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La era de Zenthan
La era de Zenthan
Por: orell_o
La nueva era de Ulbarín

Vieski se preguntó detrás de los barrotes láser si escaparía del juicio que le aguardaba en su planeta delante de la reina Kabria II. Observó la angustia de Longon, compañero habitante de Ulbarín que se unió a la rebelión. Llevaban veinte minutos en las celdas, el capitán debía arribar a Ulbarín para comenzar el juicio de los rebeldes. Vieski pensó en todos sus camaradas muertos, muchos eran amigos de la infancia que se arriesgaron con la esperanza de derrocar a la reina de Ulbarín. La reina surgió luego que su padre muriera, y como única heredera al trono, ascendió y los consejeros le advirtieron de la región este de Ulbarín, donde hacía décadas se escuchaba el rumor de un sujeto capaz de abrir portales hacia otros lugares del espacio. De ahí provenía Vieski y sus amigos. Creció como todo mundo en Ulbarín, en la miseria y la humillación por parte del rey y sus obedientes soldados que los vigilaban a toda hora.

            Cuando Longon descubrió su habilidad ancestral de abrir portales intergalácticos, Vieski reunió a todos los rebeldes para ir a la luna séptima, bastión de la defensa de Ulbarín. Se reunieron todos los hombres de su zona, y con armas en mano se adentraron al portal. Vieski fue el primero, un grupo que lo cubría caminaron los diez metros hasta la entrada del fuerte en la luna séptima. Luego, aparecieron mil insurgentes que comenzaron el ataque a la Central de defensa intergaláctica. Mientras se enfrentaban a los soldados que cuidaban las torres de híper cañones, la armada de Ulbarín apareció de inmediato con sus naves arrasando a los rebeldes con sus cañones. Para detener la masacre, Vieski disparó una luz blanca en señal de rendición, sin embargo, luego de ser capturado, los soldados de la armada ejecutaron a todos los prisioneros a excepción de Longon, porque lo identificaron como el especialista en portales.

             Longon permanecía callado, actuaba como siempre, era un tipo sereno, a pesar de eso, estaba decidió a sufrir hasta las últimas consecuencias en nombre de la causa por muchas razones. Longon vio morir a su madre a manos de un guardia que le dio latigazos hasta matarla. A su padre, quien trató de huir de la minera también fue acribillado por los guardias. Por último su hermano, quien también heredó de su bisabuelo la capacidad de abrir portales desapareció de las minerías, Longon supuso que abrió un portal para escapar, la última vez que vio a su hermano fue cuando le dijo que él podía abrir portales.

            Vieski le dijo a Longon que intentara abrir un portal para escapar de la celda, pero era incapaz de hacerlo porque necesitaba un espacio de siete metros de altura y seis de ancho en campo abierto, además debía recuperarse por al menos doce horas para abrir otro portal. El insurgente consideró que todo estaba perdido, segundos después apareció el capitán para decirles que dentro de unos minutos sería el juicio, y les advirtió que pagarían por sus fechorías.

            El guardia de celda entró y les puso las cadenas a ambos, los hizo caminar y bajar de la nave estacionada en el hangar. Varios soldados junto al capitán escoltaron a los prisioneros hasta la sala de juicio. Vieski sonreía como un maniático, la adrenalina llegó a sus venas y su corazón latía a toda velocidad.

            Cuando entraron a la sala de juicio donde miles de ciudadanos de Ulbarín tomaron asiento mientras abucheaban a los insurgentes. La reina todavía no había llegado, sin embargo, comenzaron los preparativos. El asistente de juicio aclaró su garganta y anunció que según el Libro de Procesos Intergalácticos podía dar inicio al proceso sin necesidad de su majestad. Habló por el micrófono para avisarles a los detenidos que no tendrían acceso a defensa debido a la naturaleza de sus delitos de acuerdo al artículo 38, párrafo quinto. Vieski nunca antes había estado en la capital de Ulbarín, mucho menos en un juicio. Y, ahora que conocía su infortunio, deseaba no haber comenzado la rebelión. Longon estaba rígido, con la mirada y la frente en alto. Pensaba que luchar contra el reino despiadado de la reina había sido lo mejor, y que su sacrificio sería un ejemplo para los demás.

            El asistente de la reina le cedió la palabra al capitán de la armada: «señores del reino de Ulbarín, debido a las circunstancias que todos ya conocemos, un grupo de terroristas en un fallido intento de desestabilizar el gobierno de nuestra reina, se logró capturar al supuesto líder, la armada cumplió con sus deberes de captura y limpieza en la luna séptima. No hubo sobrevivientes, más que el insurgente que se hace llamar Vieski y su compañero Longon. Es todo lo que tengo que decir». El capitán se retiró y tomó asiento. El asistente habló: «tal como escucharon, los terroristas cometieron graves delitos, y gracias a la armada y el capitán fueron capturados». El secretario interrumpió al asistente. Y volvió a hablar: «hermanos y hermanas de Ulbarín, la excelentísima reina hace presencia ante este juicio, todos de pie».

