Disculpen que me desaparecí estos dos días, estaba comprando utiles y forrando cuadernos y todo eso
MARTHAIsolda tenía razón, enfocarse en algo en específico me hizo drenar un poco la rabia que tenía acumulada en mi interior, de Gio no sabía absolutamente nada, era como si hubiera desaparecido, como si nunca existió en mi vida, como un fantasma, un sueño que tuve o un ente imaginario que mi mente creo para poder lidiar con todo esto que me acontecía.Tal vez era así, quien sabe.Comencé a estudiar, dos veces a la semana veía clases de arte y la verdad me gustaban mucho, mi profesor me decía que tenía talento innato y eso me animaba a seguir, iba casi todos los días a terapia, ella logró que me abriera y que pudiera empezar a canalizar la pérdida de mi hijo, pero mi rabia no se iba del todo, mi rabia estaba latente, sin embargo, estaba dormida con pulso bajo y tranquilo casi como si estuviera esperando algo... ¿qué? No sé y así se lo hacía saber a mi doctora, ella insistía en que era normal, que lo que he sufrido es muy fuerte para definir en dos meses y sobre todo muy poco tiempo p
GIOLa mujer se acerca deliberadamente a mi persona y sonreí para esperarla, en cuanto llegó la saludé como es debido.—Reina, es una placer verte —salude a la mujer que me veía de manera enigmática inclinando mi torso en señal de respeto, a ella había que temerle, parece una muñeca, pero la realidad es otra. Es tan letal como un escorpión.Su guardián me veía como un halcón esperando cualquier movimiento para acabar conmigo si la vida de su reina estaba en peligro. No era tan idiota como otros. A la reina no le importaba deshacerse de sus enemigos en públicos, nadie la acusaría.—El placer es todo mío, Georgino Santori — dijo mi nombre en una melodía digna de una sirena— me encanta verte aquí rodeado de dignatarios tan respetados— capté su tono burlón.Y es que así era Frejya una puta sirena capaz de llevarte a aguas profundas para matarte... Si lo desea.—Linda gala — alaba la mujer viendo su entorno con apreciación.—No me harían una fiesta si supieran cuáles son mis intenciones —e
GIOFilippo se puso enseguida a buscar a los culpables y me quemaba no decirle la verdad a mi hermano, pero no sabía si aún teníamos espías, no porque crea que es él, el infiltrado.—He estado hablando con algunas de las presas, pero simplemente no consigo quien las mató, como si esas mujeres nunca hubieran entrado al recinto— se queja.—¿Cómo es eso? —arrugue el ceño fingiendo estar confundido —. No entiendo.—Si alguien las mató dentro del recinto ¿dónde están? Pero nadie tenía problemas con ellas luego de que la tal Sam apareciera en su celda ahorcada— me dice sus elucubraciones.—La mujer de la que te ibas a encargar...—Y de la que no pude hacer nada, porque cuando llegó Sandra hacer el trabajo la mujer ya estaba muerta en su celda, con una sabana alrededor de su cuello.—No me habías dicho eso — lo mire incrédulo.—¿Para qué decirte? Lo que querías ya estaba hecho por tu mano o la suya propia ya eso no importa—Tienes razón, aunque es raro— le dije meditando el asunto.—¿Va a re
Martha—Es que no piensan decirme donde estamos o a donde vamos— me queje con Isolda, era la única que me hablaba, los demás me ignoraban.—No me gusta la charla trivial — respondió la reina y entendía que era una manera de decirme que cerrará el pico.Mi mente estaba revoltosa, bajar del avión en un campo abierto no me decía nada, mi única tranquilidad era tener a Isolda a mi lado, aun así, su parsimonia me molestaba en cantidades industriales.—Quédate quieta — me susurro Isolda mientras caminábamos a Dios sabe dónde — La reina fue contratada para sacarte de la cárcel si hubiera sido para matarte ya estarías muerta.—Pero... No entiendo muchas cosas y quiero respuestas, ahora toda la policía de Washington debe estar a buscándome por haberme escapado— un temblor de miedo recorrió mi cuerpo.—No creo que estemos en Estados Unidos, volamos por más de 5 horas estuviste inconsciente casi todo el viaje.—¡Ay, Dios! Mi hijo Isolda, debo buscar a mi hijo, no puedo estar fuera del país, debo
