58. La bestia

Martha

—¿No están? —le pregunté sin que me importará el ardor en mi mejilla, algo me decía que era verdad, no estaban. Simplemente no podía procesarlo— no están, Priscila ¿qué voy hacer? ¿qué voy hacer? ¿A dónde la llamo para saber de mi hijo?

— Cálmate, no dejaste terminar a Carlos —habla Priscila .me ayudaron a levantarme y sentarme de nuevo en la silla que al parecer había tirado al suelo.

—El jefe me dijo que ya los tenía ubicados y que te quedarás tranquila no vas a estar sin saber de ti hijo— me asegura Carlos.

—¿Es todo lo que te dijo? —no había terminado de preguntar y él ya estaba asistiendo— ¿¡es todo!? —no estaba enojada por los alcances de Gio y su poca información, tal vez era por seguridad, pero estaba tan molesta de esta situación, de estar encerrada injustamente, tan cansada de las mentiras y pelear por mi vida y aún no llevaba un año encerrada — necesito un número Carlos, alguien que me diga como esta mi hijo y por qué diablos se mudaron ¡necesito más!

—Lamento no pod
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