Llegó el día del bautizo de Mariano Junior Ricci, un niño que ya tenía tres meses de nacimiento y Carlotta quería bautizarle, aunque Giovanni no fuera creyente, lo hizo por Carlotta. La familia y amigos estaban en la iglesia, esperando a los padres y a los padrinos. Estaban emocionados y felices porque el pequeño bambino crecía fuertes y cada día se parecía más a Giovanni.El padre de Carlotta por fin había aceptado a Giovanni y cada vez que podían, iban a verles. El pequeño Mariano, llevaba puesto un pequeño traje color blanco y lazos azules, sus ojos azules y cabello moreno. Era un niño muy bonito era la misma imagen de su padre, aunque siendo pequeño podría cambiar.La ceremonia había comenzado, Mariano tenía a su sobrino en brazos, Carina estaba a su lado, Giovanni y Carlotta estaban cada uno a un lado de los padrinos. El cura empezó hablar y todos observaban al padre.Poco después el padre le dijo a Mariano que inclinará un poco al pequeño para bautizarle, Mariano así lo hizo y e
Había pasado un mes, al fin a Mariano le dieron el alta, aún no recordaba nada, tenía sueños. Sobre una mujer que estaba vestida de blanco y él la esperaba en el altar, pero cada vez que iba a ver su cara, se despertaba. No entendía nada, seguía confuso, no sabía el significado de ese sueño, pero tampoco le daba mucha importancia.Junto a su hermano, llegó a su casa, donde él se sentía extraño, pero a la vez como en casa. Cuando vio a Carina algo en su interior le decía "acércate ella, te extraña" pero su cabeza le decía "vuelve a ser el de antes." Era un cúmulo de cosas en su interior, un zoológico, el corazón y la cabeza no se ponían de acuerdo.Cuando entró en la mansión, lo primero que vio fue a una mujer castaña, sentada en el sofá, mirando con una sonrisa a alguien. Mariano siguió la mirada de ella y vio a un bebé tumbado en la alfombra del salón jugando con un juguete.Sonrió al ver al pequeño, era idéntico a su hermano pequeño. Carlotta al verle, se emocionó. Se levantó del so
Mariano devoró la boca de Carina, atrayendo su cuerpo hacia él. La cogió de los muslos y subió a su cintura, Carina enredó sus piernas y Mariano con ella encima caminó hacia las escaleras, con cuidado subía pero sin apartar sus labios de la boca de ella.Carina se sentía bien, besaba a su esposo como lo había soñado todo este mes. Aunque él no la recordará, ella iba a enamorarlo como lo hizo la primera vez. Cuando llegaron a la habitación, Mariano la tumbó en la cama, y sonrió con coquetería, se puso encima de ella devorando su cuello. Los gemidos de Carina se hicieron presentes, sentir así a Mariano era una de las cosas que ella le gustaba. Mariano se estaba dejando llevar por la lujuria y la pasión, donde solo existía él y ella.Mariano pasaba su mano por las piernas de ella, provocando que a Carina se le erizara la piel, sus toques dulces, pasando las yemas de sus dedos por las suaves piernas de ella.—Te deseo, cariño. Más de lo que te imaginas, deberías ser una mujer prohibida.
