Ya amo al Gio joven y ustedes??? por cierto todo tiene un porque, hasta estos capítulos del pasado. Ya me siguen?
MARTHAVi a Gio poco después sin camisa y con gotas de sudor recorriendo su espalda y torso, se me secó la boca en un instante, para despejar mi mente me serví una copa de vino que encontré en un pequeño sótano con dos hileras de vinos antiguos.—Como buen italiano, eres amigo del vino— le dije mostrando la botella y mi copa.—Si no quisiera el vino, la nonna me destierra— reímos por su chiste.—Tu nonna es una mujer de carácter fuerte, me agrada— le comenté, jamás había conocido una mujer, así como ella.—Solo cuida de mí desde niño y por eso es así. Sabe mucho de ti porque se lo conté— me explica.Nos quedamos callados unos minutos viéndonos a los ojos, luego siguió con su trabajo con la madera.—Quiero que me cuentes bien como me sacaste de la cárcel —estaba más que intrigada de saber cómo lo logró.—Contraté a una mujer para que se hiciera pasar por ti, contacté con un hombre que falsifica no solo documentos sino también personas y, la reina del inframundo; Frejya, ya la conociste
MARTHAEsa mañanaNaro es un lugarcito pintoresco y hermoso, paseamos por varios sitios históricos que me gustaron mucho, también notaba su mirada mientras yo veía todo mi entorno, él solo me observaba a mí y eso me ponía un tanto nerviosa.No soy tonta, sé que estamos solos… Ni siquiera sus hombres nos siguen, me gusta poder estar así con él y llegue a pensar que no se podía por ser él quien es, me ha contado muy por encima cómo funciona su verdadero mundo y es peligroso, sin embargo, es muy fascinante y me gusta escucharlo hablar con orgullo, tal vez estoy loca por no espantarme porque me cuente de sus negocios delictivos. Pero aún estoy aquí.No solo tiene negocios ilegales, sino también legales, tiene a más de dos mil personas bajo su nómina, no solo italianos y gente de la mafia sino gente común y corriente que cuentan con él por cosas que los demás no hacen, son personas que para gente influyente son invisibles, pero para Gio no es así. Eso me gusta mucho, demuestra que él es má
MARTHAEl disparo no sonó amortiguado como algunos pensarían, la única vez que escuché disparos fue en el cementerio y a manos del mismo hombre que ahora quería ver si estaba bien.Cuando salí del pasillo llegué a la sala y no había nadie, escuché ruidos de forcejeo en la cocina y me encaminé hasta allá, el panorama era una locura total, había dos personas en el suelo en un ángulo bastante extraño y a Gio peleando con un tercero.¿Gio se enfrentó solo a tres hombres?Bueno supongo que no es el capo por nada, Gio me daba la espalda y el hombre que lo atacaba estaba muy ocupado en defenderse de los golpes y patadas que Gio le lanzaba con fuerza, por lo que ninguno se fijó en mi presencia, caminé con cuidado entre los cuerpo con un poco de asco y me apresuré a tomar un sartén y un cuchillo, necesitaba algo para defenderme por si había una cuarta persona que aún no haya visto.Escuché un gruñido de dolor y cuando me giré la mirada de Gio conectó con la mía, levantar un cuchillo, me asusté
GIOTraer a Martha a Naro fue lo mejor que pude hacer, se ha relajado bastante, olvidando un poco sus muchos problemas.¿Por qué hacía esto por ella?Porque me importa era obvio y comencé a aceptarlo hace un par de meses cuando me ideé todo esta pantomima de sacarla de la cárcel y hacerla pasar por muerta.Luego del día tranquilo que tuvimos agarrados de manos paseando por el pequeño pueblo como si fuéramos una pareja más, nos fuimos a casa a platicar y beber vino frente al fuego. Todo esto era nuevo para mí, nunca había traído a nadie a esta pequeña cabaña, las mujeres me otorgan placer y luego se iban, pero jamás en mi cabaña y ellas estaban contentas con el trato de calentar mi cama momentáneamente.—Escuché algo…— me levanté de golpe al escuchar algo quebrarse y me sorprendió mucho que Martha ya estuviera despierta.Caminé sigilosamente por el pasillo luego de decirle que debía esconderse mientras ponía un silenciador a mi arma, arma que estaba bajo mi almohada, jamás bajé la guar
