Sin duda los síntomas del vómito eran una de las otras tantas causas que conllevaba el tratamiento contra el cáncer, había todavía aún más cosas que podrían pasarle a Rebeca como que le diera diarrea o bien se estriñera, su cuerpo se sentiría cansado y debería descansar, sí, pero tampoco debía de pasar todo el tiempo en cama, el paciente debía de tener una vida lo más normal que pudiera y que realizará sus actividades del diario a lo permitido físicamente. También debía de comer bien y saludable, beber agua más de dos litros, no salir demasiado al sol, ni comer cosas demasiado dulces, evitar las cosas irritantes y con demasiadas grasas.
Cuando Rebeca despertó de sus siesta se sintió un poco mejor, se levantó de la cama y salió de su habitación en busca de su familia a quien encontró reunidos en la mesa, su madre estaba sirviendo la cena, eran las siete de la noche pero Rebeca no sintió hambre, es más evito rondar mucho el comedor, ya que el olor de la comida le estaba comenzando a revolver el estómago otra vez. -¿Vas a comer? – le preguntaron todos al unísono, Rebeca y el resto de su familia sonrió al escuchar el perfecto coro de voces.-En realidad no tengo nada de hambre, incluso oler lo que están a punto de comer me esta causando náuseas.-De acuerdo – dijo su padre – no te obligaremos a comer, pero promete que comerás un poco más tarde, cuando te de hambre.-Lo prometo.Augusto como el buen padre que era había leído todas las hojas de información sobre los efectos secundarios de la quimioterapia y recomendaciones que el oncólogo le había dado a su mujer y una de esas recomendaciones era de que no se debía obligar a comer al paciente, que era un procesó normal pero que cuando tuviera hambre debía comer y aprovechara el momento en que su cuerpo pedía alimento, beber agua y descansar, pero también hacer su vida diaria lo más normal posible.Pero Rebeca no comió esa noche, pues las náuseas regresaron y tuvo que correr al baño para devolver el estómago, sin duda esto de ir al baño se estaba volviendo demasiado fastidioso para ella, ya que debía de aplicar lejía al baño cada que terminaba de usarlo, así fuera hacer pis o defecar. También debía de lavar su boca cada que vomitaba, a pesar de tener unas semanas de tener ese proceso ya se le estaba haciendo tedioso. Cuando sintió que las náuseas pasaron salió de su habitación una vez que limpió debidamente el baño, su familia le esperaba en la sala donde trataban de mirar televisión, su madre era la única que no se había podido sentar, puesto que espero fuera de la habitación de Rebeca por si no escuchaba sus movimientos, pero al cabo de unos minutos al escuchar sus pasos que se aproximaban a la puerta se alejo de prisa, dado a qué Rebeca le pidió le dejara sola, que no tenía porque ver aquello.-¿Ya no tienes más náuseas? – le pregunto su madre.-No, solo quiero ir a dormir.-Entonces ve cariño – le dijo su madre acercándose a Rebeca para abrazarla y darle un beso en la mejilla – descansa mi cielo.Y como acostumbraba fue a darle un beso a su padre y este le devolvió el beso y la envolvió en un fuerte abrazo, Rebeca dio un largo suspiro cuándo estuvo sola en su cuarto, se desnudo y se dio una rápida ducha, para después ponerse la pijama y meterse a la cama, quedándose dormida enseguida. Lo que no supo Rebeca fue que sus padres entraron a verla poco después de que se durmiera, para asegurarse de qué no se encontraba mal y esa era una rutina diaria que Augusto y Carolina habían adoptado tras la primera quimioterapia de su hija. Después de unas semanas ahora Rebeca lucía más delgada, era visible su pérdida de peso, debido a que los vomitos la sorprendían tanto de noche como de día, como su complexión era media su desmejora era notable, la ropa le había comenzado a quedar grande, los pantalones se le caían y comía poco, comía casi como un pajarito y otras prefería no comer porque simplemente no tenía apetito. Se le miraba triste, decaída, sin ánimos, pero la instaban a que fuera a atender la librería cuando miraban que ya había pasado demasiado tiempo en cama, aquello no era bueno para Rebeca, podían entender su fatiga y el cambio brusco que sufrió su vida, pero debía de seguir adelante haciendo su vida y Rebeca con paso cansino se dirigía a la puerta que daba al mostrador de la librería, siendo ahí el único lugar donde se distraía un poco hasta que se sentía demasiado cansada para seguir de pie o sentada y se iba a dormir o bien se marchaba cuando sentía náuseas. Sus amigas habían dejado de visitarle por que la mayoría de ellas tenían novio y obviamente preferían pasar