Quizás antes sentí un poco de celos hacia Jamie, ¡estaba tan feliz como su familia! Que más que celos, quizás sentí miedo de que se quedara con el amor de Tom. Pero no era así, yo era su padre y eso no cambiaría.
Me había casado con Leslie y esta maravillosa mujer había sanado una herida que yo creí que no tenía y que ya no existía. La amaba. Era la mujer indicada, que no solo había sabido amarme en silencio, también esperarme, desde mi relación con Nicol, hasta lo que tuve con Lina. Ella solo me esperó y ya yo estaba con ella, la tenía en mis brazos y en todo mi corazón. Hace un par de semanas, escuché a una mujer llorando mientras dejaba a Leslie en el área de emergencias, no suelo hacer esas cosas pero hay ocasiones en las que se entra en desesperación cuando duele algo o estas solo en el hospital y yo creí que ese era el caso y quise ver que le pasaba a la mujer. Cuando entré a su camilla, al correr la cortina, mi corazón me golpeó como si quiHabía dormido exageradamente mal aquella noche, solo pensaba en la cirugía que tenía esa mañana, quizás estaba un poco nervioso, tal vez algo ansioso. Nada bueno para su trabajo. Pero la pobre mujer había esperado meses para aquella cirugía y Jake quería que todo saliera bien, de eso dependía la vida de aquella mujer. Jake Matthew era un prestigioso cirujano de la parte este del país, a su corta edad contaba con numerosas cirugías, tanto simples como complicadas, todas y cada una de ellas terminadas exitosamente. El mejor cirujano cardiovascular. A sus treinta años, con su cabellera rizada que le llegaba hasta los hombros, con las numerosas pecas que tenía en el rostro y con la poca vida social que tenía, solo pensaba en una sola cosa, sus pacientes. — Pare un momento, tengo que tomar aire. — Le dijo a su chofer, Dani. Salió del coche y
— Si vas a irte tan temprano, al menos avisa. No puedo creer que estoy aquí y ya te vas. — Samantha abrió los ojos después de tocar el lado de la cama de Jake y encontrándolo vacío. Su voz salió un poco pastosa por el sueño. Pero Jake seguía vistiéndose sin prestarle atención. —¿Para que me pediste que viniera anoche si ya te vas ? ¿No estabas libre el día de hoy ? ¿A caso ha surgido alguna operación de emergencia ? — Vuelve a dormir, no tienes que enfadarte porque me levante primero que tú. — Se puso sus zapatillas y tomó el celular de la mesita de noche. — Y no te dije que vinieras, tú te apareciste sin avisar. ¿Ya lo olvidaste ? Solo voy hacer ejercicio. — Ese no es el punto, ya que ahora estoy aquí. — Volveré antes de comer, dile a mama si te quedarás a almorzar, sabes que no le gusta que lo hagas sin avisar. — Está bien. Esperaré a que regreses. Podría decirse que Samantha o c
Cuando llegaron al hospital todavía ella permanecía inconsciente pero Jake había hecho como dijo, no se apartó ni un segundo de su lado. Habían limpiado su herida y suturado, la parte de la rodilla no estaba tan mal, solo un poco magullada por el golpe de la caída.Aunque, lamentablemente Jake se había raspado la palma de ambas manos. No era nada grave, pero eran sus manos, con las que realizaba operaciones cada día.Se las habían lavado y curado en el hospital, después de que sanasen podría realizar su labor con total normalidad.— Disculpe, ¿la conoce de algo ? ¿Podría decirnos su nombre ?— No se cual es su nombre, apenas la he visto frente a un supermercado vendiendo periódicos.— Entiendo, esperaremos a que despierte. Tal vez deba de guardar reposo al menos aquí unas cuantas horas más, para descartar que no tenga ninguna secuela.— No creo que ella quiera quedarse, solo la logramos traer sedándola.La enfermera
