Martha¿Mi mejor amiga?Mi amiga y mi esposo, la única familia que tengo aparte de Diego me han traicionado de la manera más baja y más ruin que pueda imaginar.Gio me da en mis manos las pruebas de las más bajas de las traiciones y es tan cliché que cae en lo estúpido y duele más, porque la creí mi hermana, se suponía que era mi maldita familia y se acuesta con mi marido y cría a mi hijo como si fuera suyo, pasé tanto tiempo sentada y quieta viendo las imágenes que me sentía entumecida hasta que me levanté de repente furiosa, me sentía mal, como si tuviera rocas en mi estómago, esto no me podía estar pasando a mí.—¿Sabes quiénes son? —pregunté y respiré hondo tratando de calmarme, porque sospechaba la respuesta.—Sí — contestó con una sólo palabra y la sentí como una bala, una traición directa hacia mí.—¿Desde cuándo lo sabes? — en mi interior bullía la rabia y el dolor y sabía que quería desquitarme con alguien sin importar si era o no culpable.Me sentía más traicionada por Gio q
GioPensé que había tomado bien la noticia, hasta que fue a moverse y se cayó de culo, por lo que tuve que recogerla y caminar con ella cargada, James uno de mi más fieles y antiguos trabajadores vio muy mal a Martha y ofreció su ayuda por lo que me negué y decliné de ir a trabajar y eso... Eso era la primera vez que pasaba, dejar de ir a trabajar a causa de alguien más.—Bienvenido a todo lo nuevo— murmuré.Me pareció especialmente difícil llevarla y no porque pesará cosa que no era cierta, era como andar con una pluma, Martha se refugió en el hueco de mi cuello y su aliento me hacía cosquillas, apreté mi agarre en su cuerpo para tratar de evitar cometer alguna locura.Esta mujer me afectaba en más niveles de los que yo quería permitir, simplemente se coló en mi vida sin poder evitarlo, Martha se hacía querer de manera sutil y cuando te dabas cuenta era demasiado tarde, ya formaba parte de tu vida y hacías lo posible por protegerla, mi sentido de protección hacia Martha creció de un
GioTocar a Martha se convirtió en una necesidad física supe que tenía un inconveniente demasiado grande para ser manejado y preferí retirarme, ella no estaba lista aún para entregarse a mí, se acababa de enterar que el idiota que tiene por esposo la engañó con su mejor amiga, esas cosas no son fáciles de digerir, tengo que tener más paciencia, así que fui a mi despacho en cuanto terminé mi café y preferí irme antes de cometer una locura. Sabía que quería a Martha para mí, que era mía, aun así sé que ella no lo sabe aún, al menos no lo reconoce puesto que su cuerpo reacciona a mí, al más mínimo detalle.Pase el día entero metido entre papeles, necesitaba arreglar una disputa entre dos familia italianas que peleaban un terreno, no sólo era el Capo para ellos, contaban conmigo para muchas cosas y aunque de esto se encarga Filippo, él ahora no está.En la noche tocaron la puerta de mi despacho y estuve tentado a no responder, sin embargo, todos sabían que estaba aquí dentro.—¿Sí? — preg
MARTHANo sé qué me llevo a decir eso, simplemente salió sin más. Me quedé viendo mi taza de té apenada por el silencio que se prolongó por lo que sentí una eternidad, por mi vista periférica veo a la silueta de Gio en la oscuridad de pie con puños apretados, no se movió ni dijo nada más y me sentí aún más tonta.Tal vez deba irme, creo que sería lo mejor y no seguir metiendo la pata, no quiero que crea que digo esto porque me ha salvado, porque no es así. Sí, estoy agradecida por todo lo que ha hecho, sin embargo, siento el cambio cuando el Capo se retira y queda Gio, el hombre que también siente y padece y, como él también me ha dicho cosas como esas, yo quería... No sé, hacer lo mismo. Hacer o decir algo que me haga expresar todo lo que Gio me hace sentir.—Debo irme, es tarde— murmure entre dientes, ignorando si me escuchó o no.Me levanté lo más rápido que pude, sin embargo, antes de mi huida una mano grande y fuerte toma mi muñeca deteniéndome, quedé con el pie derecho adelante