el tiempo con ellos que ir a visitarla, en el fondo Rebeca tampoco quería que la vieran en ese estado, se sentía insegura y todos lo notaban sobre todo cuando no quería salir de la cama, algo que ocurría muy seguido. Tampoco le enviaban mensajes y ella tampoco iniciaba un chat ya que las pláticas solían ser breves y respondían a sus mensajes pasadas más de dos horas y para Rebeca eso significaba que no tenían el menor interés en responder, así que en un arranque de odio contra el mundo borro los contactos de sus “amigas” entre comillas, pensando en que no las necesitaba, que no eran en realidad sus amigas, que quizás solo habían sido compañeras de estudio y nada más. Rebeca y su madre llegaron a casa luego que recibiera otro tratamiento de quimioterapia, la cuál tendría que recibir por seis meses una dos veces al mes, Rebeca no había abierto la boca para nada luego de que saliera del hospital, se sentía débil, cansada, sólo quería ir a su cama y dormir, porque sabía que después de que despertara de su siesta pasaría un buen rato en el baño, para después de aquello salir de su habitación para ver a su familia que como siempre la miraría con ojos de preocupación al negarse a comer como lo venía haciendo últimamente, pero es que a ella no se le apetecía, nada le apetecía, tan solo quería dormir.La muerte siguió por todo el mundo recogiendo vidas, pero por primera vez tenía algo más en su pensamiento. La muerte pensaba y recordaba aquellos ojos grises y se preguntó el ¿por qué? Si durante toda su existencia nunca nadie obtuvo su atención, había mirado muchos rostros y ojos pero ¿por qué ahora se había quedado con la imagen de aquella joven mujer en su memoria? Muy en el fondo de ella deseaba ver esos ojos de nuevo y por eso volvió a pasar por la mismo pasillo al día siguiente, tenía que recoger algunas vidas y sobre todo ansiaba verla a ella, recorrió el pasillo de arriba a bajo en su búsqueda pero no la encontró, entonces obsesionada por verla recorrió todo el lugar velozmente inundando de aire frío cada estancia por la que pasaba pero no la encontró en ninguna parte, la muerte experimento por primera vez algo más que monotonía en sus emociones, una especie de desazón y de cierta amargura la embargo, pero la muerte no sabía lo que experimentaba, creyó que aquél día algo andaba mal con ella y sin más preámbulo abandono el hospital para continuar con su rutina.La muerte no sabía de enfermedades, música, arte, dolor o de artistas famosos, ella era ignorante de todo, miraba y escuchaba pero no les prestaba atención, pues su labor no le permitía mirar más que su lista y a las personas que debía de arrebatar su último respiro, pero en esa ocasión se había tomado unos segundos para buscarla, al fin y al cabo le estaba otorgando a esa persona la oportunidad de seguir en la tierra unos segundos más, sin duda la muerte era como la lotería, porque no sabías cuando te iba a tocar, pero sin duda era la más segura, porque es la que al final nos espera a todos y esa era la muerte.Todos en este mundo lloran la pérdida del ser querido y temían el día en que la muerte llegara a por ellos, pero celebraban la vida de un recién nacido con felicidad, sin embargo existir sobre la faz de tierra conllevaba a esas dos etapas en la vida del ser humano, nacer y morir, ese era el ciclo de cada ser vivo, todos llevabamos el mismo destino el cuál era dejar de existir, nadie se salvaba, así como ni la muerte misma se estaba salvando de sentirse atraída hacia un ser de los que ella les robaba el último aliento, la muerte había visto algo mucho más que un ser vivo y mortal en aquella mujer de ojos grises, no sabía porque quería volver a verla, nunca alguien le había parecido lo suficientemente hermoso como los paisajes de la naturaleza, sin embargo la joven de ojos grises había sido lo mas hermoso de aquel horrendo lugar en el cuál había dolor, sufrimiento, angustia y miedo, este sentimiento era el único que la muerte sabía reconocer en el rostro de las personas, pero ella jamás lo había experimentado.Tan solo bastaron unos segundos al observarla para que la muerte deseara volver a ver a la jóven de ojos grises y desde aquel momento la muerte hizo la costumbre de pasar por esa área aunque no fuera necesario, recorrer el pasillo donde vio aquellos ojos, pero cada día sufría cierta desazón en su interior, una sensación que desconocía por no saber de sentimientos y emociones, pero que sin embargo no estaría muy lejos de comenzar a conocer, porque la muerte había quedado prendida de aquellos ojos y de aquel rostro que le recordaba a los