GIOEso si no podía evitarlo, mi cuerpo me pedía contacto con su piel, más que esa pequeña mano en mi cuerpo, sin previo aviso la tomé de la cintura y la acerqué a mi cuerpo, soltó un jadeo sorprendida y casi me restriego como perro en celo de su muslo, me contuve por milésimas de segundos apretando los dientes para controlarme.—Te necesito —murmuró en torpes balbuceos.Y no se necesitó más para dar rienda suelta a la ferviente necesidad que tenía por esta mujer, la pegué más a mi cuerpo y la besé como quería hacer desde hace meses, mi lengua invadió su boca sin pedir permiso y la sentí derretir entre mis brazos, no la iba a dejar ir jamás, pegué mi pelvis a su muslo para que sintiera como me tenía sin necesidad de tocarnos mucho y ella gimió en mi boca haciéndome enloquecer, el sabor de ella era dulce con un toque mentolado del dentífrico.La besé por lo que parecieron horas mientras acariciaba su cuerpo con una pasión que no podía esconder. Metí la mano bajo la suave bata y pude se
GIODormir con Martha se volvió algo necesario para mí, en solo dos días necesitaba su calor cerca para mantener mis pesadillas a raya. Pensé al principio que pude dormir bien por el cansancio, pero al día siguiente en la cabaña cuando pudimos dormir un rato más volvió a suceder, mi mente quedaba en blanco, mi cuerpo se relajaba y conciliaba el sueño más rápido. Poco a poco comenzaba a depender más y más de Martha y no me parecía un trato justo, no sabía que sentía ella por mí, así que no veía por qué era justo depender tanto de una persona que a duras penas conoces.¿Así le paso a mi padre con mamá?Este sentimiento de dependencia no podía ser bueno, no me quiero imaginar si un día se va sin previo aviso, ¿cómo manejare yo eso?Pensé en eso mientras me bañaba y no me gustó, mi humor se agrio más cuando bajé y vi a Martha tan sonriente con Manuel. Al amanecer cuando llegamos lo textee y le pedí que estuviera al mediodía en la cocina que le daría nuevas instrucciones, cuando vi lo bien
MARTHADespertar de esta manera con Gio era algo que no me esperaba, una parte de mi mente se apagó ayer y se encendió una antorcha de pura necesidad, no estaba en mí pedirle nada, lo hice casi de manera inconsciente como si un lado primitivo de mi cerebro se hubiera hecho cargo y vaya que lo disfrute.Dios mio, ese hombre era puro fuego, ¿y la manera en la que me cuidó? sí, me tenía de un ala, las mariposas en mi estómago comenzaron a revolotear como si de un enjambre de abejas se tratara, y ya no hablemos de cómo me abrazó contra su cuerpo para me sintiera tan protegida y relajada que no me di cuenta cuando me quedé dormida.Cuando nos despertamos ya era pasado el mediodía, me bañé primero y fui bajando por si su abuela necesitará ayuda con la comida, tampoco es que la entendía mucho, pero quería ver si podía hacerle compañía, dejé a Gio dándose una ducha mientras yo bajé poco a poco las escaleras, había un hombre de cabello color caoba sentado en la mesa tomando una taza de lo que
GIO Sentir sus labios amoldándose a los míos con la misma entrega que yo le daba era un regalo que no merecía, pero que de todas formas tomaba, me encantaba verla así. Pasee mis manos por su delgado cuerpo encontrando sus pequeñas curvas fascinantes, la mayoría de las mujeres con las que estaba eran operadas y exageradas, pensé que era lo mejor, pero resulta que me gusta lo natural que era en todo. Me gustaba ella. Escuché unos pasos y abrí los ojos, vi los ojos curiosos de Manuel mientras hacia su caminata alrededor de la casa, no me gustó como vio a Martha, sin alertar ni querer hacer una tormenta en un vaso de agua me separo de sus labios. No quería que la viera punto. Los celos golpean con fuerza mi esternón y es mejor dejarlo pasar o me quedaría sin la mitad de mis hombres. —Vámonos a la habitación— hablé casi en sus labios y la vi suspirar. Mi falo se tensó ante ese gesto, seguía sin abrir los ojos cosa que me encantó de ella, se abandonaba a mis caricias de una manera desm