Gio Tres meses antes. Estoy sentado en uno de mis bares acompañado de mis hombres de más confianza en Roma, cuando una mujer que se notaba a leguas que era extranjera quiere acercarse a mi mesa, mis hombres le detienen el paso y me ven para ver si otorgo el permiso, la vi de arriba abajo, su vestido de lentejuelas plateadas, corto y ceñido al cuerpo me decían que quería acción y sonreí como una hiena pasando mi lengua por mis labios. Di un corto asentimiento con la cabeza y Manuel la deja pasar, la vi caminar hacia mí con movimientos de caderas sensuales, le di una calada a mi puro y la vi llegar a través del humo, Filippo sonrió a mi lado cuando la pelirroja de turno le da un beso en el cuello y otra rubia al lado masajea sus muslos queriendo acción. —Así no podremos hacer negocios —se queja de manera fingida mi Sottocapo, Filippo. —¿Quién quiere hacer negocios con una linda morena en tus piernas? —le hablé en italiano en el momento que llegó la mujer a mi nivel. —¿Cómo se llama
Martha Días antes Las primeras dos horas que estuvimos dentro del yate me sentí mareada y algo desubicada, pero Miguel me dio una pastilla que poco a poco fue haciendo que me sintiera mejor. Luego de eso Miguel navegaba como todo un capitán con gorro y todo. Decidí ponerme un bikini de dos piezas de color negro, me coloqué bloqueador solar y me fui a tomar el sol, estando en Honolulu me compré un lindo sombrero de paja que me quedaba espectacular, así que lo estrené hoy. Estuve alrededor de 2 horas tomando el sol cuando decidí bajar a la cocina y ver que preparaba para los dos, llevamos un mercado decente con comida perecedera y cosas fáciles de preparar, pique unos quesos en cuadros y rebane pan, vi un pequeño horno, así que decidí utilizarlo le eché mantequilla, ajo y tomates picados en rebanadas se lo coloque todo al pan con algunas otras especies y lo metí en el pequeño horno, cuando estuvo listo busqué un poco de vino y decidí llevarlo todo arriba. Una vez arriba me encontré
MarthaActualidadMe llevaron a un hotel en Honolulu y comenzaron la búsqueda de mi esposo, inmediatamente llamé a Sofía y a mi jefe Julio necesitaba ver caras amigables ante estos terribles acontecimientos.Julio dejó todo lo que estaba haciendo y agarró un vuelo para Hawái, hospedándose en el mismo hotel que yo, llegó ese día en la noche ya casi en la madrugada, a la mañana siguiente en cuanto me aviso que estaba despierto nos quedamos de ver en la cafetería, llegó a donde se lo pedí donde le pedí vernos, frente al hotel para tener un poco más de discreción.—Están buscando su cuerpo— dije en un murmullo incrédulo.—¿Qué fue lo que sucedió? —pregunto Julio muy serio.—Estábamos celebrando en el yate, ya llevábamos muchas botellas de vino, yo me sentí mareada y me fui a acostar y él dijo que después de recoger vendría, no sé en qué momento me quedé dormida ni siquiera sé cómo llegué a la habitación, me empecé a sentir muy mareada…—¿Qué te dicen los agentes de la policía? —indaga cur
10- Martha La luna de miel soñada se fueron por el caño el día que amanecí sin mi esposo. Ha pasado una semana desde que Miguel desapareció en el mar y simplemente no lo creo, me niego a creer que la vida es tan cruel. Julio se tuvo que regresar hace dos días, para resolver sus cuestiones en el periódico y lo entendí, aun así, llamaba constantemente. Yo también llamaba a Sofía y a Diego para hablar con él cada día y sentir paz por un minuto o dos, pero siempre me pedía hablar con su papá y eso me rompía el alma, me las arreglaba para evadir el tema y colgar momentos después. ¿Cómo le explicaba a mi hijo de 3 años por teléfono que papá había muerto? ¿Qué papá no era encontrado? Fui de nuevo a la comisaría como cada día para preguntar por a él, quería saber si había algún indicio de donde podía estar el cuerpo de mi esposo, no encontraba que hacer. Llamaba todos los días a todas las estaciones de policía en todas las Islas y nadie tenía respuesta sobre la investigación de mi esposo,