querubines del cielo.Luego de algunos días, en una mañana de lluvia la muerte miró de nuevo aquellos ojos grises con el dulce rostro que los portaban, en esta ocasión su rostro era triste, melancólico y para la muerte este rostro también llamó su atención, ya que no tenía idea de cuál era el estado de ánimo de la jóven, una mañana lo miró de un modo y aquél día lo miraba diferente. La muerte sintió cosas que nunca había sentido en toda su larga existencia y la contemplo por un largo momento, asombrándose así misma por la pausa que se estaba otorgando, era la primera más larga desde su existencia. Mientras la muerte la obserava sin culpas, miró lo que hacía con ella una enfermera sobre su brazo, parecía que le hacía daño y era algo muy raro para la muerte, cuando la enfermera la dejo en paz, Rebeca hecho la cabeza hacia atrás acomodándola en el respaldó del sillón y luego fijo su vista justo donde estaba la muerte, quién sintió que la habían mirado por primera vez tal y cómo era, y esto la hizo sentir de nuevo extraña, lo que la muerte no supo es que lo que sintió fue felicidad y miedo, porque en cuánto los ojos grises de Rebeca la miraron se fue.Y desde ese momento, a pesar de haberse asustado de haber coincidido con la mirada de Rebeca, la muerte quería saber el paradero de aquél bello querubín y no para arrebatarle la vida, sino para mirarla a escondidas en su único y absoluto silencio de siempre. Durante toda su existencia jamás había abierto la boca, no sabía si tenía voz o si sabía hablar, nunca intentó hablar con nadie siempre estaba sola, se limitaba a escuchar al superior que le hablaba, ella sólo miraba como los vivos y los Ángeles vivían en compañía, sonreían y parecían ser felices, la muerte se resignó a su soledad, a ser quien era, a ser el único ser que causaba miedo entre los mortales, además ¿qué tenía ella para ofrecer? No tenía nada, sólo la velocidad y el silbido del viento o el murmullo de las personas al pasar a gran velocidad junto a ellas, y por primera vez pensaba en algo mas que solo ir a por vidas, era raro pero parecía que iba más lento mientras su mente dibagaba en pensamientos de si misma y en Rebeca, era como si pensar en la joven de los ojos grises le robara velocidad.Rebeca fue directo a su cama a penas llegar de su tratamiento, se sentía más cansada que la última vez además de que ahora estaba calva, ya que apenas salir de su quimioterapia pidió a su madre la llevará a una estética para que le terminaran de quitar los pocos cabellos que tenía sobre la cabeza, sus cabellos habían comenzado a caer día tras día y de a poco cada que se peinaba por las mañanas y después a la hora de ducharse, haciendo que su cabeza pareciera que la habían trazquilado de mala gana con una tijera.En su cuerpo tampoco había vello, también se había caído de a poco, en la vena del brazo dónde circulaba el tratamiento lucía amoratada, y todo esto junto la hacía sentir fea, no podía creer lo mucho que su aspecto físico había cambiado, sus labios permanecían resecos la mayor parte del tiempo y por ese motivo siempre llevaba una barra de labios especial para su condición.Rebeca a solas en su habitación se miraba en el espejo y comenzaba a compararase con una fotografía en dónde ella era toda vitalidad, dándose cuenta de que no se parecía nada a la de antes, quizá sólo se sintiera más cómoda con su peso actual, pero no más, le era tan extraño mirarse así misma delante del espejo, comenzó a llorar, se sintió infeliz y llena de miedo, miedo a morir, se sentía apagada y sin vida, sintién
¿En qué te has entretenido? – le preguntó aquella grave y serena voz a la muerte cuando volvió a su deber, él ya lo sabía todo pero quería escucharlo de propia voz de la muerte – ¿cuál es el motivo de tus retrasos? Nunca en toda tu larga existencia te habías retrasado, siempre exacta y sin expresiones.- He encontrado a alguien que ha llamado mi atención – le respondió, sabía que no tenía caso ocultarle algo, lo veía todo.- Me sorprende viniendo de ti, sólo espero no cometas algo que vaya contra lo establecido – le advirtió.Aquel ser sabía todo, pero no le reprendio por sus retrasos, se lo dejo pasar pues nunca se había tomado pausas en sus largos días y noches en que debía pescar vidas, ella era la más fría, triste, callada y solitaria que vagaba por el mundo día
