¿Cuándo nacen los sentimientos?, ¿Cómo se apoderan de todo? Se llevan los recuerdos de nuestros corazones y solo nos hacen querer estar con su dueño. Era increíble la tranquilidad que le brindaba con solo tenerla cerca.Pero besar sus labios era el elixir que combatía el dolor y se declaraba victorioso.—Creo que estás confundido.—¿Por qué lo estaría?—Quizás después de tanto tiempo solo, mi compañía lo hace pensar erradamente. ¡Mírame!—Lo estoy haciendo —respondió sin apartar la mirada de la joven.—Yo no soy nadie y no puedo brindarle nada. Tampoco sería justo que jugaras con mis sentimientos cuando lo único que intento es hacerle compañía. En este juego podemos perder la cercanía. ¿Estás consciente de eso?—Eres alguien con mucho valor y este valor no lo puede comprar el dinero. Cuándo conocí tu historia, justo en ese momento caí postrado ante tu fortaleza y solo me quiero refugiar en ella.—Acepto tu compañía y te brindo mi cercanía, pero, ¿y los besos?—Eres hermosa y tus labio
La noche fue tan larga y agotadora que parecía no querer terminar. Sentado en el mueble en su fría y solitaria habitación, Gabriel observó cómo se ocultaba la noche y se encendía el día. Le parecía mentira que, en un abrir y cerrar de ojos, la vida feliz, tranquila y sonriente que solía tener, se había convertido en tristezas, lágrimas, amargura y enojo.Una ducha de agua fría y sin nada de ánimo en su cuerpo se vistió para irse a la empresa. No tenía pensado regresar, pues mientras esa mujer permanecía bajo su mismo techo, la tranquilidad desaparecía.«Tock, Tock, Tock».—¿Quién?—Tu madre. He venido a darte los buenos días.Después de un largo suspiro, se dirigió a la puerta y recibió a su madre. —Buenos días, madre, ¿cómo te encuentras el día de hoy?—La noche ha sido un poco pesada, ya que no he dormido bien.—Le voy a ordenar a Sara que te prepare una bebida caliente, debes mantenerte tranquila. Recuerda el tema de tu presión arterial.—¿Cómo voy a estar tranquila si no tomas en
—¿Avisaron a la policía? —De inmediato, Gabriel preguntó con deseos de someterlo por atreverse a tocar a una mujer.—Sí. La policía, unas cuadras más adelante, espera por él.—Bien. Ese hombre no me inspira confianza.—Hace unos días lo observó y en su rostro solo encuentro maldad, señor. Qué bueno que llegamos en el momento oportuno y no le dimos tiempo a hacerle daño a la señorita Laura.—No entiendo por qué estaba tan expuesta sola y aquí afuera.En ese momento Marcos (el chofer de Gabriel). Observó que habían llegado las provisiones solicitadas en la mañana.—Imagino que había salido a recibir el pedido para ayudar a la señora Sara. Ella es muy buena. —terminó con una sonrisa.A Gabriel le llamó la atención el rostro de bobo que había puesto su chofer al dirigirse hacia Laura y aunque era la primera vez que lo veía, no le gustó para nada.—Encárgate de recibir las provisiones para que ella no vuelva a salir y quiero más escoltas en este lugar de la casa.—Sí, señor.Al entrar a la
No había desaparecido su hombría, pues en cuanto esa toalla cayó al piso, sus ojos se clavaron en la mujer perfecta que estaba frente a él. Se le hizo imposible dejar de mirarla y, aunque peleó para quedarse lejos de ella, su cuerpo lo acercó como un imán. —¡Eres perfecta! —Por favor, no me veas. —Cubrió su rostro estando totalmente ruborizada. —Perdóname, pero no puedo dejar de hacerlo. —Entonces no mientas diciendo que soy perfecta cuando claramente no es así y es todo lo contrario. Las palabras no fluían en ese momento y sus ojos no podían dejar de explotar su hermoso cuerpo. Ella permanecía de pie con su rostro ruborizado y los latidos de su corazón descontrolado, mientras él la observaba cada rincón de su cuerpo, olvidando las reglas. —No miento, eres hermosa, Laura. ¿Puedo tocarte? —No, por favor, vete, esto no es correcto. Él quitó las manos de su rostro y con su dedo pulgar acarició sus delicados labios mientras la miraba fijamente a los ojos, haciendo que todo su ser