Gio—Esa cachetada debió doler— se burla la Nonna en italiano mientras entramos — nunca había visto alguien tan enojado contigo y que se atreviera a levantarte la mano nada menos.Si, mucho menos frente a mi gente, la cara de todos era de molestia y absoluto terror pensando que la mataría allí mismo sin remordimiento, sin embargo, no hice nada, deje que sacará su frustración, pero íbamos en mal camino puesto que todos la vieron agredirme y para mi gente es imperdonable.—Ya, Nonna— le pedí con dientes apretados mientras llegamos a la cocina.Isolda me seguía de cerca de manera preventiva por si quería arremeter contra su amiga, quien se dio media vuelta y huyó escaleras arriba. Ya arreglaré cuentas con ella más tarde.—Pero hijo... No me dijiste que era de armas tomar— exclama la Nonna.—Te dije que era... Diferente— hablé despacio mientras la esquina de mi boca se rizaba hacia arriba mientras pensaba en Martha, no estaba molesto con ella, pero lo que acarraba su arrebato, eso sí no m
MARTHAAnalizar lo que me sucede con Gio Santori es complicado, la verdad es que me siento cobarde sólo de pensar por qué me tomo esa clase de atribuciones con él, pensando en una perspectiva más calmada y fría es que soy una grandísima abusadora, es cierto que la manera en la que nos conocimos no fue la ideal, sé cuál son sus planes para mí, quiere que recupere su dinero y eso debe impulsar muchas de sus decisiones para conmigo o eso quiero creer.Luego de llorar como una loca y que pacientemente esperará a que yo estuviera más calmada, para devolverme a la cama y fue cuando me di cuenta con gran horror y calor en mis mejillas que estaba en su regazo todo este tiempo, por eso su calor se sentía tan reconfortante, sentí mis mejillas tornarse más rojas de la vergüenza que sentía quemando mi pecho.—Lamento tanto lo que te hice cuando llegamos y estar llorando de esta manera ahora, seguro tu familia me odia— me sentía horrorizada con mis actos, no es propio de mí.—Mi familia es mi Nonn
GioSalí del cuarto de Martha por segunda vez consecutiva aturdido y empalmado como un quinceañero, no necesitaba estas cosas, Isolda se asomó por la puerta de su habitación.—¿Todo bien? — preguntó cuando pasé por el frente de su puerta.Di un corto asentimiento apenas perceptible y seguí a mi habitación, venía de la cocina cuando escuché el grito de Martha, lo menos que había pensado era que estuviera tocándose, todo el maldito cuarto olía a sexo, a su sexo. Sólo recordarlo me dan ganas de devolverme y culminar lo que empezamos y lo que tontamente Jimmy interrumpió.—¿En que lío me ando metiendo? —me pregunté a mí mismo en la soledad de mi habitación.Trate de dormir, sin embargo, fue en vano, seguía con una erección de campeonato, fui al baño privado de mi habitación y me di un regaderazo más frío de la historia y funcionó, mi erección era pasado, más tranquilo me recosté de mi cama y trate de descansar un poco.Al día siguiente no estaba de mejor humor, no suelo andar quedándome c
Martha¿Mi mejor amiga?Mi amiga y mi esposo, la única familia que tengo aparte de Diego me han traicionado de la manera más baja y más ruin que pueda imaginar.Gio me da en mis manos las pruebas de las más bajas de las traiciones y es tan cliché que cae en lo estúpido y duele más, porque la creí mi hermana, se suponía que era mi maldita familia y se acuesta con mi marido y cría a mi hijo como si fuera suyo, pasé tanto tiempo sentada y quieta viendo las imágenes que me sentía entumecida hasta que me levanté de repente furiosa, me sentía mal, como si tuviera rocas en mi estómago, esto no me podía estar pasando a mí.—¿Sabes quiénes son? —pregunté y respiré hondo tratando de calmarme, porque sospechaba la respuesta.—Sí — contestó con una sólo palabra y la sentí como una bala, una traición directa hacia mí.—¿Desde cuándo lo sabes? — en mi interior bullía la rabia y el dolor y sabía que quería desquitarme con alguien sin importar si era o no culpable.Me sentía más traicionada por Gio q