Siguió a Jake hasta su coche, mirando siempre hacia atrás para asegurarse de que nadie la seguía. Tenía mucho miedo de Robert, era un hombre muy peligroso y no le temblaba el brazo para matar, sobre todo a alguien que no tenía ningún doliente.El pequeño Tom iba abrazado a su cuello mientras ella lo cargaba en brazos.El coche olía muy bien, era amplio y cómodo, le pareció extremadamente suave e incluso le entraron ganas de dormirse allí. No lograba recordar la última vez que había estado sobre algo tan cómodo y suave a la vez.— Debes de sentar al niño en un asiento, a tu lado. No puedes llevarlo cargado.— El irá sobre mi. — dijo con firmeza.— Si alguien lo ve, me multaran. No es la manera correcta de llevarlo.— ¿Crees que yo no sé cual es la manera correcta de llevarlo ? Debería de tener un asiento para niños, como no hay ninguno, lo llevaré en mis brazos.— Está bien, entonces conduciré hasta la tienda más cerc
Después de quedarse observando a Ana con cierto interés, le extendió el vestido. — Puedes usar esto. Después iremos más tarde a comprar algo de ropa. — La mujer de antes está lavando nuestra ropa, podemos seguir usando esa. — Ana observó el vestido, solo de mirarlo sabía que no le gustaría ni le quedaría bien, aunque cualquier ropa le quedaría mejor que la que ella había llevado puesta. — Ya esa está para tirar. ¿Te molesta si les compro algo de ropa ? — Ropa, ropa. Yo quiero unos pantalones y unos calzoncillos. ¡Que sean rojos ! Me gusta el rojo. ¿También puedes comprarme unos zapatos? — ¡Tom! Ya deja de pedir cosas, no está bien, todo tiene un precio y nosotros nos tenemos dinero. — Ya te lo dije antes, no tienes que pagar por nada ni me deberás nada. Lo hago porque quiero, no porque luego tengas que pagarme nada. — No confío en ti. No quiero aceptar tus cosas, solo estamos aquí para que Tom sea curado. Cu
Una larga noche — Mamá, es un poco raro llevar zapatos. — se quejó Tom al rato de tenerlos puestos, no se acostumbraba a la sensación de tener los pies encerrados. — Pronto tus pies se acostumbrarán. — Le contestó Jake mientras conducía. — Ya verás que luego ni lo vas a sentir. Cuando llegaron a la enorme mansión, la señora Gladis los recibió. Ya la tarde estaba cayendo. Jake los acompañó a su habitación, ya que Ana se negaba a dar un paseo por la casa o por el jardín. No quería encontrarse con esas personas desconocidas. Se sentía muy vulnerable en aquella casa donde no conocía a nadie. — ¿A donde vas ? — preguntó ella cuando Jake salía de la habitación desde de dej
La mañana llegó sin previo aviso, Jake como cada día siempre madrugaba. Quitó el brazo que tenía de Sam sobre su pecho. Sabía demás que ahora sería imposible que ella se fuera de la casa con Ana allí, era como su forma de marcar su territorio. Pero eso solo hacía que Jake se sintiera más hastiado de ella. — ¿A donde vas? Es... muy temprano. — Se había despertado cuando sintió que Jake se paró de la cama. Su voz salía pastosa por el sueño. — Vuelve aquí. — le ordenó. Jake siempre madrugaba para hacer ejercicio antes de ir a trabajar, pero esa semana era diferente. Sus manos estaban heridas y no podía realizar su labor, aunque no era gran cosa y ni si quiera le dolían, a pesar de eso, era imposible entrar a una cirugía con las manos en ese estado. El hospital estaba teniendo
Había pasado casi una semana para Ana en aquella casa, con aquellos desconocidos, aunque Jamie y Jake la trataban como su igual, la madre de Jake la miraba con algo de desprecio. Solía cenar en la habitación, la mayoría de las veces en compañía de Jamie y de Jake. Cada día Tom tenía una comida especial para fortalecer sus defensas y aunque las noches eran extremadamente largas, ya se sentía más segura en aquella casa. — Ten. — Dijo Jake, entrando a la habitación y ofreciéndole una bolsa con ropa, todas holgadas y cómodas. — Ya deja de usar las de Jamie. — Gracias. Que bueno que has venido, quería hablar contigo. Tom estaba en la cama dormido, las medicinas solían darle un poco de sueño en las tardes. — ¿Sucede algo ? — Jake tomó asiento en la butaca que había al lado de la ventana para prestarle más atención. — Nos iremos. — soltó sin rodeos, tomando asiento en el borde de la cama. — ¿Aún te sientes incóm