Gabriel entró a su habitación y su madre lo acompañó en todo momento. Esa noche le habló de cómo se sentía y los pasos agigantados que había dado después de aquella noche fatídica. Le habló sobre el cuaderno, los consejos que Laura cada día le brindaba y lo mucho que lo habían ayudado.—Siempre te he repetido que necesitas la compañía de una mujer y con Laura solo te estás refugiando y sabes que eso no está bien, hijo.—¿Por qué no está bien?—Porque es una empleada y no está a la altura del hombre poderoso que eres. No entiendo por qué haces siquiera esa pregunta.—Laura es una mujer igual a las del resto del mundo. Las posiciones, el dinero y lo demás solo son una decoración en la vida de las personas… Ella tiene algo más valioso que el dinero y es la tranquilidad que me transmite con solo su compañía.—¿Qué me estás diciendo con esto? ¿Te sientes atraído por esa muchacha?—Habían pasado muchos años antes de que esto sucediera, antes de que mis ojos volvieran a mirar a una mujer.—¡
«Una advertencia»Un hermoso amanecer trajo con él un nuevo día y Laura tenía muchas expectativas, pues lo que había ocurrido entre ella y su jefe la noche anterior la hizo llenarse de nuevas emociones, así que decidió lucir algo diferente y vistió uno de los vestidos que le había regalado Gabriel y maquilló un poco su rostro.No era algo que acostumbraba a hacer, pero ese día se sentía diferente y lo quería demostrar con su forma de vestir.«Ring, Ring, Ring»—Hello.—Hija. Tengo un montón de llamadas perdidas. En cuanto las vi, me enloquecí y te llamé de inmediato.—Esta tarde estaré de regreso y no solo eso, llevo conmigo el dinero del tratamiento que necesita mi padre.—¡No lo puedo creer! ¿Cómo lo has conseguido? ¿Le has contado todo a ese hombre poderoso?—Para eso realicé todas las llamadas, pues su madre viajará conmigo y necesito que vayas con la doctora y firme el contrato de confidencialidad, ya que nadie puede saber el verdadero diagnóstico de mi padre.—¡Espera, espera! ¿
«Un golpe de realidad»El día transcurrió y la alegría con la que había despertado Laura se esfumó en un momento, pues sentía vergüenza. No pensó que alguien la iba a poner en su lugar a temprana hora de la mañana y la haría aterrizar en su triste realidad.—¡Hija! ¿Por qué tanto silencio? —se acercó Sara y ella se espantó, ya que no se esperaba que la tocaran.—Solo quedé atrapada en un pensamiento. ¿Cómo estás?—Imagino que se trata de un pensamiento triste, pues es lo que puedo apreciar en tu rostro. —Tomó asiento a su lado y colocó la mano sobre su hombro.—Se puede nombrar de muchas maneras, pero la he nombrado un golpe de realidad.Sin que Sara le siguiera preguntando, ella misma decidió decirle lo que Sabrina hizo a temprana hora de la mañana y cómo se sentía en ese momento.—Es normal que se comporte de esta manera, pues ve en ti un potencial enemigo, alguien capaz de atraer la mirada del hombre que ella desea atrapar entre sus guerras.—Ella tiene mucha ventaja sobre mí y ni
—¿Cómo se siente la niña, Laura? —Las visitó Sara, y como siempre se mantuvo al pendiente—He controlado la temperatura y me he comunicado con su pediatra. Él indicó los medicamentos que debía suministrarle y me repitió que, de seguir con las fiebres elevadas a temprana hora de la mañana, la llevaría a su consultorio.Sara se acercó a la cuna de la pequeña y al tocar su frente, la fiebre había desaparecido por completo.—Eres un ángel, hija, has llegado a esta casa para cuidar de Gema y hacer que su vida sea más tranquila.—Ella es más fuerte de lo que se puede apreciar a simple vista, Sara. En muchas ocasiones me ha sorprendido, pues es tan pequeña y lucha con tantas fuerzas que es admirable.Ellas seguían reunidas en la habitación cuando la puerta se abrió y ambas dirigieron su mirada y se encontraron con Gabriel. Él había regresado con hipo y, en cuanto Sara lo observó, pudo darse cuenta de que había estado tomando, pues cada vez que ingería alcohol, el hipo llegaba a su vida.—En