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Estamos en problemas

Scarlet soltó un gran suspiro mientras se ponía la blusa negra de mangas largas. Buscó la más gruesa que tuviera. Por esos días la temperatura había bajado bastante y aun así mantenían los aires acondicionados en todos los lugares.

Terminó de vestirse con uno de sus caros juegos de saya y chaqueta, y rodeó su cuello con una bufanda roja. Se recogió el cabello de forma elegante y se echó un poco de sombra en las ojeras y un labial claro para cuidar sus labios del fío. No muy diferente de su habitual estilo que le daba un aire más adulto que su edad actual.

Cogiendo de la nevera una bebida energética, su bolso de trabajo y la correa se giró hacia Rufus que ya había devorado su desayuno y estaba sentado delante de la puerta.

Rodeó el gran cuerpo con la pechera y se cercioró que estuviera bien puesta. No era que Rufus tiraba de la correa, era un perro entrenado gracias a las clases que recibió como cachorro, pero de vez en cuando hacía de las suyas y más de una vez se había soltado o la había arrastrado por medio parque. Sobre todo cuando veía el carro del helado el cual perseguía por un cono que siempre Scarlet tenía que pagar. Incluso al vendedor le daba gracia que el perro fuera selectivo, sino era de chocolate, fresa o manzana negaba con la cabeza hasta que le dieran el que quería.

Lo llevó caminando hacia la guardería canina que quedaba a tres cuadras. Los ladridos se podían escuchar desde una cuadra antes. Era donde único lo podía dejar para que lo cuidaran debido a sus largas horas de trabajo. Al menos allí tenía constancia de que estaría bien cuidado. Además era la única guardería en varios kilómetros a la redonda.

Y como siempre, la suerte no siempre la acompañaba. La recepcionista se acercó a ella con la peor noticia que pudiera recibir.

-Buenos días Scarlet- la saludó con una fingida sonrisa que hizo que esta se le erizara el vello de la nuca- Temo decirle que hoy será el último día que estaremos disponibles. La guardería cerrara-

-¿Hasta cuándo?- preguntó intentando mantener la calma mientras acariciaba el morro de su mascota.

-Los dueños no tienen intenciones de volverla a abrir. Al señor lo han ascendido en su trabajo y esta misma noche viajarán a otro estado, a una nueva residencia-

-Y que se supone que hagamos nosotros-

-Siento las molestias. El dinero que pagó por todo el mes se le será devuelto con intereses- la recepcionista no sabía que cara poner.

Scarlet suspiró.

-No me interesa el dinero- se arrodilló ante su perro- Rufus estamos en problema-

El can, ajeno a la situación pero viendo la expresión afligida de su dueña le lamió la mejilla.

-Está bien, yo me las arreglaré- se incorporó y le entregó la correa a la chica -¿A qué hora debo venir a recogerlo?-

-Estaremos abiertos hasta las diez, cualquier cosa que se atrase puede llamar y yo la esperaré- era lo menos que podía hacer.

Scarlet dejó caer sus hombros. Otro problema más para apuntar. Si no había un lugar donde lo cuidaran, una opción era darlo en adopción ya que ella no pasaba el suficientemente tiempo en su casa y podría ser peligroso dejarlo solo. Pero la idea hizo que se estremeciera. Al menos él había sido su compañía en sus momentos de soledad y siempre la consolaba cuando ella llegaba con los ánimos bajos.

Retomó el camino hacia su trabajo revisando en su celular algún lugar medianamente cercano que le ayudara, pero el resultado fue solo uno, cero.

Entró por la puerta principal de la editorial y el aire frío golpeó su rostro poniéndola de más mal humor. Subió al elevador y cuando llegó a su piso, saludó a los trabajadores de los demás departamentos hasta llegar a su oficina. Corrió las cortinas y dejó entrar por el cristal un poco de claridad. Se sentó en su mesa llena de manuscritos y libros pendientes a revisar.

Tenía que reconocer que su nombre era bien conocido en el ámbito y había muchos escritores que ansiaban con que ella fuera la persona que revisara sus trabajos, pues todo lo que ella tocaba se volvía un éxito inminente. Pero si tenía que reconocer algo era que todavía no encontraba un libro que contuviera todo lo que ella buscaba. Si era de romance, le faltaba algo para conmover su corazón, si era de misterio, ya a mitad del libro sabía quién era la persona responsable de todo, y si por casualidad había escenas de sexo, se quedaban tan básicas que hacía pensar si a los personajes les había gustado.

Buscaba fluidez en las palabras, un trabajo desarrollado en las personalidades, no un simple libro para vender y ya. Ya había bastantes en el mercado

Sus otros compañeros no habían llegado así que se entretuvo en revisar su correo antes de inmiscuirse en su trabajo. Solo tenía uno nuevo en la bandeja de entrada y pertenecía a su madre que al no saber usar bien las nuevas aplicaciones de comunicación, se remitía a lo más primitivo.

En esos momentos su padres se estaban separando y se pasaban todo el tiempo hablando mal uno del otro y ella en el medio. Era agobiante.

Además de todos sus problemas y el trabajo, prácticamente no dormía por el estrés. Bostezó sonoramente y se restregó los ojos. Aún faltaban 15 minutos para empezar a trabajar así que pensó recostarse un rato, pero el sonido de un nuevo mensaje en el monitor de su laptop llamó su atención.

Era del encargado de ventas del piso de arriba, Zeig. Se encargaba principalmente de las ventas de las novelas, departamento que ella dirigía residía. La citaba para encontrarse con ella en una de las librerías donde ellos enviaban cargamentos. El director quería saludarla y conversar con ella, además de felicitarla por los nuevos trabajos que recomendó los cuales habían disparado las ventas en el recinto. La reunión sería sobre las 7:00 de la tarde.

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