GioEncontrarme con Martha en la cocina, para posteriormente besarla y manosearla no estaba en mi lista de cosas en la madrugada, pero así se dio y me jode que nos interrumpieran, pero está bien, podía ser paciente. La entrega que tenía en esos momentos que estábamos ¡Demonios! Cualquier hombre mataría por una mujer así. Yo lo haría.Estaba completamente seguro de lo que decía y más cuando reconoció que le gusto, es mejor eso que nada... Pensé que tenía que luchar contra sus sentimientos un poco más, pensé sinceramente que todavía quería a ese hombre que ella tanto idolatraba.—¿Algún día dejarás de huir? —la cuestione un poco irritado por la pequeña interrupción de Isolda, aunque sabía que no era culpa de la morena.Reconocía que no debíamos estar en la cocina en estas tesituras, pero es mi maldita casa y si quiero puedo hacer lo que me dé la gana.¿Debería prohibirles que salgan de su habitación luego de cierta hora?Creo que la leche se me subió a la cabeza, tal vez debo aliviarme
MARTHAMentiría si no dijera que me ponía algo nerviosa comer con la abuela de Gio y si... Busque en Google que era Nonna en italiano, no sé cuál es el nombre de la doña pues todos le dicen Nonna. Nos lavamos las manos antes de entrar y ya todo estaba servido en la mesa del comedor.—Disculpen la tardanza —expliqué, mientras entramos algo nerviosas.Isolda no había dicho nada aún y no sabía porque estaba igual de nerviosa que yo que prácticamente casi estuve con el nieto de la señora, sentí mis mejillas calentarse así que desvíe ese pensamiento y lo guarde en lo profundo de mi mente para revisar eso más tarde.—Non preoccuparti, questa volta lo lascerò scorrere¹ —la mujer estaba sería y habló un rápido italiano que poco pude entender.¹ No te preocupes, lo dejaré pasar esta vez.Vi a Gio a modo de auxilio y este se levantó de la mesa para correr mi silla y la de Isolda y tomamos asiento.—La Nonna dice que está bien, que lo dejará pasar esta vez —me traduce lo que la señora había dich
GioQuería que Martha conociera Naro, un hermoso pueblito de Italia, así tal vez despejar la duda en su mente, allí tengo una pequeña casita en las colinas donde yo venía cuando quería desconectar y me traía buenos recuerdos. Fueron dos horas de camino desde Palermo hasta Naro y ella iba tranquila y confiada, tarareando una canción italiana que es pegajosa y rítmica.—Italia es demasiado hermosa —dijo admirando los árboles y pequeñas calles por las que íbamos pasando. No mentía, las calles de Italia son hermosas.—Sí, es hermosa— estuve de acuerdo sin quitar la vista del camino para intentar no estrellarme con ningún otro auto en la vía.—¿Dónde queda la pequeña villa? —preguntó justo cuando salíamos de la ciudad y vio el cartel de "gracias por su visita" —¡oh! Estábamos en Palermo. Nunca había viajado fuera de Estados Unidos.—¿Nunca? —indague incrédulo y curioso.—Mis padres eran de Michigan y se fueron a Nueva York en busca de algo mejor, murieron en un accidente cuando cumplí trec
Gio30 años atrás.Ser un Santori siempre fue complicado, padre me entrena desde que tengo 5 años para peleas de cuerpo a cuerpo, mi primera arma la armé cuando tenía 7 años y cuando pude hacerlo con los ojos cerrados me dio permiso para usar una, salimos a cazar sólo él y yo, a mamá le encantaban estos paseos, viajamos a un pequeño pueblo y ella se quedaba en casa mientras mi padre y yo cazamos.Siempre que podíamos veníamos un fin de semana, sin embargo, cuando veníamos con mi papá era sólo para entrenar y que no lo hiciera ya era algo extraño, me gustaba que papá pudiera escaparse de tanto trabajo.Un lunes en la tarde estaba comiendo unas ricas galletas en la cocina cuando mamá entra apurada en la cocina, solté la galleta pensando que me regañaría después de todo me dijo que no comiera de ellas hasta después de la cena.Regresamos esa mañana del pueblito al que mi padre y yo íbamos, estaba cansado y le pedí a mi madre no ir a la escuela hoy y ella aceptó, sabe que si no me sintier