Debí aumentar como 50 kilos anoche porque el cuerpo me pesa con exageración. Mi boca se siente muy seca y la luz que percibo con los ojos todavía cerrados, me molesta. Sin embargo, me rehusó a despertarme del todo por estar sobre un lugar cómodo y cálido. Me aferro más a este y no le quiero soltar. De hecho, me acurruco más, mi brazo le aprieta más, mi pierna se monta más encima, y mi nariz se sumerge en su delicioso aroma.Un aroma reconfortante y masculino.Reconfortante y masculino.Abro los ojos espabiladamente y me doy cuenta de dónde estoy, con quién estoy.Estoy en la cama con… Leonel. Abrazándolo y casi que montada encima de él. No ayuda a mi tranquilidad que este esté dormido y que mi rostro esté en contacto directo con su pecho desnudo. Levanto mi cabeza con la mayor de las vergüenzas y preocupaciones.No tenía nada de ropa de las caderas para arriba, y el resto cubierto con la sabana, es más martirizante que yo apenas tenga un camisón ligero puesto… sin sostén debajo.Esto
Hablar de sexo con un niño es complicado y momentos que considero sumamente bochornosos. Tanto así que, en la corta vida de Sara, había agarrado por las pinzas el tema, la mayor parte se lo había dejado a su colegio y libros de biología. Creo que el hecho de que nunca le hubiese presentado a una pareja también había influenciado en que su curiosidad fuese limitada. Ahora, no podía seguir esquivando lo evidente.En lo que Sara cerró la puerta, tanto a Leonel como a mí se nos bajó la calentura. Él me dio la espalda para acomodar “su asunto” y durante aproveché para salir de la bañera, secarme y ponerme mi bata de baño.—Hablaré con ella — le digo con prisa saliendo del sitio.Cuando lo hago, no hay rastros de Sara en nuestra habitación, por lo que me voy a la de ella. Tal cual, mi hija estaba sentada en su cama con las manos muy juntas, como si estuviese esperando su castigo. Me lleno de valor y me siento a su lado.—¿Por qué entraste a la habitación hija? ¿Querías que te ayudase con al
Los pasos que dan los hombres me ponen nerviosa. Estoy encerrada debajo de mi propia cama por una ridícula intuición que resultó siendo certera.—¿No estamos exagerando? ¿Por qué ella tendría esa agenda? — escucho a la segunda voz y lo confirmo… reconozco esas botas… era Leandro.—¿Le dices eso a Leonor? Solo busquemos y acabemos con esto — reconozco también la segunda… era Luciano.Así que Leonor había mandado a sus nietos en búsqueda de su diario. Lo cual me confirma dos cosas. Una, nada mío estaba a salvo en esta casa, y dos, ese diario era más importante de lo que hubiese imaginado. Detallo a esos dos caminando de aquí a ella en sumo silencio, cualquiera diría que no hay nadie en esta habitación.Si fuese otra saldría y les formaría la pelea del siglo. Sin embargo, si el río estaba sonando, piedras traería. Necesitaba leer ese diario y necesitaba que no le encontrasen. Este seguía en la habitación de Sara.—¿Y si lo escondió en la habitación de Sara? — propone Leandro.Ese traidor
La negación es mi primera reacción, y la segunda es aparentar tranquilidad con la maestra diciéndome tremenda falacia. ¿Mi Sara golpeando a un niño? Imposible. Con ese firme pensamiento, y lista para defender a mi hija con los dientes, acompaño a la mujer hasta la dirección, en donde me encuentro a mi hija en compañía de la directora y un pequeño.Al decir pequeño, era un niño de menor estatura que mi niña. Sus pies están más lejos del suelo que los de Sara en esas sillas. La directora dirige su mirada a mí en lo que entro.—Señora Clara, apreciamos su presencia. Marcela le habrá adelantado del comportamiento de su hija — habla la directora.Noto que Sara voltea brevemente su rostro hacía mí, aunque luego de muy mal humor lo gira al frente. También es un gesto que repite el niño, tiene el cabello negro abundante y unos penetrantes ojos verdes.—Me explicó que hubo una especie de altercado entre Sara y uno de sus compañeros, pero no el motivo de este — indago mientras la maestra me inv