            Los ciudadanos se pusieron de pie y la reina tomó asiento. El asistente le informó de todo lo sucedido y expuesto minutos antes. La reina tomó la palabra «queridos habitantes, como sabrán, la guerra contra Lux ha terminado, los derrotamos y nuestro reino avanza. No entiendo cómo unos hijos de Ulbarín pueden atentar después de recibir los mejores beneficios de este buen gobierno. Aunque la ley señala que antes los delitos de terrorismo no poseen el derecho de defensa, les voy a permitir hablar como muestra de mi bondad, así que uno de ellos puede tomar la palabra».

            Longon le dijo a Vieski que hablara, se acercó al micrófono y habló: «habitantes de Ulbarín, mi nombres es Vieski, de la región este, sector cuatro. Durante décadas he visto morir a miles de obreros, incluso a niños, debido a la codicia de algunos. Las minas son peligrosas, a cada momento estallan, y decenas de trabajadores mueren sepultados. En nuestra región se utiliza el agua para humedecer las zonas de excavaciones, sin embargo, nuestro pueblo necesita del vital líquido para sobrevivir…». La reina interrumpió: «basta, ya basta, que insolencia, todo eso es mentira, llévenlo a prisión y luego vemos que podemos hacer con estos dos sujetos». Los guardias se llevaron a los prisioneros a celdas de máxima seguridad. Mientras tanto, la reina se levantó enfurecida y los Ulbarinianos presentes se estremecieron. Nunca antes habían escuchado que alguien le hablara así a la reina.

            Vieski observó en las celdas de máxima seguridad a varios sujetos tanto de Ulbarín como de otros planetas. Longon se sentó en la cama viendo al vacío, mientras tanto Vieski reconoció al hermano de un amigo: Blastim. De inmediato se saludaron. Blastim le contó que mató a un guardia cuando observó que le daba latigazos a un hombre de huesos flacos que ya no podía ponerse en pie. Como Blastim era un sujeto de dos metros y gran musculatura el guardia no tuvo oportunidad cuando lo aplastó con sus cuatro enormes manos de esclavo. Agregó que los otros guardias intentaron someterlo, pero fue inútil, también los ahorcó y desnucó. La armada tuvo que aparecer con sus fuerzas especiales para detener a Blastim amenazándolo con un cañón de alta potencia. Longon escuchó la conversación con desdén, sabía que Blastim mentía porque él estuvo en ese momento preciso.

            En realidad, Blastim si aplastó al guardia, pero al llegar los demás se rindió de inmediato. Rohochov, otro sujeto de baja estatura de una región lejana de Ulbarín dijo que también había matado a un guardia y esperaba su sentencia de muerte que sería dentro de unos días según le había informado los guardias. Les dijo a los nuevos reclusos que rechazaran la comida porque los guardias le ponían larvas que causaban diarrea y metían sus manos para enfermar a los condenados. Vieski intentó hablar sobre su intento de acabar con la reina, y todos los detenidos se rieron hasta llorar.

            Blastim le dijo que eso era imposible, en primer lugar porque la armada era de cinco millones de guardias, y cuidaban el perímetro día y noche. Vieski les comentó sobre el arma secreta: Longon. En seguida Longon dijo que estaba preparando el ataque que los liberaría  a todos de la opresión de la reina. Vieski no sabía de ese plan, sin embargo, le siguió la corriente a Longon, y agregó que muchos soldados de su región estaban dispuestos a dar su vida por la causa. Blastim preguntó cómo llegarían los supuestos soldados, Longon intervino y abrió un pequeño portal en su mano donde se podía observar los miles de insurgentes preparándose para la guerra. Vieski se dio cuenta que Longon decía la verdad, había enviado un mensaje a través de un portal que se abrió en la casa comunal de los insurgentes.

            A medianoche se aparecieron los guardias para sacar a Blastim y Rohochov a interrogación. Después de torturarlos con látigos y golpes, les preguntaron por los planes de los insurgentes. Blastim dijo que primero muerto antes de traicionar la causa. De inmediato uno de los guardias le disparó una descarga eléctrica que le quemó el cerebro. Los guardias se dirigieron a Rohochov, quien dijo que Longon tenía el poder para abrir portales. Sin embargo, eso no fue suficiente para los guardias, y le prometieron la libertad si decía los planes de los insurgentes. La libertad era volver a la misma miseria de siempre, no tenía un gran significado, Rohochov quería ser libre, pensó que tal vez la mejor forma de serlo era luchar por una causa. De tal manera que rechazó la propuesta de los guardias y también recibió una descarga eléctrica que lo mató al instante.

