90. Tan sonriente

GIO

Dormir con Martha se volvió algo necesario para mí, en solo dos días necesitaba su calor cerca para mantener mis pesadillas a raya. Pensé al principio que pude dormir bien por el cansancio, pero al día siguiente en la cabaña cuando pudimos dormir un rato más volvió a suceder, mi mente quedaba en blanco, mi cuerpo se relajaba y conciliaba el sueño más rápido. Poco a poco comenzaba a depender más y más de Martha y no me parecía un trato justo, no sabía que sentía ella por mí, así que no veía por qué era justo depender tanto de una persona que a duras penas conoces.

¿Así le paso a mi padre con mamá?

Este sentimiento de dependencia no podía ser bueno, no me quiero imaginar si un día se va sin previo aviso, ¿cómo manejare yo eso?

Pensé en eso mientras me bañaba y no me gustó, mi humor se agrio más cuando bajé y vi a Martha tan sonriente con Manuel. Al amanecer cuando llegamos lo textee y le pedí que estuviera al mediodía en la cocina que le daría nuevas instrucciones, cuando vi lo bien
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