La noche había llegado y Mariano se había arreglado con un traje, color vino y camisa blanca, tenía la camisa media abrochada, se había puesto demasiado varonil.Carina tenía miedo, ella sabía que iban a salir de fiesta y eso le aterraba, aunque el corazón de Mariano la recordara, su cerebro no lo hacía. Pero el miedo que se penetraba por sus venas no podía negarlo. Sabía que Giovanni iba a ir y tal vez él podía evitar que Mariano la fuera infiel.Mariano bajó las escaleras y sus amigos y hermano estaban ahí arreglados como iba él, se acercó a ellos y Carina le miró de arriba abajo. «Eres hermoso.» pensó ella.Mariano la miró y no pudo evitar esa sensación de pena y amargura, sabía que ella se ponía mal al verle tan distante, pero él no quería ilusionarla.Giovanni se acercó a su cuñada y se acercó a su oído.—No dejaré que te sea infiel. —la susurró en el oído, ella se apartó, le sonrió y le abrazó.Los chicos salieron de la mansión para ir al club de Orlando, Giovanni no iba a dej
A la mañana siguiente, Mariano se arregló y se puso pantalón blanco algo ajustado y polo rosa. salió de la habitación y antes de llegar a las escaleras, escuchó a su cuñada hablar con su sobrino. Caminó hasta la habitación de ella y se apoyó en la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa en los sabios. De pronto se le vino cosas a la cabeza. «Si estoy casado ¿Por qué no tuve hijos? ¿Ella era estéril? ¿Cuándo tiempo llevo casado?» pensó múltiples de cosas, pero no tenía respuestas para ninguna de ellas.Carlotta le vio y se puso sería al verle tan serio, se preocupó y se acercó a él.—¿Estás bien? — preguntó preocupada, posando su mano en su hombro.—Si, ¿Cómo ha amanecido el campeón?— caminó hasta su sobrino.—Bien, pero anoche Giovanni se dio cuenta que salí de la habitación contigo y me reclamo. — dijo ella y Mariano, se sintió culpable. —Mariano yo te voy ayudar aún sabiendo que le estoy ocultando cosas, cuando prometimos no hacerlo.—Carlotta, si te vas a meter en problemas c
Mariano había llegado a Sicilia, a las dos y media de la mañana. Estaba entrando por la puerta de la mansión y todo estaba en silencio, no se escuchaba ni una mosca. Mariano con pasos decididos subió las escaleras y entró a la habitación que Carina ocupaba. Ella estaba dormida de lado, Mariano la miraba con admiración, ya sabía que era su esposa y se sentía mal por no recordarla. Caminó hasta ella y se puso a su altura, la acarició la mejilla y ella al sentir su tacto, abrió sus ojos. Conectando con los ojos marrones de él. Carina parpadeó varias veces, sin creer que él estuviera ahí frente a ella mirándola, una mirada llena de preguntas. Tampoco entendía que él estuviera ahí, después de lo que la dijo.—¿Estás bien? — preguntó ella incorporándose.—Si, quiero hablar contigo. — dijo serio.—¿Sabes qué horas son? — él asintió.—Si, tengo un reloj en el coche, otro en la muñeca, otros en la gran parte de casa y el que tienes en la mesita de noche. —habló mientras caminaba hasta el sofá
Mariano se había levantado de la siesta, cuando abrió sus ojos lo primero que vio, fue a Carina dormida frente a él, dormía como un ángel y a él le dio ternura, aunque no recordarla fuera un infierno.La dio un beso en la mejilla y se levantó con cuidado, se metió en el baño, encendió la llave de la ducha. Su cuerpo se relajaba poco a poco al sentir el calor, el vapor, del agua caliente, empañaba el baño, había tanto vapor, que no se había casi nada.Después de decirla tantas veces que una mujer prohibida y resultó ser su esposa, esa mujer que lloraba por su ausencia, que lloraba por abrazarle, que lloraba por dormir con él. Esa mujer que le demostró durante seis años que él era el hombre de su vida, ella jamás fue capaz de traicionarlo, al revés, ella traicionó a otros por él.Salió de la ducha con una toalla enredada en su cintura, con su torso desnudo salió del baño, Carina seguía dormida como una marmota. Mariano sonrió y fue hasta su clóset y escogió un traje verde de tres pieza
Carina se había quedado incrédula, el como la había llamado jamás se lo había esperado, no al menos por ahora. Así la llamaba cuando empezaron a salir, donde la puso como apodo "rubí" por su elegancia, delicadeza y hermosa piedra. Decían que el rubí era el diamante más costoso y elegante del mundo, que era una piedra difícil de conseguir ya que mucho no podían pagarla. Así veía al principio a Carina, un diamante difícil de conseguir.Mariano seguía observándola sin quitar esa sonrisa brillante que deslumbraba a Carina.—¿Te has acordado? — preguntó, ella con un hilo en su voz, Mariano caminó hasta ella y acarició su mejilla.—Hace unos días, por fin pude ver a la mujer con quién me casé y recordé cuando te llame asi, te dije: "por fin eres mía, ya eres mi esposa, mi rubí" — ella dejó caer las lágrimas.Ella llevo a sus manos a su boca de la emoción, lo abrazó llena de felicidad. Poco a poco Mariano tenía pequeños recuerdos de ellos y eso era un avance. Carina lo llenó de besos, Marian