La reina del capo esta herida... lo amé y ustedes??
El jefeLos planes hay que pensarlos bien para ejecutarlos a la perfección, mis planes tienen muchos años pensados y en marcha, cada parámetro y controversia esta decidida, sé cada cosa que debe hacerse, de igual manera sé cómo va a reaccionar Gio es tan predecible, como su padre. Con lo que no contaba era con esa muchacha que apareció y a buena hora lo hizo para cautivar al Capo de capos. Me reí sólo de pensarlo.Solo tengo que ajustar un par de cosas para que el rey caiga.Y a Rey muerto, rey puesto.—Jefe, llegó su... Masajista —me interrumpe Bobby mis pensamientos entrando a mi oficina.—Gracias, Bobby —me levanté con dificultad y me fui al lugar donde siempre me hacían mi masaje.—Buenas tardes, señor —la mujer asiática inclinó la cabeza en señal de respeto.Me quité la bata en cuanto mi empleado me dejó sólo con ella, la detalle a fondo, ojos rasgados y oscuros, cabello lacio agarrado en lo alto de su cabeza, sus grandes senos apenas contenido en el uniforme que tenía puesto, er
GIO—Me pagaron por sacar de aquí a la mujer sin decir nada, tengo algunas deudas de juego y no pude negarme— Explicó el hombre apenado.—La mujer de Gio Santori, vale tus deudas de juego ¿es eso así? —llegué a la conclusión en voz alta, toqué con dos dedos mi boca en un gesto pensante.—No señor Santori, escuché— empezó a berrear como un bebé.—Tus excusas son tan pobres y patéticas que me das tristeza—. Estaba enojado, mis venas hervían y pedían sangre, pero en el exterior estaba frío y tranquilo—. Vamos hacer algo, para perdonar la vida de tus hijos y esposa vas a traspasarme el local, me gusta mucho y comía aquí de niño— le expliqué con una voz que no quedaba lugar a dudas mi pedido.Cuando logré que el dueño hablará no sabía si felicitarlo por ser tan idiota o matarlo. Es un idiota sin piensa que Gio Santori olvida algo y lo dejará irse como si nada, Martha es la única persona que contiene la poca humanidad que me queda, sin ella no tengo nada, no dejaré vivir el mundo si ella no
GIOEl camino al hospital se sintió lento, aunque solo tardamos unos quince minutos en llegar, no tuve la capacidad para manejar y por eso Ricci tomó el volante, le dije que se saltara todos los semáforos en rojo de ser posible, pero que no parará o lo mataría.Al llegar salieron rápidamente a atenderla y se la llevaron dejándome sólo en emergencias, unas horas después entraba Filippo despeinado, en zapatillas de deporte, y ropa de dormir, junto a él estaba la Nonna que también tenía ropa de dormir, pero se veía arreglada en comparación de Filippo, yo seguía sentado en el mismo lugar sin moverme, él se acercó a mí y sin decir nada se sentó a mi lado, mi Nonna acarició mi hombro y también se sentó, los minutos eran mi peor enemigo justo ahora y que Filippo no dijera nada era lo mejor, quería seguir manteniéndome entero, pero era muy difícil cuando me echaba la culpa de lo sucedido. Debí ir con una legión de hombres que me respaldarán, pero fui un ególatra que pensó que Amos no me segui
MarthaDescubrí en este poco tiempo que estar en la inconsciencia era mejor, las pocas veces que despertaba el dolor en mi estómago era un poco insoportable, me sentía tan cansada que apenas unos minutos después volvía a dormir, para mi tercer día postrada en cama abrí los ojos y no vi a nadie cerca, fruncí el ceño, veía algo diferente en donde me encontraba, pero no lograba dar con lo que era, carraspeo para ver si podía tragar mejor y una mano caliente tomaba la mía, giré hacia otro lado y allí estaba él.Mis músculos tensos se relajaron visiblemente y él profundizó la arruga entre sus ojos en su estado de preocupación, hoy se veía vestido con unos jeans y una camisa de botones manga larga enrollada en sus antebrazos, poder y fuerza que derrochan eran imposibles evitarlas. Nuestra particular tensión seguía palpable en el ambiente, sin embargo, era eclipsado por este ambiente antiséptico.—¿Despertaste? —se veía preocupado.Lo noté por las oscuras bolsas oscuras bajo sus ojos y el qu