MarthaPresa.Estoy Presa, me leyeron los cargos y mis derechos y me metieron en una celda donde había dos mujeres más, una prostituta y una drogadicta. En mi vida había pisado una estación de policía, menos una celda sucia y mohosa, lloraba constantemente tras las burlas y malas caras de mis compañeras, llevaba 48 horas encerrada.Ya no sabía qué hacer, yo no he hecho nada malo.¿Qué pasó esa noche?—Señora Hidalgo, acompáñeme —dijo un hombre con uniforme.Limpié mis lágrimas y me levanté del suelo.—¿Me van a sacar de aquí? —el oficial se río cruelmente de mí.—Sí, claro— me respondió —¿no quieres también que te traiga un caviar? a las asesinas no se les deja libres —dijo el hombre de manera fría.—Soy inocente hasta demostrar lo contrario— enderece mi cuerpo y levante mi mentón.Este hombre no era quién para decir que yo era culpable.—Sí, claro. La única testigo de la desaparición de su esposo, ganas una cuantiosa fortuna y ahora resulta ¿qué eres inocente?—Cállese. Usted no sabe
MarthaHoy es la audiencia de mi caso han pasado dos semanas desde que estoy aquí metida en esta celda de cuatro por cuatro, me trasladaron y me mandaron a Washington. Pues en Honolulu no tienen cárceles tan grandes, la fiscal estaba fúrica cuando se enteró de que el caso por el que había trabajado lo habían pedido y que tenían que trasladarme a otra cárcel fuera de las islas, viajé por avión y solo podía pensar en mi hijo.Al parecer mi caso se había vuelto viral en las redes sociales, en donde salía por todos lados que era la viuda negra, la mujer que mataba a su esposo y lo desaparecía por un cuantioso seguro de vida, cuando la realidad es otra, pero eso parece que se irá conmigo a la tumba.Mi nuevo abogado Cameron Willis, un hombre canoso de unos 40 años todo un veterano en estos casos me daba muchos ánimos.—Tratemos de ganar este caso, señora Hidalgo —trato de animarme.—Gracias, abogado Willis— respiré hondo tratando de calmar mi nervioso corazón.—Cuando una persona es inocen
MarthaVer a Sofía después de tantas semanas y con todo lo que había pasado era un gran alivio para mí. Sofía era un pilar importante en mi vida, no quería sentirme como una niña, pero así me sentía, como una niña perdida en el mercado cuando sus padres se descuidaban, estuvimos largo rato abrazadas y luego nos sentamos—¿Cómo estás? —Me preguntó, con lágrimas en los ojos —no pude venir antes de que llegara una niñera que le contraté a Diego.—No te preocupes ¿Cómo está mi hijo? —quise saber de él.—El niño está bien. Te extraña mucho, pero ¿cómo estás tú?—¿Cómo quieres que este? metida en una cárcel de cuatro por cuatro por la acusación de haber matado y desaparecido el cuerpo de mi esposo. Tú sabes que yo amaba a Miguel, yo no pude haberlo matado y menos por un seguro que ni siquiera sabía de cuánto era— estaba desesperada.—¿No sabías de cuánto era el seguro? —cuestiona ella—No, no lo sabía simplemente firmé los papeles cuando él me los entregó hace casi un año, yo confiaba much
MarthaAún me costaba creer que estaba me estaba pasando.Dos días habían transcurrido desde el veredicto del juez, pocas veces comía y no hablemos de dormir, tenía constantes pesadillas extrañas en donde Miguel siempre quería decirme algo y yo no lograba escuchar que era.Tal vez mi amor quería comunicarse conmigo desde el más allá o de donde quiera que esté o como quiera que se llame y yo no podía escuchar lo que tenía para decirme. Era más lo que lloraba en los rincones de la prisión que lo que comía o hablaba, al tercer día había tenido una visita, era Julio, casi no tenía amigos ni hablemos de familia, solo me queda ahora Diego, pero ahora con lo que había pasado me supongo que ya no tengo ninguna persona que me llamará su amiga.—¿Cómo estás? —me preguntó Julio en cuanto me acerqué a la mesa donde él estaba.Estaba ojerosa, mi piel se sentía más reseca y traslucida, en cualquier momento podía morir, así me sentía, pero no iba a decirle eso.Ya no tenía los problemas de una niña