Todavía estoy debatiendo si este viaje sorpresa fue una buena o una mala idea. Tomando en consideración la actitud que mi hija no ha dejado de tener conmigo en todo el día, bien podría ser una oportunidad de reconciliación o de un distanciamiento mayor.Tal cual nos dijo Leonel, empacamos en la mansión Brown, fuimos al aeropuerto y llegamos al hotel donde nos hospedaríamos el fin de semana. Es una belleza de hotel, y si así fue la recepción con el personal tratándonos como la realeza más la decoración exquisita, las habitaciones debían ser de otro mundo.Es uno de esos gustos que no puedo disfrutar con nosotros cuatro caminando por el pasillo. Digo cuatro, porque por delante iba un empleado del hotel con un carrito que cargaba nuestras maletas, y Sara preguntándole sobre todas las cosas que podía hacer aquí. Más atrás les seguíamos nosotros.—¿Fue idea mía o Sara y tú tuvieron una discusión en el estacionamiento? — me pregunta Leonel.—¿Qué te lo hace sospechar? ¿Qué mi hija no me hay
Era imposible. Simplemente era imposible luchar contra Leonel por la gracia de Sara. Si esto fuese una competencia entre cuál padre prefiere mi hija, es seguro que escoge a Leonel y a mí me tira a los perros. Y es que al susodicho se le ocurrió llevarnos a las afueras del hotel, a un parque de diversiones con más atracciones que el tiempo que estuvimos allí.Este hombre le compro como 40 tickets a la niña, y Sara no se resistió, se montó en varias atracciones sola o con él. No era mucho de montañas rusas o ruedas de fortuna, menos de los carros chocones o esas competencias de puntería por ver quién ganaría peluches. Qué sorpresa, el perfecto Leonel ganó un gran peluche de conejo para Sara.Después de ser un testigo malhumorado, nos tocó ir a otro despliegue de la perfección paternal de Leonel. Nos llevó a un restaurante hawaiano al aire abierto con un espectáculo de fuego. No estoy tan amargada como para admitir que los bailarines rodeados de esas llamas son asombrosos, eso lo disfrut
Clara Santos no podía ser encontrada para cualquiera que quisiera criticarla por su dudoso comportamiento de anoche. El buzón de reclamos y sugerencias estaba temporalmente cerrado. Y que lo estuviese por el resto de este domingo. Abro mis ojos siendo abrazada por la luz de la mañana y en una cama vacía.Sí, me había quedado en la habitación de Leonel. Sí, lo habíamos vuelto a hacer. Sí, fueron varias veces. Y sí, lo disfruté más de lo que hubiese imaginado. No es que haya fantaseado con volver a tener sexo con Leonel, es un decir.Me duele todo el cuerpo, especialmente las piernas, esas que giraron y se abrieron en más de una posición hace apenas unas pocas horas. Los recuerdos me acaloran, aunque también me genera curiosidad el paradero de Leonel.No recuerdo que me haya dicho que iba a salir en medio de mi sueño, solo recuerdo cómo me abrazó de cucharita al terminar exhaustos con nuestra rutina de ejercicios.Pongo mis pies en el suelo y localizo mi vestido de anoche en una silla c
Narrado por Leonel BrownHace 10 añosTodavía lo recuerdo como si fuera ayer, la primera vez que vi a Clara.Era una niña cuando ello, todos éramos niños jugando a saber sobre la vida y peleando por la atención de Leonor. Las explicaciones sobre nuestro apego a Leonor están demás, a Luciano y a mí nuestras madres nos habían abandonado, a Leandro le tocó una madre ponzoñosa como Leah. Pero si algo coincidíamos era cómo Clara era la peor de nosotros. Quedó sin madre o padre por un accidente que además marcó su cuerpo con cicatrices dolorosas.Leonor nos lo encomendó desde el inicio, que la tratáramos como una más de la familia. Esa niña era importante para ella, y tal cual nos lo pidió nuestra abuela, eso fue lo que hicimos. Recibimos a Clara lo mejor que pudimos.En ese entonces ninguno sospechaba el nivel de apego que Leonor tenía hacia ella, pero con los años pasar nosotros mismos nos fuimos apegando de una u otra forma a ella. Era fácil aceptar y encariñarse con Clara. A pesar de la