GIOLuego de las palabras del médico más ganas tenía de llevarme a Martha de aquí, el doctor la veía como mujer y no como paciente y eso me enerva.—Como diga, jefe— Manuel se dio media vuelta y se fue.A mi encargo no le vio nada extraño ni pestañeo así que no me preocupa en exceso por eso ni por nada, regresé después con Martha, que en el hospital y para el mundo se llamaba Monique.Ella seguía asimilando eso y a veces no prestaba atención cuando se dirigían a ella con ese nombre y yo amablemente le recuerdo con apelativos cariñosos que el médico o la enfermera le hacen una pregunta.—¿Cuándo piensan darla de alta? —cuestionó la Nonna molesta por no imponerse por encima del cuerpo médico. La Nonna estaba cerca de la habitación de Martha por lo que nunca está descuidada.—Espero que hoy, aunque ella está igual de insistente que tú— le dije a modo de reproche cariñoso.Al parecer la Nonna pensó que era un halago.—Ya sabes lo que dicen ¿no? Los hombres siempre buscan a su figura mater
MARTHALos días pasan lentos estando en cama, todos están al pendiente de mí y no es que no me guste, es que me sofocaba en exceso, quería salir de estas cuatro paredes, no estaba acostumbrada a pasar el día sin hacer nada. Nada de nada.No estoy acostumbrada a este tipo de atenciones, así que trataba de no molestar más de la cuenta, al menos los convencí de que podía ir al baño sola y también ducharme, aunque Gio con cualquier excusa siempre me baña con mucho cuidado y deleite y de eso no me voy a quejar jamás, los cuidados del temido capo era lo favorito de mi día.Ese tipo de cosas me hacen preguntarme en donde estaría yo ahorita si Miguel no me hubiera engañado y no hubiera fingido su muerte, que hubiera sido de mí de no conocer a un hombre como Gio Santori, a una amiga como Isolda, a una mujer tan llena de sabiduría como Isabel.—¿En qué piensas, nena? —habla Gio desde el marco de la puerta.Tenía medio cuerpo recostado del marco de la puerta mientras me veía atento, vestido con
MARTHA No solo era mi recuperación lo que me tenía un poquito de mal humor, eran las ganas de tener a Gio entre mis piernas, nunca fui una mujer necesitada de sexo, si no lo tenía no le daba mucha importancia. Para que darle vuelta a algo que no se podía obtener. Si bueno, eso era en el pasado, mi presente era un poco más frenético, acelerado y aterrador me convertía en otra mujer estando cerca de Gio y eso a veces asustaba. A veces no me reconocía cuando sentía las ganas de abordarlo, solo había pasado una semana desde que me dispararon, me sentía mejor, pero Gio no se me acercaba de esa manera y no sabía si estaba usando otros medios para aliviarse, si aún me deseaba o no, después de todo era un hombre ¿no? ¿Los mafiosos son fieles? —Debes tomarte las medicinas Martha, es para el dolor— insistía Isolda. —Me dan sueño, son muy fuertes y no las quiero— rebatí enojada no con Isolda en sí, sino cansada de tantas pastillas que me dejaban aletargada. —Necesitas esto, aunque sea la mi
Martha Corrí hasta alcanzar la gaveta de mi mesita de noche sacando el arma y revisando que estuviera cargada, cuando me giré Isolda me veía con ese gesto inescrutable que no me dejaba leer lo que pensaba.—Vas a ir siempre detrás de mí y como dice Gio, dispara primero...—Pregunta después —afirme decidida, aliviada de que no quiera encerrarme, en no sé dónde.No iba a dejar a la Nonna sola, bajamos con cuidado y me sorprendía que con el tamaño y el peso de Isolda está apenas emitía un sonido, la imite lo mejor que pude, pero no me sentía tan grácil como ella.Al pie de la escaleras se escuchaban voces, pero ya no estaban en la sala estaba angustiada porque alguien le hubiera hecho daño a la Nonna.—Eso es ridículo— sentenció la Nonna a voz en grito —aquí no hay ninguna Monique.—Esa tal Monique mató a mi hermano— asegura el hombre y hundo el ceño extrañada, yo no he matado a nadie.—Tu hermano murió sólo, al meterse con la mujer del Capo de todos y ahora lo harás tú, por irrumpir de