88. Elimínenlo

GIO

Traer a Martha a Naro fue lo mejor que pude hacer, se ha relajado bastante, olvidando un poco sus muchos problemas.

¿Por qué hacía esto por ella?

Porque me importa era obvio y comencé a aceptarlo hace un par de meses cuando me ideé todo esta pantomima de sacarla de la cárcel y hacerla pasar por muerta.

Luego del día tranquilo que tuvimos agarrados de manos paseando por el pequeño pueblo como si fuéramos una pareja más, nos fuimos a casa a platicar y beber vino frente al fuego. Todo esto era nuevo para mí, nunca había traído a nadie a esta pequeña cabaña, las mujeres me otorgan placer y luego se iban, pero jamás en mi cabaña y ellas estaban contentas con el trato de calentar mi cama momentáneamente.

—Escuché algo…— me levanté de golpe al escuchar algo quebrarse y me sorprendió mucho que Martha ya estuviera despierta.

Caminé sigilosamente por el pasillo luego de decirle que debía esconderse mientras ponía un silenciador a mi arma, arma que estaba bajo mi almohada, jamás bajé la guar
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