Había pasado casi una semana para Ana en aquella casa, con aquellos desconocidos, aunque Jamie y Jake la trataban como su igual, la madre de Jake la miraba con algo de desprecio. Solía cenar en la habitación, la mayoría de las veces en compañía de Jamie y de Jake. Cada día Tom tenía una comida especial para fortalecer sus defensas y aunque las noches eran extremadamente largas, ya se sentía más segura en aquella casa.
— Ten. — Dijo Jake, entrando a la habitación y ofreciéndole una bolsa con ropa, todas holgadas y cómodas. — Ya deja de usar las de Jamie. — Gracias. Que bueno que has venido, quería hablar contigo. Tom estaba en la cama dormido, las medicinas solían darle un poco de sueño en las tardes. — ¿Sucede algo ? — Jake tomó asiento en la butaca que había al lado de la ventana para prestarle más atención. — Nos iremos. — soltó sin rodeos, tomando asiento en el borde de la cama. — ¿Aún te sientes incómHabían cerrado el trato con un simple apretón de manos, que para Jake había sido algo muy serio, a pesar de lo poco formar que era. Lo primero que había hecho al salir de aquella habitación era llamar a su abogado y explicarle la situación, entablar una dialogo con la embajada del país de Ana e intentar hacer las cosas por el orden de la ley, pero ya eso era trabajo del abogado. Sus manos estaban sanas, no podía perder un día más sin trabajar. El hospital lo necesitaba, sus pacientes lo necesitaban. Aquella mañana se levantó muy de temprano, después de avisarle a Ana que no estaría en casa, se marchó a su trabajo, tenía que prepararse antes de la operación de ese día, era necesario pasar una serie de pruebas que certificaran que sus manos estaban en óptimas condiciones. — Lo hemos extrañado aquí, doctor Matthew. ¿Ya se encuentra bien ? — Buenos días, doctora Rodríguez. Mis manos están bien, pero eso ya tendrá que decirlo el especialista. ¿Com
Jake hizo una búsqueda rápido cuando detuvo el coche en la carretera, buscó varias casas en venta que estuvieran con buena ubicación.El pequeño Tom iba muy callado, su voz había quedado un poco ronca por los gritos que había pegado cuando Sam golpeaba a su madre, Ana miraba hacia el techo del coche también sin decir palabra. Su mejilla estaba roja y tenía el pelo muy alborotado. Parecía enojada.— Siento mucho lo que pasó antes. — volvió a repetir por décima vez, Jake— Ya te dije que no es tu culpa. Que tengas una novia loca no es tu culpa.— Sam no es mi novia.— Si, si. ¡Que ya lo sé! Solo te acuestas con ella.— Estas enojada conmigo.— ¡No! Estoy enojada por dejarme golpear de esa niña rica.— Tienes que calmarte, ya pasó y tu también la golpeaste, te defendiste muy bien.— Debí pegarle más fuerte y dañarle esa cara bonita. — Ana se sentía algo frustrada, más que enojada. Había sentido mucha i
Abrió los ojos lentamente, temiendo encontrarse con los ojos de Jake, pero cuando lo hizo, él no estaba. En la cama solo estaba ella.Miró alrededor de la habitación y nada.Había un reloj cuadrado en la mesita de noche que estaba al lado de la cama, marcaba las siete y veinte de la mañana. Tomó el albornoz que estaba tirado en el suelo y cubrió su cuerpo, se sentía muy avergonzada por su acción de la noche anterior pero agradecía a Jake mentalmente por haberla rechazado, de lo contrario ya no lo vería del mismo modo ni el a ella. Tocó la tela cálida que cubría su cuerpo, recordando las veces que un albornoz la había abrigado de las frías calles, cuando huyó de varios veces de los albergues por la mafia sexual que había dentro de estos, solo para ir a dar con el mal nacido de Robert y su pandilla de escorias.Agradecía infinitamente a Jake por la oportunidad de una vida digna que le estaba ofreciendo, pero no solo a ella, si no ta
El pelo de Ana había pasado de un castaño claro a un rubio seta o más bien conocido como blonde. Tony le había hecho un fabuloso corte en capa, deshaciéndose de todo el cabello de sus puntas que estaba excesivamente maltratado. Le había dado el toque final con unas suaves ondas y un flequillo de lado que enmarcaba su rostro. Depiló sus cejas y le dio algunos consejos de cómo peinarse para favorecer más su rostro.Cuando Tony le extendió el espejo a Ana, esta casi lo deja caer de la sorpresa. Hacían muchos años que no veía la mujer que era antes, antes de todo, antes de estar en las calles, casi no reconocía su rostro, el cual ahora estaba bañado en lágrimas al encontrarse bella y con un atisbo de esperanza en la mirada, no un simple cambio de cabello, sino por todo lo que estaba pasando en su vida.— No llores, es un buen cambio. Se nota que todo esto es reciente para ti. — Tony puso una mano en su hombro mientras le hablaba. — Todos merecemos ser felices