-Rebeca ¿y tú?-Úrsula – respondió de inmediato, pues había pasado días pensando en un nombre para darle a Rebeca y al final decidió dejarse aquél mismo que le dijera aquella noche.-¿Eres de por aquí? – continuó Rebeca – No te había visto por este rumbo, por lo regular conozco de vista a la mayoría de las personas que entran a la librería o pasan por aquí.-Eres muy observadora – le dijo la muerte – acabo de llegar a esta ciudad.-¿Vives por aquí cerca?- No, para nada. Llegue aquí por casualidad cuando solo caminaba para conocer la ciudad.Rebeca se giró de nuevo hacia la estantería llena de llibros, busco por unos instantes entre ellos, tomó uno y se lo mostró a Úrsula, quién no dejo de observarle ni un segundo, le fascinaba ver cada uno de sus movimientos
-¡A mí! ¿a mí me han traído rosas? – preguntó extrañada tomando las rosas que le entregaba su madre y que llevaban una nota dentro.-¿Quién te las ha mandado? – preguntó su madre tan llena de emoción como Rebeca.-Son de Úrsula – dijo Rebeca sonriendo – se está disculpado conmigo por no poder venir el día de hoy, es debido a su trabajó.-Parece que el universo a conspirado a tu favor, no querías que te viera así ¿no es cierto?- Si y no, es algo muy raro. En verdad quería verla, pero no me siento bien como para atenderla – y sonrió – Creo que es mejor que sea mañana. Quizás me sienta menos agobiada.-¿A qué se dedica tu amiga?- No lo sé, no le he preguntado aún, sólo se que acaba de llegar a esta ciudad.Cuando Rebeca d
- Si, me ha gustado mucho y cuando me pongo a leer no quiero dejar de hacerlo, me atrapa. Si mañana tengo tiempo te lo llevo.- Me encantaría eso. Gracias ¿no tienes miedo de que no te lo regrese?- No, no tengo miedo. Yo se que me lo regresaras, confío en tí – dijo mirándola a los ojos.-¿De qué color son tus ojos? – le preguntó de repente Rebeca mirándo fijamente con curiosidad los ojos de Úrsula que se quedó pensativa y un tanto preocupada ante la pregunta.-¿De qué color los miras tú? – le preguntó tanteando el terreno, la verdad es que ni ella misma sabía de que color eran sus ojos pues nunca se había reflejado en algo, mucho menos mirando en un espejo, le daba miedo saber que vería de si misma, por eso quería escuchar de los labios de Rebeca de que color los miraba ella.-Son muy confusos, p
-La verdad – dijo mirándola a los ojos – es que a penas estoy empezando a juntar libros, como te dije, me la paso ocupada, antes estaba estudiando y el dinero era poco así que no leía mucho. Ahora he buscado leer porque tengo un poco de tiempo libre.-Ya veo. A noche se me olvidó pedirte tu número celular ¿me lo darías?-No tengo por el momento, se me ha perdido y no he comprado uno, pero en cuanto pueda te daré mi número. -Que extraña eres – le dijo sonriendo – ¿te gusta la música?- No he escuchado mucha – dijo tímida, Rebeca la ponía nerviosa cuándo se le quedaba mirándo fijamente y le gustaba esa sensación de por lo menos a sus ojos ser un humano.-Ven – le dijo Rebeca tirándose a la cama y dando palmadas a su lado para que Úrsula le imitara y se tendiera con ella y &
La muerte le pregunto a la vida ¿porque todo el mundo te quiere y a mi no?La vida le respondió "porque yo soy una hermosa mentira y tú una cruel realidad"Bueno esperó que les guste esta novela, la escribí hace algún tiempo, pero la volví a reescribir, porque me pareció que le faltaban muchos detalles, fue una de las primeras que escribí hace ya algunos años cuando comenzaba a hacerlo y desde entonces no deje hacerlo.Así como me gusta escribir, me gusta leer. Mis libros favoritos son: el lado ciego del amor, tu nombre escrito en el agua y el azul es un color cálido, entre algunos otros que no mencionó por qué me llevaría todo el día.Esperó les guste mi trabajo y disfruten de la lectura, de esta novela que yo disfruté de escribir y le dedique mi tiempo para compartirla con ustedes.
Se estaba acercando la navidad y Rebeca había tenido su última quimioterapia esa mañana, a pesar de sentirse cansada y débil estaba animada, Úrsula le había prometido ir a verla esa tarde para ayudar a ella y a Lucía a decorar el arbol, pero para que la tarde llegara aún faltaba mucho, por eso a penas llegar a casa se fue a su cama a descansar, durmió mucho, tanto que su madre tuvo que ir a despertarla para que fuera a comer un poco si es que le apetecía, Rebeca tardó en desperezarse, sentía mucha pereza, solo quería ver a Úrsula y que le diera un abrazo.Poco después de comer le pidió a su hermana que comenzara a sacar todos los chunches alusivos a la fecha para comenzar con los arreglos navideños, una vez fuera, empezaron por limpiarlos para después comenzar a armar todo, estaban haciendo esto cuando alguien tocó a la puerta, Rebeca no lo pensó dos veces en ir abrir, sólo una persona tocaba a la puerta a la misma hora, abrió de inmediato para toparse con aquel rostro inex