Eagle se movió rápido y acunó a la mujer que lloraba en la cama contra su pecho con cuidado de no lastimarla.
-Tranquila Scarlet. Tranquila- intentaba darle un consuelo- No llores, tú bebé está…
De pronto la puerta se abrió de pronto de forma algo brusca.
-¿Por qué demonios entro y lo primero que veo es a esta mujer llorando- Alex entró a la habitación con cara de pocos amigos- Maldito trabajo de novio estás haciendo, Eagle, para hacerla llorar de esa forma. Debería darte vergüenza. No sé cómo soy amigo de alguien así- hizo una mueca de lástima de sí mismo.
Eagle suspiró pasando la mano por la cabeza de su pareja.
-No seas trágico Alex- le espetó- Acaba de despertar. No me diste tiempo a decirle- se justificó.
-¿qué está pasando?- la voz de Scarlet resonó entre los dos.
Eagle desvió la mirada de su amigo y la enfocó en la mujer. Una sonrisa se proyectó en sus labios mientras una de sus manos descendía y la pasaba por encima del
Scarlet sacudió la cabeza de su perro mientras Eagle lo tenía que aguantar para que no la lastimara. Si fuera por él se lanzará encima del vientre de ella y eso, después del traumatismo podía causarle otros nuevos problemas.-Rufus, te extrañé mucho amigo mío- ella sonrió con una emoción inusual.Realmente lo había extrañado, le perro formaba parte importante de su vida y los días sin él le habían mostrado que él era la alegría que le faltaba.-Gracias Eagle, por cuidarlo- ella abrazó al animal restregando su enorme cuerpo peludo.Rufus gemía de emoción y su cola no paraba de moverse de un lado a otro casi siempre golpeado a Eagle que lo aguantaba. Solo después de unos minutos que se quedó quieto con la cabeza puesta sobre el muslo de ella y cerró sus ojos. Como su por fin pudiera descansar
A pesar de que estaba sucediendo Scarlet no se lo podía creer. Pero estaba allí, vestida con un vestido blanco, un velo y un ramo de flores que la esperaba detrás. Era el esperado día de su boca. Wao. Hasta ella misma temblaba de la impresión. Un año atrás y se hubiera echado a reír por ello después de todo, su vida amorosa era un total desastre. Ahora como que todo había cambiado mágicamente. Se estaba casando con un hombre que amaba y el sentimiento era recíproco, en su vientre aun plano crecía una nueva vida, se había mudado para una casa más grande y por supuesto no podía faltar su perro Rufus, que en ese momento estaba haciendo un desastre con uno de los cojines de plumas que adornaban uno de los sofás de la habitación donde ella se preparaba. Y era gracias a él que Eagle y ella ahora estaban juntos. Sino fuera porque aquel día se le había escapado y corrido directo a él, quizás ahora estuviera todavía encerrada en su oficina con mil trabajos que revisar y
Eagle entró corriendo por el hospital después de mandar el taxi con sus maletas directo a su casa. Su equipaje era la última de sus preocupaciones. En ese momento solo había una cuestión que invadía toda su cabeza y que lo hizo correr a la segunda planta del hospital casi saltando escalón de por medio.Llegó jadeando y sudado a la sala donde encontró a los padres de Scarlet y a Alex que esperaba junto a ellos. Porque si, en ese momento Scarlet estaba en labor de parto y si todo salía bien, que era lo que más deseaba, sería padre.Y tanto la emoción como la ansiedad hizo que sus rodillas se doblaran junto a los presentes. Alex corrió rápidamente para sujetarlo antes de que cayera al suelo.-Oye amigo, tienes que ser fuerte. Tu esposa es la que está haciendo el trabajo duro. Tu parte es apoyarla emocionalmente aquí afuera. Me notificaron que todo
Por muy inteligente, capaz, hermosa y muy buena que esté mi dueña y por muy decidido, guapo, agradable, educado y fabuloso que sea mi cuidador, si los muy… no se deciden a acabar de confesarse uno con el otro. Incluso cuando se nota que están enamorados hasta la médula. En ese caso cual es la única solución…yo tengo que entrar en acción y hacer que por fin vayan al altar.Firmado: Yo, Rufus, un simple Golden Retriever de dos años que aunque mi nombre aparezca en el título, no soy el personaje principal, ni quien cuenta esta historia…Solo soy la razón qu
Unos se despertaban con el sonido de la alarma, otros con los primeros rayos del sol. Scarlet era más original, lo hacía con una gruesa y peluda cola llenando su boca de pelo y un aliento baboso manchando sus sábanas, como para no perder el glamour mañanero.Para los que tienen mascota nada diferente de la rutina.Y así de simples eran. Apartando el pelaje espeso de su cara mientras sentía el movimiento a su lado para la cola pasar a golpear insistentemente su muslo pidiendo el desayuno, eso no podía faltar. Pero cierta persona tenía otras intenciones. Soltando un bostezo y abrazándose a la gran bola de pelo volvió a acomodarse para continuar en su velada, pero un lengüetazo en la mejilla y el acostumbrado y taladrante sonido de la alarma, eran el despertador perfecto para que alguien que necesitara levanta
Scarlet soltó un gran suspiro mientras se ponía la blusa negra de mangas largas. Buscó la más gruesa que tuviera. Por esos días la temperatura había bajado bastante y aun así mantenían los aires acondicionados en todos los lugares.Terminó de vestirse con uno de sus caros juegos de saya y chaqueta, y rodeó su cuello con una bufanda roja. Se recogió el cabello de forma elegante y se echó un poco de sombra en las ojeras y un labial claro para cuidar sus labios del fío. No muy diferente de su habitual estilo que le daba un aire más adulto que su edad actu
Scarlet chasqueó la lengua he hizo un cálculo mental. De la librería hasta la guardería tendría que tomar un taxi si quería llegar a tiempo. Solo esperaba que no se extendieran mucho. Conociendo los presentes, eso era algo que no se esperaba.Si tenía una cosa, era que era una persona demasiado puntual, apenas eran las 6:30 y ella ya se encontraba dentro de la tienda. Sería de mala educación ir a saludar sin la persona que le avisó, así que mientras tanto escogería algunos libros para leerlos en casa.
Más tarde ella fue presentada y estuvieron conversando alrededor de una hora sobre las ventas y la popularidad de las obras principalmente a su cargo. El encargado sugirió algunas firmas de autógrafos y otros eventos, en los cuales Zeig dio su visto bueno, solo que él no sabía la carga que podía ser para ella, pero por otra parte, era mayor reconocimiento para sus autores.Suspiró una que otra vez sin que ellos se dieran cuenta. Estaba cansada y tanta conversación la mataba, sobre todo si se quedaba entre ellos dos. Por momentos pensó que no se daban cuenta que ella estaba ah&iacu