Ana seguía sentándose en el asiento de atrás junto a Tom. Camino al parque, Jake no dejaba de mirar por el retrovisor. La mirada de Ana se perdía por la ventanilla mientras el coche estaba en pleno silencio. Solo se escuchaban las manos de Tom tocando todo a su paso.— Ana. — habló ya sin poder aguantar más el silencio. — Después de salir del parque iremos a comprarte un celular y una computadora. ¿Que te parece?— Creo no necesitarlo. — contestó sin dejar de mirar por la ventana.— De esa forma podríamos comunicarnos, también estarías al tanto de todo lo que pasa a tu alrededor.— Sería un poco raro. La tecnología avanza demasiado rápido y yo ya no estoy al día con ella.— Puedo enseñarte cómo usarlo. Eso no es un problema.— Como quieras.Jake la miró intentando saber qué pasaba por su mente, pero le fue imposible tan si quiera descifrar su expresión. Parecía como si Ana realmente no quisiera nada
— Jake. — Movió sus hombros sin lograr despertarlo. El celular de él no dejaba de vibrar. — ¡Jake! — Volvió a decir con voz más fuerte.— ¿Eh? — abrió los ojos con lentitud topándose con el rostro de Ana y su mano elevada para mostrarle el celular.— Tu celular no deja de vibrar.— Déjalo que suene. — volvió a cerrar los ojos para después abrirlo de repente. — ¡¿Que?! ¡¿Mi celular?! Debe de ser una emergencia. — Lo tomó de la mano de Ana, viendo la hora y la llamada entrante. Cinco de la madrugada. — Hola.— Doctor Matthew, habla la doctora Rodríguez, nos ha surgido una eventualidad.— Doctora Rodriguez, dígame lo que pasa.— El señor Castro ha tenido una recaída esta madrugada, el director Tyler ha ordenado que se llamase al doctor Norris para que realizara la intervención quirúrgica, sin embargo, ha tenido que volver a cerrar.— ¿Que? — preguntó a pesar de haber escuchado pero no creído lo dicho.— Urge su
Jake tenía al menos dos horas dormido. Ana aguardaba con Tom mientras él jugaba en el césped con algunos juguetes que había bajado de la habitación, la señora Christine ya se había marchado.Ana tenía el celular sobre las piernas cuando este emitió un sonido por primera vez. Ana mi miró algo extrañada y después observó un texto que había en la pantalla.“Porque has visto noticias recientes sobre el doctor Jake Matthew, puede que esta te interese”Deslizó el dedo por la pantalla y pinchó en la noticia. El enlace se abrió.“Noticia de último minuto: El aclamado doctor Jake Matthew acaba de renunciar a su puesto como Cirujano Cardiovascular, encargado de dicho departamento, el director Tyler del hospital se encuentra en total asombro, pues no se lo esperaba. Dice que todo iba perfectamente, pero que el día de hoy salió del quirófano y pasó por la oficina a notificar su renuncia. Algunos rumores dicen que se debe a que este tiene planes de casars
— Quizás fuiste muy permisivo con el. ¿Desde cuando nuestros hijos nos odian ? Jamie un rebelde que se enfrenta a nosotros a través de lo que él llama “arte”. No podía tomar otro medio para ganarse la vida. Incluso siendo algún político yo me hubiera conformado. Suelte que mi padre no lo está viendo, me llamaría una mala madre por el camino que él está tomando. Pensé que Jake sería una buena guía para el, en cambio siempre lo ha alentado a seguir eso que él llama sueño. ¿Como es que Jake decidió ser cirujano ? ¿Desde cuando tenía vocación de doctor ? Parece que eligieron basándose en lo que nos molestaba. — La señora Matthew estaba en la piscina tomando el sol mientras que el señor se bebía una limonada sentado en la sombra, escuchando la inquietante voz de su esposa que no paraba de hablar y hablar. El pobre hombre creí incluso que si se metía al agua, ella seguía hablando debajo de ella. ¡Y el problema no era que hablara ! Pero ya estaba cansado de escuchar sus crí