            Vieski tenía un sueño terrible, se veía en una nave volando a otro planeta lejos de Ulbarín, pero los guardias imperiales los interceptaban disparándole con un gran cañón desde la séptima luna. Se despertó sofocado y se dio cuenta que Blastim y Rohochov no estaban en la celda. De inmediato despertó a Longon, y le preguntó si había recibido alguna respuesta de la comuna insurgente. Longon volvió a abrir un pequeño portal en la palma de su mano y observó a los insurgentes: cientos de soldados preparándose para el ataque. Vieski estaba sorprendió y pensó que pronto obtendría la victoria. Longon se dio cuenta que hacían falta los otros condenados, le dijo a Vieski que debieron ser torturados para sacarles información, pero aunque lo hicieran el plan mayor no se detendría porque el día que volvieran al estrado frente a la reina abriría un portal más grande para que los insurgentes entraran al ataque.

            A la mañana siguiente aparecieron los guardias con las cabezas cortadas de Blastim y Rohochov y las lanzaron a las celdas donde estaban los dos insurgentes. Vieski se enfureció y guardó las cabezas debajo de la cama. Más tarde aparecieron dos guardias imperiales con el secretario de la reina: «Vieski y Longon, se les solicita presentarse ante la corte de su majestad para recibir sentencia». Los guardias de celda entraron y les colocaron las esposas en los pies. Los insurgentes caminaron hasta llegar al estrado donde otra vez miles de ciudadanos de Ulbarín los abuchearon y les lanzaban cáscaras de frutas. El secretario subió al escritorio imperial y se pronunció: «habitantes de Ulbarín, con el permiso de su majestad, presento a dos malos hijos de Ulbarín, Vieski y Longon, quienes hace días perturbaron nuestra paz con actos terroristas, debido a eso, la reina dará su veredicto». Los Ulbarinianos elevaron sus voces y gritaban de euforia. Minutos después el secretario se acercó al micrófono: «Silencio, guarden silencio que su majestad está aquí».

            La reina tomó asiento, elevó su voz y dictó sentencia: «para que los malos hijos de Ulbarín aprendan la lección decidí condenarlos a pena de muerte, sin embargo, tienen la oportunidad de dar sus últimas palabras». Longon elevó su voz: «esto es por mis padres y los miles de habitantes que han muerto en la mina». Longon alzó sus manos para abrir el portal, un viento del este salió del portal y pronto los disparos de cientos de Ulbarinianos atravesaron el portal. La guardia imperial cerró las puertas mientras los ciudadanos quedaron encerrados y sufrieron la ira de los insurgentes. El secretario de la reina fue el primero en recibir un rayo láser que le penetró el abdomen, cayó rendido ante la vestidura de la reina quien le propinó una patada. Varios guardias imperiales cubrían a la reina, no había forma de escapar, en cada momento cientos de rebeldes cruzaban el portal, sin embargo, Longon recibió un disparo en el pecho y se desvaneció. Vieski se tiró de rodillas a sostenerlo, pero era demasiado tarde, Longon apenas pudo suspirar y ver a los ojos de Vieski mientras escuchaba los disparos en todo el salón de juicio. Uno de los insurgentes cortó las esposas de las manos de Vieski y le dio un arma.

            El capitán de la guardia imperial alzó su voz amenazando con destruir todo el salón de juicio si no se rendían aun con la reina adentro. Eso hizo enojar a la reina, y como vio que no había opción, se comunicó con el capitán y le dijo que abriera fuego. El portal se había cerrado, sin embargo, mil insurgentes habían logrado traspasar al otro lado para atacar el salón de juicio, ahora se veían amenazados con los cañones de las naves. Vieski pensó que la muerte de Longon no debía ser en vano, y que pronto moriría, al igual que la reina. De inmediato se le ocurrió el plan de abrir fuego contra las paredes del salón para huir, y eso hicieron todos los insurgentes. Derrumbaron una pared y corrieron antes que el capitán disparara con los cañones. La reina murió junto con varios guardias imperiales, y los insurgentes corrían por sus vidas esquivando los disparos de las naves.

            Llegaron al hangar y se enfrentaron a varios soldados, pero solo había algunos, lo que facilitó dominarlos en segundos. Vieski y los insurgentes abordaron varias naves y salieron del hangar para atacar la nave principal donde se encontraba el capitán. Vieski vio que un portal se abrió en el cielo y cientos de naves lo atravesaron para derribar la nave del capitán. Los insurgentes de Vieski aterrizaron las naves en los edificios, y esperaron que los que habían atacado fueran sus aliados.

            Cuando terminaron de derribar la última nave de la armada, también aterrizaron, y un sujeto con bastante parecido a Longon se acercó para decirle que era hermano de su amigo y, sabía del plan desde un principio. Vieski le dijo que Longon murió mientras los demás insurgentes atravesaban el portal. Shahar se presentó y dijo que los habitantes de Ulbarín merecían un mejor gobierno, y ahora que la reina recibió su merecido y el capitán sin tropas, podían crear un mejor mundo en nombre de todos los caídos. De inmediato, se instauró un nuevo gobierno elegido por todos los habitantes de todas las regiones de Ulbarín. Y, así fue como Shahar fue el primer gobernante que lideró la nueva era de Ulbarín.

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