Capítulo 124
Como quien aguarda la presa, Lorenzo vigilaba con determinación. Por más escurridiza que fuera Marisela, él estaba convencido de que tarde o temprano caería en sus manos.A esa hora había muy poca gente. Solo después de las siete comenzó a aumentar el flujo.

Mientras tanto, en la salida del metro al otro lado de la calle.

Una mujer con traje negro salió a paso decidido. Su cabello corto hasta los hombros enmarcaba su rostro, complementado por gafas de sol y mascarilla.

Con el bolso colgado del brazo, caminaba erguida, con pasos firmes sobre sus tacones negros, emanando una presencia imponente.

Era Marisela, completamente camuflada pero sin mostrar ni un rastro de miedo o nerviosismo, aunque ya sospechaba que Lorenzo había puesto vigilantes.

La noche anterior había contactado a Eduardo para pedirle que controlara a su nieto y dejara de causarle problemas.

Él había accedido, pero ella prefirió mantener la precaución, consciente de que no podía subestimar la falta de escrúpulos de Lorenzo.
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