Jannick miró a Nathan, Nathan miró a Zinov, Zinov miró a Liam y Liam miró a Luca. Estaban en una situación que daba hasta pena.
Ni Nathan ni Zinov querían estar en el mismo lugar que el otro.
— No tengo nada en contra de él, pero dile que se vaya —el alfa señaló al delta, quien lo miró incrédulo—. Él no me agrada.
— ¿Tú crees que tú a mí me agradas? —cruzó los brazos en su pecho—. Que no se te olvide que estás en mi territorios y que eres un ser a la izquierda.
— Esto no es tuyo —Jannick se metió en la conversación —. Es mío y tú te vas en unos días a no sé donde con todo y tus hijos.
Nathan Anderson alfa de los alfas. Es el único alfa al que todos le temen por su mal carácter y también por que consigue lo que quiere donde y cuando lo desee.Pero no todo se consigue a las buenas, hay alguien que no pudo tener cuando ésta apenas tenía dieciocho años, pero ahora que tiene veinte, hará todo lo posible por tenerla en sus manos sin importar nada.Booke Taylor veinte años de edad, es una omega sumamente amable sólo con las personas que se merecen su amabilidad. Ella se preocupa mucho por sus hermanas ellas son su mundo aunque ellas sean muy pequeñas y no sepan lo que sucede a su alrededor.Cuando tenía dieciocho años conoció al alfa de los alfas, pero prácticamente salió corriendo a los brazos de su madre, al ver como ese hombre la miraba sin importar que sus padres estuvieran allí presentes.Pero después de dos a&ntil
Son libros independientes. Puedes leerlos en orden o no. Ya es tu decisión. Las historias están todas terminadas.Aquí pueden encontrar algunas escenas algo fuertes, pero no tanto jajaja. Esta serie fue realizada con amor para todos los lectores.Habrá mucho amor, verán que les gustará cada historia de principio a fin que valdrá la pena.Historias completas.Espero que les gusten los libros.Libro 1: La elegida del alfa.Nathan Anderson.Booke Taylor.<
Booke salió del instituto temprano. Era su último día de clases y estaba feliz por eso; no volvería debido a que era muy inteligente y, además, por muy ser aplicada le saltaron algunos cursos. Al salir temprano aprovechó para caminar, pero se sentía incómoda al ver cómo los hombres la miraban sin ningún disimulo. Sus hermanas estaban en casa con su padre y eso la hacía sentirse un poco mejor, aunque no tanto, su padre no era de fiar. Llegó al bosque y se fue a lo más profundo de este sin mirar atrás. Siguió caminando sola con un rumbo fijo en su cabeza hasta que vio al final del sendero un gran y hermoso lago. Dejó su mochila en el piso, se acostó en el verde y esponjoso pasto, para l
—Papá, no me hagas esto, te juro que me portaré bien... Llegaré temprano a la casa, trabajaré, haré lo que sea, pero eso no —suplicó arrodillada frente a él y con las lágrimas saliendo de sus ojos. —Ya no me interesa nada de ti. —No le importaba el dinero que su hija podría darle—. A ese hombre le debo mucho dinero, así que te intercambié para salvar mi pellejo y el de tus hermanas. —Sus ojos no mostraban arrepentimiento, al igual que sus palabras—. Párate del piso en este instante y camina —ordenó, levantándola del piso con brusquedad. Ella gimió de dolor por como su padre la arrastraba por todo el pasillo del segundo piso hasta llegar a las escaleras que estaban casi derrumbándose. Llegaron a la sala y éste tiró a la omega hacia los pies del alfa, quien observaba la situació
Booke sacó la cabeza de entre las sábanas, seguido de eso miró la habitación por si Nathan estaba cerca, no quería encontrarse con él, no después de lo que ocurrió la noche anterior mientras salía del baño. Como si una simple almohada fuera a salvarla, la puso en medio de ambos en un momento dado de la noche cuando lo sintió cerca de su cuerpo. Se tapó nuevamente cuando escuchó que la puerta del baño la abrieron y el aroma del alfa llegó a sus fosas nasales. Se quedó quieta en lo que su audición buscaba sonidos extraños en la habitación, pero no escuchó nada, por lo que terminó de quitarse la sábana del rostro, llevándose la sorpresa de verlo muy cerca de su rostro. —No eres muy buena haciéndote la dormida, novia mía. ¿Qué tal dormiste en nuestra cama con tu futuro esposo? —te
Booke estaba nerviosa, no creyó en realidad que ese alfa vería sus marcas en el brazo o que se preocupara por ella por algo tan pequeño como eso. No culpaba al pobre guardia por su falta de tacto, solo hacía su trabajo. —Respóndeme. —Hizo que la omega se sentará en el sofá—. Estas marcas no se hicieron por la obra y gracia de Dios. —Ya te dije que no fue nada. —Pasó saliva en seco—. Me estás lastimando —gimió adolorida, colocando su mano encima de la de Nathan—. ¡Suéltame! —No hasta que me digas quién te puso la mano encima sin mi permiso, muñeca. —Estaba realmente furioso—. Ya que no me quieres decir, vete a la habitación y solo saldrás cuando yo te diga que lo hagas. —No tienes por qué co
Solo un día, solo faltaba eso para ser la esposa de ese alfa. El anillo que lucía su dedo era precioso y algo sencillo, pero bastante caro. Verlo adornando su dedo era una de las tantas maravillas que podía apreciar mientras seguía viviendo en esa casa que parecía un loquero. Por más que quiso decirle a Nathan que no quería casarse, sacó el tema de sus hermanas y todo valió verga, por así decirlo. El vestido era tal y como el que tenía en mente: largo, esponjoso y lleno de pequeños diamantes en los bordes. Todo indicaba que Nathan se tomó el tiempo de estar haciéndole el favor de ver las cosas que quedaban en su casa como recuerdo. Nicole se volvió una muy buena amiga, le llevaba comida o le decía cosas buenas de su compromiso con muy buena fe. No se dio cuenta cuándo llegaron a una casa en la playa, hasta que el carro se detuvo. Bajó del auto sin esperar a Nathan, quien le indicó a Liam que se fuera y que lo llamara para cualquier cosa que él necesitara. El alfa tomó la mano de Booke para que caminara junto con él hacia la casa. Ella observó que la vivienda estaba muy apartada de la civilización, ya que estaba en medio de la nada. Entraron y ella se soltó de la mano de él. —Nuestra habitación es la que está a la derecha —comunicó apuntando hacia el pasillo. Fue hacia donde Nathan le había indicado sin decir una sola palabra. Se quitó la ropa y se tiró en la cama boca abajo y cerró los ojos, hasta que escuchó la puerta abrirse. —QCapítulo 6