoldo mis piernas a su espalda justamente. —¿Estás bien? Te ves perdido en tus pensamientos — comento. —¿Cómo no estarlo? Acaban de arruinarlo todo, de nuevo — responde decaído. —Me habrán abducido y convertido en otra mujer, pero tú no hiciste mal ahí. Aquí en la intimidad de nuestra habitac
Una vez llegué a la mansión Brown, mi plan era más o menos, guerra más guerra. Sería una combatiente que no descansaría hasta lograr su cometido, sobrevivir a esta familia y obtener la recompensa monetaria acordada con Leonel. Sin embargo, mi plan había tenido un vuelco asombroso, mi enemigo se había convertido en mi amante temporal, y estaba trabajando para convertirse en mi amante permanente.Desde nuestra renovación de votos, los meses han pasado y me cuesta admitir que ya son casi ocho meses desde que estoy conviviendo como la esposa de Leo. La Clara de hace un año no se reconocería, cómo hacerlo llamando a Leonel como Leo, compartiendo una misma cama y haciendo el amor cada vez que se podía.En estos últimos meses la suerte nos había acompañado como matrimonio. Estábamos funcionando como uno sano, y lo que más me hacía ilusión, Sara era feliz. He de confesar, que la noto más feliz que antes de la aparición de su padre en nuestra vida. Quizás sea la comodidad económica que vivimos
Mi cabeza da vueltas sin mi consentimiento y mi cuerpo se sigue sintiendo pesado aun reposando en mi cama. Debía comenzar a ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, por lo tanto, debía acotar que la inquietante presencia de Lemuel nos había dejado a Leo y a mí a solas.—Bebe de este té, te hará bien — ofrece mi esposo sentado a mi lado con una taza humeante de algo que ciertamente no quiero beber.—Estoy bien así. Si meto algo más a mi estómago dudo que permanezca allí por mucho tiempo — me quejo exhausta y cerrando mis ojos.Escucho el suspiro de paciencia de mi compañero.—La manzanilla y el hinojo calmarán tu estómago, no lo agitarán. Bébelo antes de que se enfrié. Vamos — me pide.Algo para calmar mi malestar sería bueno. Saco la bandera blanca y me siento en la cama. Leonel me pasa la taza y bebo de esta, su sabor es de hierbas, pero además de la manzanilla y el hinojo, siento más sabores.—Sabe mentolado. ¿Qué más tiene esto?—Menta y albahaca. Penélope lo hizo, dice que