¿Quién te curó, Omega?

Desde su último ataque, las heridas de Dana se han reabierto y supurado, provocándole un coma.

No sabía cuántos días llevaba inconsciente, lo único que sabía era que, cuando por fin despertó e intentó beber agua, oyó voces lascivas.

—¿Otra vez en el calabozo, dulzura?

Una sonrisa letal se muestra en el rostro de uno de los guardias y de inmediato la Omega se pone alerta pues si la historia se repetía otra vez necesitaba defenderse.

En esta ocasión no creía que el Alfa Kian apareciera como su salvador. Por el contrario, ese macho debía estar planeando cómo torturarla.

De todas formas no lo necesito, sé defenderme.

Pensó Dana sin dejar de mirar al lobo frente a ella.

—Ni se te ocurra entrar.

—¿O qué? ¿Qué puede hacerme una débil Omega como tú? —se burla antes de carcajearse como si fuera muy gracioso.

Dana maldijo en su mente y no aflojó las manos mientras escondía la derecha detrás de la espalda, apretando un pequeño cuchillo que había robado del botiquín del Beta.

A eso se había aferr
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